martes, 3 de octubre de 2017

"DELANTE DE JESÚS DA IGUAL COMO SEAS"




Alejandra Polo, salmantina de 25 años, lleva desde los tres años en Fe y Luz, comunidades de encuentro para personas con discapacidad, sus familias y amigos, donde se comparte amistad, se reza juntos y se celebra la vida. Su compromiso, a lo largo de los años, ha ido creciendo con esta realidad, hasta el punto de convertirse en una de las caras juveniles del movimiento en nuestro país. Este verano participó en el encuentro internacional de jóvenes menores de 30 años de Fe y Luz que se celebró en Guardamar (Alicante)
Llevas toda la vida en Fe y Luz.
Empezó en Salamanca hace 25 años y yo llevo 21.
Viene de familia, ¿no?
Tengo una tía con síndrome de Down y siempre hemos estado muy implicados. Al principio, evidentemente, iba porque me llevaban, pero a medida que pasaron los años fui creciendo en la fe dentro de esta comunidad concreta. Incluso hice mi Primera Comunión en una peregrinación a Lourdes durante una Semana Santa. No hubo ni traje ni banquete. La celebración la hicimos con lo que nos pusieron aquella noche en el hotel.
¿Y luego?
Con la adolescencia llegaron las crisis. Me preguntaba qué hacía ahí y me alejé un poco, aunque nunca del todo. Me afectaba mucho lo que me decían mis amigos, que si era una secta, que vaya nombre… Más adelante lo fui retomando sola y ahora mi compromiso es mucho más fuerte; de hecho, no entiendo mi vida sin mi comunidad. También he crecido mucho a través de la pastoral juvenil de la diócesis de Salamanca, pues ayuda mucho el encontrarte con otros jóvenes que, como tú, creen en Dios.
¿Qué te aporta en tu vida de fe una persona con discapacidad?
Lo que me gana es su naturalidad. En Fe y Luz me siento a gusto porque no tengo que disimular. Puedes ser tú mismo. Eso es lo que te enseñan. No tienen otra cara, son como son, y viven su fe con naturalidad. Nunca les verás renegar o callar sobre la fe delante de sus amigos, porque para ellos es un orgullo. Esa naturalidad que tienen es la que creo que buscaba Jesús en la Iglesia. Una Iglesia en la que no tengas que aparentar, en la que todo el mundo vale, donde todos son igual de bien recibidos. Delante de Jesús, da igual cómo seas.
¿Cómo es tu comunidad?
Somos la más joven de las cinco que hay en Salamanca, porque tenemos a seis menores. Tiene, además, la particularidad de que muchas personas vienen de distintos pueblos, con sus dificultades y ventajas. Pero lo más importante es que aquí nadie es rechazado, ni uno es más que otro… Todos tenemos algo que aportar a los demás. En Fe y Luz no se viene a ayudar a las personas porque tienen discapacidad, como en una ONG, sino a compartir la vida y a que te ayuden. Muchas veces los prejuicios son nuestras discapacidades.
¿Y las celebraciones?
Son muy animadas y participativas: cantamos mucho, el Evangelio es interpretado con teatro o mímica para que lo entiendan… Participamos todos. Es cierto que el centro de Fe y Luz son las personas con discapacidad, pero también asisten los familiares o amigos.
¿Qué te dicen tus amigos que no creen o están alejados de la Iglesia?
Les choca mucho esta opción y, muchas veces, lo entienden como un voluntariado. Pero va mucho más allá.
Has estado en Guardamar, con jóvenes de otros países de Fe y Luz. ¿Cómo ha sido la experiencia?
De una gran esperanza. Hablamos de una Iglesia en la que no hay jóvenes y yo me he encontrado todo lo contrario. Una juventud creyente y comprometida. Allí estábamos los que tenemos un compromiso más o menos estable, pues se intenta que seamos nosotros los que empecemos a tomar las riendas. Porque la mayoría de los responsables de Fe y Luz son personas mayores.
Dentro de un año se celebra un Sínodo de obispos sobre jóvenes. ¿Qué le pedís a la Iglesia?
Una de las cosas que más sonó durante el encuentro fue el tema de la responsabilidad, porque no se termina de confiar en los jóvenes. Cuando te ofreces, pero pasas desapercibido o no te dejan tomar parte, al final abandonas. Hay miedo a que los jóvenes tomen decisiones en la Iglesia. Todos los queremos, pero si quieren hacer algo… ya veremos. Y si te dejan preparar algo, luego te lo cambian.
Fran Otero Fandiño

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