Una sala repleta de profesores, padres y familias celebraba con los chicos del Terra Santa College de Belén el día de la entrega de diplomas. Cincuenta y ocho alumnos han terminado sus estudios de humanidades, ciencias o en hostelería.
La ceremonia de entrega de diplomas se llevó a cabo en el gran salón de la escuela, en cuyo escenario se sentaban los graduados, vestidos con la típica toga académica. Tras los discursos de agradecimiento, con música de fondo y solemnidad, eran llamados uno a uno para recibir públicamente su diploma. Mucha emoción en la sala, entre las cámaras fotográficas, sentimientos y aplausos. «Es un gran día para los chicos, porque han alcanzado un hito importante – decía fray Marwan, director de la escuela -. No todos quieren ir a la universidad, pero todos quieren un futuro mejor y esta es la etapa inicial para un futuro mejor».
Después de la ceremonia, la escuela ofrecía un aperitivo, para festejar la ocasión con comida y bebida. «Los años que pasé aquí fueron maravillosos», cuenta un ex alumno que asistía al evento. La misma alegría se percibía en las risas de los jóvenes, llenos de euforia por el fin de curso escolar y por el logro alcanzado. Anthony, uno de los recién diplomados, repite solo que es feliz por poder celebrar este día. Rhami, por su parte, cuenta: «He estudiado la rama de ciencias, porque quiero ser médico. Está aquí conmigo toda mi familia y mi hermana. Ha sido un año difícil pero muy bonito».
Este es el primer año en que el Terra Santa College de Belén ha incluido la especialidad de hostelería, ofreciendo a sus alumnos nuevas posibilidades para cultivar su pasión. Los profesores de asignaturas normalmente curriculares, como árabe e inglés, son los de la escuela, mientras que para el resto de materias se seleccionaron profesores formados como director de hotel, junto con la colaboración fundamental de un chef entre los más famosos de Belén. Han sido muchas las satisfacciones, aunque no han faltado las dificultades, como explicaba fray Marwan: «Sobre todo al final ha sido algo difícil, porque los chicos estaban desorientados. Todo era nuevo para ellos: tenían exámenes escritos, exámenes orales y exámenes prácticos. Les daba miedo suspender, pero se han portado de maravilla». Una vez finalizada la escuela secundaria, los alumnos no son abandonados: «Las salidas futuras que proponemos son dos: la Universidad de Belén para estudiar Dirección de Hotel y la Real Academia, una escuela de Jordania para prepararse como chef. En ambos casos, solo serán admitidos si superan las pruebas de acceso, pero creo que los chicos están preparados».
También asistió a la entrega de diplomas el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton: «Sin una buena escuela no puede haber ni un futuro para los jóvenes ni tampoco un futuro para el país en el que viven». El custodio, presente en la misma ceremonia de las escuelas de Jericó y de Jerusalén, se mostraba entusiasmado por el trabajo realizado y hablaba del valor de la escuela. «El verdadero examen nos lo hace siempre la vida – decía -, pero si uno ha aprendido que gracias al compromiso y el esfuerzo puede obtener resultados, en el momento oportuno apretará los dientes y recogerá los frutos de su esfuerzo». En la escuela se enseña a pensar, para no ser manipulados, la escuela es un lugar donde se superan los prejuicios que se puedan tener por las diferentes pertenencias. Fray Francesco Patton sostiene: «En un ambiente como este, la escuela es una de las contribuciones más importantes para la paz».
Beatrice Guarrera
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