Bueno, pues a partir de
hoy martes 5 de septiembre prometo
ponerme las pilas y empezar a hacer caso a los médicos, a mi familia, a mis
amigos y a mis enemigos que también los tengo.
Todos me aconsejan que pare,
que tome la vida de otra manera, que me tengo que cuidar y dejar cuidarme, que
mi salud esta a pique de un repique y con tantos “frentes” abiertos es difícil
controlar una situación algo descontrolada.
Los médicos, la familia, los
amigos, lo hacen porque me quieren y desean sobre todo el que mi salud vaya
para adelante, que el camino es presumiblemente largo y no hay que acortarlo de
forma premeditada por tantas refriegas que a la corta o la larga son disgustos
que desgastan los cimientos del bienestar.
Los enemigos, que también los
hay, los que me quieren mal, los que intentan difamar por medio de burdas
mentiras, de interesada medias verdades que sacadas de contexto hacen ver de ti
que eres no solo un engaño sino que no eres de fiar. Esos no quieren mi salud,
ni mi bienestar, a ellos les importa una higa que esté mejor o peor sino que su
interés por mi salud, por mi tranquilidad, es el miedo a que hable, a que diga
lo que sé y pienso porque todos esos que se inventan mil historias, algunos con
perfiles falsos en las redes, les diré que sé quienes son cada uno de ellos,
que los tengo en la mente, y que otras personas también saben quienes son por
si mi salud se resquebrajara demasiado y no es bueno dejar en el olvido a quienes
se han “interesado” tanto por mí porque entre otras cosas no sería darle la
importancia que ha tenido su acción con uno mismo o contra personas que quieres
y respetas. Nunca olvidemos que la mentira tiene las patitas muy cortas, que se
pueden refutar con la verdad, y además haciendo uso de ese dicho tan popular
que “la policía no es tonta” y que todos en algún u otro modo estamos sometidos
al imperio de la ley.
Pero voy a mirar por mí y lo voy hacer con plena conciencia, con rigurosidad, por obligación pues mi salud no
está para tirar cohetes. Por mí y por las personas que me quieren pues por los
demás los que desean que me calle por miedo a que se descubran sus
podredumbres, por esos no lo hago, a estos ya se les irán cayendo la mascara
que llevan fijada con papel celo.
Después de venir de la última
revisión con unas pautas muy marcadas no pude ponerlas en práctica pues la
muerte de mi madre me cogió por sorpresa y también hay que decirlo me llenó de
dolor aunque sé que ella goza de la Paz y la Felicidad que es estar junto a
Dios. En esa Esperanza que es mi Fe me agarro para sobrellevar su falta.
Han sido días de no parar ni
un momento, de muchas gestiones, de horas sin dormir asomado al balcón de esa
mi atalaya mientras miraba el negro firmamento solo roto por aquel lucerillo
del alba que nos avisa a todos que estamos en Villaluenga del Rosario. Han sido
muchos días con el corazón en carne viva ante tantos y tantos recuerdos,
momentos, circunstancias que se te venían a la mente y todos con inmensa
gratitud pues mi madre fue una mujer ejemplar que me enseñó a ser quién soy, me
inculcó ese código de honor que llevo a rajatabla en mi vida, me introdujo en
el camino de la Fe e intentó por todos los medios que su hijo fuese una buena
persona cosa que no sé a ciencia cierta si lo ha conseguido.
Ayer por la tarde se celebraba
su Misa Funeral en la Iglesia Conventual del Carmen de San Fernando, lugar del
que fue vecina desde su nacimiento pared con pared, donde echó sus primeros
pasos, donde desarrolló gran parte de su vida y también la nuestra pues debo
reconocer que me conozco, al menos conocía, casi todos los recovecos de este
Convento de los Carmelitas Descalzos que a la es el Santuario de la Virgen del
Carmen, Madre y Patrona de toda La Isla.
Ayer en una preciosa Misa
presidida por el Padre Francisco Víctor y concelebrada por varios sacerdote y
por el diácono permanente y querido amigo de los de verdad como es José Manuel
Camacho Somoza pudimos rezar juntos por su eterno descanso y también el recibir
el inmenso cariño de tantos buenos amigos, tantos hermanos en la fe, tantos
como los que allí estuvieron y los que no pudieron pero lo hicieron por medio
de la oración, del recuerdo y de esas palabras escritas o habladas que me
enviaban mediante emocionados mensajes.
Sí, al final del Funeral vi
más claro que nunca que debía pisar el freno, que debía empezar con todas las
recomendaciones médicas, que con la ayuda de Dios y de los que me quieren debo
empezar a ir mejorando lo que pueda mejorar en mi desgastada y delicada salud.
Esto no quiere decir que
cambie, que deje de pensar como lo hago, que deje de opinar lo que opino, que
deje de ser yo. Prometo meterme en menos berenjenales, intentaré por todos los
medios no entrar en ninguno, salvo que sienta ese desgarro que es la traición,
el ataque pueril hacia lo que creo, hacia quienes quiero y también respeto
Uno me decía hace unos días
que hay que intentar perdonar y olvidar porque si no estaríamos metido de lleno
en la falsedad, en la hipocresía y en parte tiene razón aunque la mayoría que
lo dice ni perdona ni olvida y esa es su forma de atacar a quienes creemos de
verdad en el Perdón. Olvidar cuesta más pero no porque no se haya perdonado
sino porque la traición en una herida en el alma y todos sabemos que para eso solo
hay una tirita: Dejar actuar a Dios en la propia historia de tu conversión y
quién por Cristo se deja convertir si puede decir que el perdón es lo mismo que
olvido pero antes hay que dejarse “enganchar” por Dios.
Suelen ser los que están en
posesión de la “verdad absoluta” los que se atreven a dirigir hacia ti el dedo
inquisidor, a juzgarte sin defensa ni alegato posible, los que se atreven a dar
lecciones a todos pero que ellos particularmente no siguen.
¡Dios nos libre de los
dogmáticos que solo ven la paja en el ojo del vecino y no la carcomida viga que
tienen en el suyo!
Bueno, lo dicho, que hoy 5 de
septiembre es obligado comenzar de nuevo aunque cueste lo indecible.
El que quiera hablar conmigo
estoy a su entera disposición, como siempre, y el que quiera hacerlo de tú a tú
lo espero en mi Atalaya, en Villaluenga del Rosario, donde me encuentro en casa
y soy tan feliz. Mi casa está abierta a todos, a cercanos y lejanos, a los que
piensan como yo u opinan todo lo contrario pues la casa de uno es su corazón y
en el mío hace ya mucho que dejé entrar a Dios que es mi consuelo, mi descanso,
mi valor y mi Esperanza.
Sí, a partir de hoy tengo que
empezar de nuevo para ir recuperando la salud pero eso no es óbice para estar
donde debo y con quienes quiero y me necesitan.
Un abrazo a todos y gracias
siempre por vuestro apoyo.
Jesús Rodríguez Arias
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