Modera la expresión de tus sentimientos, mantenlos en el cauce de la serenidad. Vividos desde la naturalidad, la moderación y la templanza, tu alegría, tu entusiasmo, tu pena o tu dolor harán que los demás se adhieran a ti y compartan sus emociones. Vividos desde la exageración, transmitido con una expresión forzada, los sentimientos se distorsionan: Donde hay alegría se percibe euforia vehemente, donde hay entusiasmo, obsesión ofuscada; donde hay pena, hipocondría melancólica, y donde hay dolor, teatralidad funesta.
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