2016-12-26 Radio Vaticana
(RV).- Con motivo de la fiesta litúrgica de San Esteban, la Plaza de San Pedro volvió a acoger a varios miles de fieles y peregrinos de numerosos países para un nuevo encuentro con el Papa Francisco a la hora del Ángelus.
Ante todo el Santo Padre afirmó que la alegría de la Navidad también en esta ocasión colma nuestros corazones, mientras la liturgia invita a celebrar el martirio del primer mártir, quien con su sacrificio – dijo – nos ha dejado un testimonio glorioso, puesto que padeció por amor a Jesucristo. Martirio que – añadió – sigue estando presente en la historia de la Iglesia a partir de Esteban y hasta nuestros días.
El Papa Bergoglio se refirió a la contraposición que existe entre la mentalidad del Evangelio y la mentalidad mundana. Y reafirmó que “seguir a Jesús quiere decir seguir su luz, que se ha encendido en la noche de Belén, y abandonar las tinieblas del mundo”.
Del diácono Esteban protomártir el Obispo de Roma destacó obedeciendo al Señor, que es vida y luz para todo hombre, él mismo se convirtió en víctima del misterio de la iniquidad presente en la tierra, si bien ha vencido en Cristo.
De la misma manera – prosiguió Francisco – también hoy la Iglesia, para testimoniar la luz y la verdad de Jesús experimenta en tantos lugares duras persecuciones hasta la suprema prueba del martirio. Y dirigió su pensamiento de padre a los numerosos hermanos y hermanas que en la fe padecen atropellos y violencia, y que son odiados a causa de Jesús. Por esta razón, el Pontífice invitó a pensar en ellos a sentirlos cerca con nuestro afecto, nuestra oración y también con nuestro llanto.
Sí, porque a pesar de las pruebas y de los peligros – dijo el Papa – ellos testimonian con valor su pertenencia a Cristo y viven el Evangelio comprometiéndose en favor de los últimos, haciendo el bien a todos sin distinción y testimoniando la caridad en la verdad.
Francisco sugirió renovar la gozosa y valerosa voluntad de seguir fielmente al Hijo de Dios, viviendo con perseverancia según la mentalidad evangélica y rechazando la de los dominadores de este mundo. Y concluyó dirigiendo su oración a María Santísima, Reina de los mártires, para que nos guíe y sostenga en nuestro camino de seguimiento de Jesucristo – testigo fiel de Dios Padre – a quien contemplamos en la gruta del pesebre.
Después de rezar a la Madre de Dios, en el clima de alegría cristiana que promana de la Navidad, el Santo Padre saludó y agradeció la presencia de tantos fieles, romanos y peregrinos procedentes de diversas naciones, para renovarles sus deseos de paz y serenidad.
El Papa les deseó a todos ellos y a sus familias, que transcurran días de alegría y fraternidad, especialmente a quienes se llama Esteban o Estefanía.
También recordó que durante las últimas semanas recibió numerosos mensajes de todo el mundo, y dado que no es posible responder a cada uno, el Obispo de Roma expresó en esta ocasión su agradecimiento de corazón, especialmente – dijo – “por el don de la oración”, y por quienes pidió que el Señor les recompense con su generosidad.
¡Feliz fiesta! – concluyó diciendo Francisco – y “por favor – añadió – no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Texto y audio completo de las palabras del Papa en el Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La alegría de la Navidad colma también hoy nuestros corazones, mientras que la liturgia nos invita a celebrar el martirio de San Esteban, el primer mártir, invitándonos a recoger el testimonio que con su sacrificio él nos ha dejado. Es el testimonio glorioso propio del martirio cristiano, sufrido por amor a Jesucristo; martirio que continúa a estar presente en la historia de la Iglesia, desde Esteban hasta nuestros días.
De este testimonio nos ha hablado el Evangelio de hoy (Cfr. Mt 10,17-22). Jesús preanuncia a sus discípulos el rechazo y la persecución que encontraran, y dice así: «Serán odiados por todos a causa de mi Nombre» (v. 22). Pero ¿Por qué el mundo persigue a los cristianos? El mundo odia a los cristianos por la misma razón por la cual ha odiado a Jesús, porque Él ha traído la luz de Dios y el mundo prefiere las tinieblas para esconder sus obras malignas. Recordemos que Jesús mismo, en la Última Cena, oró al Padre para que nos defendiera del maligno espíritu mundano. Hay contraposición entre la mentalidad del Evangelio y aquella mundana. Seguir a Jesús quiere decir seguir su luz, que se ha encendido en la noche de Belén, y abandonar las tinieblas del mundo.
El protomártir Esteban, lleno de Espíritu Santo, fue lapidado porque confesó su fe en Jesucristo, Hijo de Dios. El Unigénito que viene al mundo invita a cada creyente a elegir la vía de la luz y de la vida. Es este el significado de su venida entre nosotros. Amando al Señor y obedeciendo a su voz, el diácono Esteban ha elegido a Cristo, Vida y Luz para todo hombre. Escogiendo la verdad, él se ha convertido al mismo tiempo en víctima del misterio de la iniquidad presente en el mundo. ¡Pero en Cristo, Esteban ha vencido!
También hoy la Iglesia, para dar testimonio de la luz y de la verdad, experimenta en diversos lugares duras persecuciones, hasta la suprema prueba del martirio. ¡Cuántos de nuestros hermanos y hermanas en la fe sufren injusticias, violencias y son odiados a causa de Jesús! Yo les digo una cosa, los mártires de hoy son en número mayor respecto a los primeros siglos. Cuando nosotros leemos la historia de los primeros siglos, aquí, en Roma, leemos tanta crueldad con los cristianos; yo les digo: la misma crueldad existe hoy, y en número mayor, con los cristianos. Hoy queremos pensar en ellos que sufren persecuciones, y estar cerca de ellos con nuestro afecto, nuestra oración y también nuestro llanto. Ayer, en el día de Navidad, los cristianos perseguidos en Irak han celebrado la Navidad en su catedral destruida: es un ejemplo de fidelidad al Evangelio. No obstante las pruebas y los peligros, ellos testimonian con valentía su pertenencia a Cristo y viven el Evangelio comprometiéndose en favor de los últimos, de los más olvidados, haciendo el bien a todos sin distinción; testimonian la caridad en la verdad.
Al hacer espacio dentro de nuestro corazón al Hijo de Dios que se dona a nosotros en la Navidad, renovemos la gozosa y valiente voluntad de seguirlo fielmente como único guía, perseverando en el vivir según la mentalidad evangélica y rechazando la mentalidad de los dominadores de este mundo.
A la Virgen María, Madre de Dios y Reina de los mártires, elevemos nuestra oración, para que nos guie y nos sostenga siempre en nuestro camino en el seguimiento de Jesucristo, que contemplamos en la gruta del pesebre y que es el Testimonio fiel de Dios Padre.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)
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