Termina un nuevo año y por consiguiente comienza otro...
Termina un año que habrá tenido de todo, como en botica, y de cuyas enseñanzas sería conveniente aprender pues luego caemos infinitamente en la misma piedra...
Mi último artículo de este año 2019 tiene una especial dedicatoria y lleva por título "Signore delle cime".
Con él os deseo todo lo mejor para 2020.
Jesús Rodríguez Arias
SIGNORE DELLE CIME
“Señor de las cumbres” es una conocida canción italiana de plegaria fúnebre compuesta por el conocido compositor, organista y director Giuseppe De Marzi en 1958 cuando tenía 23 años en homenaje a Bepi Bertagnoli que había muerto por un alud en la montaña en 1951.
Es una canción extraordinariamente bella, de esas que te embelesa el alma siempre y más cuando te hayas sentado en la cima de una montaña admirando cómo se abre el horizonte ante ti, donde los árboles se quedan pequeños, sientes como el viento hecho brisa rompe contra la roca y observas el lento planear de los buitres que hacen piruetas en ese cielo que está demasiado cerca de ti.
Sí, Signore delle cime es ideal para escucharla siempre pero adquiere todo su sentido, su vigencia, si tienes el inmenso privilegio de poderla degustar sentado en la cima de cualquier montaña.
Debo reconocer que alguna vez la había escuchado pero siempre de pasada como otras cosas en la vida pero supe de su real belleza tanto en la música como en el canto cuando una vez estando subido a “nuestra” montaña mientras permanecía absorto en mis pensamientos, admirando la envoltura natural del horizonte que se abría imponente ante mí y ese buitre rompía el aire con su majestuoso vuelo. Si, fue entonces en el silencio más absoluto cuando empecé a escuchar esta canción que hizo encoger el alma a base de sentimientos y hondas emociones. No sabía de dónde venía, estaba tan abstraído en mi mundo que me había olvidado del resto.
Y allí estabas tú, sentada en unas rocas más abajo, con la mirada también perdida en tus pensamientos mientras rezabas la particular oración que es en sí la letra de esta canción. Allí estaba tú saboreando tu momento en la que consideramos “nuestra” montaña, tan ausente de todo y todos, tan entregada a tus recuerdos, vivencias y emociones que forman en sí la Esperanza. La pusiste varias veces más, menos mal que a esa altura todavía había cobertura, y en esos minutos, no me preguntes cuantos fueron, el tiempo se paró cuando te volviste con una sonrisa y esos ojos siempre alegres y me miraste como si me dijeras en silencio: Escucha y siente lo que yo siento…
Por eso cada vez que escucho esta canción que para nosotros no tiene ese originario carácter fúnebre sino más bien espiritual me tengo que acordar de ti a la fuerza porque en tu sonrisa, en tu mirada, se pierde ese horizonte que hasta entonces nunca alcanzaba.
Queda poco tiempo para que finalice este 2019 que ha sido difícil y ciertamente correoso, un año no tanto para saborearlo sino recordarlo para sacar las oportunas enseñanzas que nos ha ofrecido, un año para olvidar en muchos sentidos, un año más en el camino de nuestras vidas.
Y lo mejor de este 2019, que se irá cuando fenezca el 31 de diciembre con sus festivas campanadas y las doce uvas de rigor formen parte de nuestra historia particular has sido tú, Hetepheres, porque me has recordado lo que es sacar fuerzas de flaquezas, plantar cara a la vida, intentar abrir esa recóndita ventana que ilumine esa oscuridad que muchas veces nos envuelve. Eres una mujer admirable, positiva, amable, cálida, cercana, que se coge a la mano de Dios para que no la suelte cuando se desmorona incluso los cimientos de la propia fe…
Te decía el otro día que tu mirada lo iluminaba todo y esa mirada es la que me cautivó hace más de catorce años, cuando te conocí por vez primera, la que se encontró con la mía ese 1 de septiembre de 2007 cuando recibimos el sacramento del Matrimonio en la jerezana Iglesia de San Juan Bautista de Los Descalzos, esa mirada que me buscó cuando sentados en lo más alto de “nuestra” montaña sonaba esta canción o esta misma mañana en la Atalaya cuando nos dimos nuestro particular beso de buenos días.
Sí, quería dedicarte mi último artículo de este año 2019 pero no sabía la forma, es muy difícil escribir de quien amas, pero supe como cuando cerré los ojos y te vi en lo alto de la montaña escuchando para tus adentros Signore delle cime.
Feliz 2020 a todos sin excepción.
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