Pedro M. Espinosa
El bullicio en el interior de Santa Cruz poco antes de las tres de la tarde tiene varias lecturas. De una parte, que en esta ciudad es complicado mantener el silencio por mucho que haya un Cristo yacente cerca; el segundo, que la cofradía del Santo Entierro ha crecido de manera exponencial en los últimos años y que aquellos tiempos complicados en que la hermandad apenas si podía garantizar su supervivencia son cosas del pasado.
La Catedral Vieja se ha llenado este sábado de penitentes, de representantes de otras hermandades y de autoridades para asistir a la procesión del Cristo yacente y su madre, la Virgen de la Soledad, imponente con la cruz a su espalda. La Sagrada Urna, una auténtica joya del patrimonio de nuestra semana mayor, único vestigio de los pasos del siglo XIX que siguen procesionando en la ciudad, recorrió Cádiz con 12 mujeres en su interior a las órdenes del capataz Juan Otero Calderón. Hacía más de una década que esta experiencia de que sean mujeres las que empujan la urna plateada del señor no se repetía. Fernando Malines, hermano mayor del Santo Entierro, se encargaba de organizar el cortejo junto al fiscal de la cofradía, a la vez que destacaba el aumento en el número de hermanos que procesionan. “No hace tanto tiempo aquí éramos cuatro gatos, y sin embargo hoy día da gusto ver como el cortejo se va formando. Esto es una satisfacción para nosotros”, indicó.
En el cortejo había también numerosa presencia de niños pequeños, incluso de una sección de paveros que desfilaron delante del paso de la Dolorosa. “Para esto también nos ha ayudado el cambio de horario. El salir a las tres de la tarde nos permite que muchos de estos niños puedan acompañarnos”.
Entre las autoridades presentes, Agustín Muñoz, subdelegado del Gobierno en Cádiz;el subdelegado de Defensa, o miembros de la Corporación municipal como Teófila Martínez, Juan José Ortiz, Bruno García, Fátima Rodríguez y María José Rodríguez. Además, Juan Carlos Jurado, también acudió a Santa Cruz para procesionar como presidente del Consejo Local de Cofradías y Hermandades.
Una vez que la Sagrada Urna comenzó a avanzar sobre sus ruedas hacia la puerta de Santa Cruz, la banda de música Julián Cerdán, de Sanlúcar de Barrameda, entonó los compases de la magnífica marcha Ha muerto. Tras la maniobra que dejó a la urna en la cuesta de la calle Cristo de la Misericordia, enfilando hacia Fray Félix, comenzó a sonar la capilla musical, también integrada por componentes de esta banda.
Posteriormente, Ramón Velázquez dirigió a los hombres que portaron a la Virgen de la Soledad, en una maniobra que sí que resultó muy complicada y que obligó a los cargadores que iban en la popa del paso se agacharan al máximo para que la cruz del Señor no golpeara la puerta. Con la música de la marcha Virgen del Valle inició su elegante procesionar por las calles gaditanas con el sol aún en todo lo alto y sin riesgo de lluvia.
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