Santiago parecía condenada a pasar una Navidad más sin nacimiento en la calle, pero el Movimiento Cultural Cristiano (MCC) lideró una movilización ciudadana y presentó una original propuesta al alcalde
El Estado es laico. La sociedad, no. Desde este convencimiento el MCC plantea que debe ser «el pueblo creyente» quien se encargue de exponer belenes con la Navidad, «y por eso hemos pedido al alcalde que subsidiariamente, como es su tarea, garantice y proteja estos actos». Porque «queremos ser protagonistas de la vida política y social de la ciudad, no observadores y consumidores de ella y queremos que nuestros símbolos navideños respeten el espíritu que les da sentido», afirman desde el MCC.
Prácticamente todas las parroquias de la ciudad, algunos comerciantes y cientos de vecinos firmaron una petición a las autoridades municipales, explica el militante del MCC Juan Sabín. «Lo que teníamos claro es que no íbamos a dejar que esto se politizara». Después del descontento del año pasado por la ausencia de un belén, «algunos medios han intentado hacer polémica, pero nosotros inmediatamente nos hemos desmarcado».
Recogidas las firmas, el MCC pidió una reunión al alcalde, Martiño Noriega, de la coalición de izquierda Compostela Aberta. Le explicamos que mucha «gente pide el belén en la calle», y aunque él inicialmente «parecía algo escéptico, fue cambiando de actitud cuando le expusimos que íbamos a representar a Jesús, María y José como una familia de emigrantes pobres en busca de refugio, igual que millones de personas hoy en el mundo. O que fuéramos a hacerlo todo con material reciclado», cuenta Juan Sabín. Pero sobre todo –añade–, «la clave fue que esto es una iniciativa ciudadana. Ante este argumento él fue muy respetuoso».
El 22 de diciembre se celebró un acto para instalar el belén en la plaza del Obradoiro, en el que no faltaron villancicos ni palabras de recuerdo hacia los más desfavorecidos del planeta. Hasta ahora, no se han producido actos de vandalismo, a diferencia de lo que sucedió en 2015 con el pequeño nacimiento que puso en el mismo lugar el MCC.
El belén ha contado con muchos partidarios, pero también con detractores. «¿Que algunos esperaban un belén más tradicional? Quienes esperaban un reclamo del comercio u otra atracción turística quizás se sientan decepcionados por la estética», afirman desde el MCC.
La idea, en todo caso, era dejar algún tipo de constancia pública del sentido verdadero de la Navidad. Para el próximo año, quedan invitados «cuantos quieran a aportar ideas, materiales y trabajo, y seguro mejoraremos esta sencilla obra».
Lo que ha calado ya en Compostela, a juicio de Sabín, es que «poner el Nacimiento es una responsabilidad nuestra, de los creyentes. No debemos esperar que un Ayuntamiento lo haga por nosotros».
Ricardo Benjumea
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