El último artículo del año se lo quiero dedicar a una mujer extraordinaria, fuerte, cariñosa, protectora, que la podríamos definir con una sola palabra: BUENA. Hoy quiero dedicarle el último post del año 2011 A MI MADRE.
Mi madre es una mujer de recio carácter y firmes creencias. El carácter ha sido forjado desde la dificultad y la adversidad desde su más tierna infancia. Ella se quedó sin madre al nacer. Su padre, mi abuelo, fue su ángel protector que dedicó su vida a su hijita para que no le faltara ni le pasara nada. El límite del amor es que nunca llegó a casarse para que mi madre no sufriera lo que es una "madrastra". Por su profesión, militar, tuvo que irse destinado varios años a Cartagena y mi madre se educó con una tía, tata, y con otra tía con sus hijas, tres primas, que eran como sus hermanas mayores porque crecieron juntas. Se crió sin el cariño, sin el calor, sin la protección, sin los cuidados de una verdadera madre y eso la dejó marcada toda su vida.
Cuando se casó con mi padre, casi no pudo disfrutar porque a los pocos años moriría su ángel protector: Mi abuelo. Golpe que acusó en demasía y que creo que nunca llegó a superar del todo. De su matrimonio nacerían cuatro hijos y cuando todo parecía ir bien viene la grave enfermedad de mi padre, que muere a los tres meses de ser hospitalizado por un cáncer de estómago, y otra vez la desgracia vuelve a su vida. Ahora se tiene que enfrentar a la vida sin parapetos. Los hombres que más quería en su vida habían fallecido. Todo esto hizo que mi madre fuera una mujer acostumbrada al dolor, al sufrimiento, a vivir castigada por una vida sin demasiadas alegrías.
Debo decir que aunque algunas veces mi madre ha podido parecer fría y poco cariñosa suplía estas limitaciones con una entrega absoluta a sus hijos, una protección fuera de toda duda. Yo que soy el benjamín de la familia he podido gozar de esa entrega, de ese cariño "a su manera" y debo decir que soy el hombre que soy gracias a mi madre que supo inculcarme desde un código de honor, hasta la fe que profeso y todos los valores y virtudes que atesoro.
En estos días de fiestas navideñas ella las gozaba, le gustaban mucho aunque echara mucho en falta a seres muy queridos, que si la cena de Nochevieja, el almuerzo de Navidad, que si los Reyes..., con los Reyes ella se desvivía. Preparaba todo al milímetro y sacando de donde no había ese día todos teníamos regalos maravillosos. Era tal su generosidad que muchas veces, de chico, la he visto quitarse de comer para dárselo a sus hijos.
Hace un año sufrió un coma diabético en diciembre y se le repitió en febrero. Estuvo a punto de morir, los médicos no daban nada por su vida aunque lucharon lo indecible para salvarla, y Dios quiso que se recuperara. Por indicación médica la ingresamos en una residencia para asistidos donde vive desde hace poco más de un año. Está cuidada, mimada y es feliz, a su forma y manera, la tratan como una reina y, con su dulce carácter y con su cariño dado a borbotones, se ha hecho con el corazón de todas las cuidadoras y personal de la Residencia Gades II. Desde aquí le doy las gracias a Victoria, su Directora, y a todo el personal por el trato tan humano que dispensan a todos los residentes así como a los familiares que vamos a ver a nuestros seres queridos.
Ahora acaba de cumplir 84 años, me mataría si supiera que he dicho su edad, y la he mencionado expresamente porque quiero expresaros que todos los esfuerzos que pueda hacer para que mi madre esté bien atendida serán pocos para los que ella ha echo conmigo. Desde aquí le doy las gracias a mi mujer, Hetepheres, por su incondicional apoyo en todas las decisiones que tuve que tomar en la soledad más extrema y por ser el pilar donde me sostengo, también a Conchi, mi suegra, porque siempre está ahí prestándonos su ayuda, a mi querido amigo Gaspar Garrote Cuevas por ser, en muchas ocasiones, confidente de sentimientos, gracias Gaspar por estar siempre y,como no, a mi Director Espiritual D. Manuel Orta Gotor que fue el bálsamo que necesitábamos para todas las heridas que llevábamos impresas en el alma.
Este último post del año dos mil once está dedicado a una mujer valiente que ha dado todo sin recibir nada a cambio. Ahora es el momento de recoger todos los frutos de sus desvelos, ahora es cuando tenemos que darle y hacer todo lo que esté en nuestras manos para que no le falte de nada y tenga, dentro de sus grandes limitaciones, una buena calidad de vida. Siempre digo y defiendo que las cosas se tienen que hacer en vida. ¡En eso estamos!
Mamá, muchas gracias por todo lo que has hecho por mi, por todos tus hijos. Los grandes sacrificios, tu entrega desmedida, tu generosidad desbordante no habrá nunca el modo de pagarlo en su justa medida. ¡Gracias por ser tan buena madre!