MADRID, 27 Dic. 16 / 09:48 am (ACI).- El P. Ángel Briz ha acompañado al ejército español en la base de Besmayah, Irak, durante una movilización de seis meses. A 57 grados el P. Ángel celebraba dos Misas al día y todos los jueves exponía al Santísimo para que los militares que lo desearan pudieran rezar ante Jesús Sacramentado.
A pesar de que muchos decían ser ateos, el joven sacerdote asegura que ver el mal cara a cara y la muerte tan cerca hace que “en la trinchera todo el mundo crea en Dios”.
“Los militares son muy buenos, hay muchísimos valores dentro de la vida militar como la abnegación y el sacrificio, que al final es negarse a uno mismo y marchar donde toque”, explica el joven sacerdote que volvió de su primera misión en zona de guerra en la base de Besmayah en Irak hace pocas semanas.
“Algunos dicen que no creen, yo siempre respondo haciendo un juego de palabras que lo suyo no es una fe de infantería, sino de infante que todavía no había madurado, pero luego te buscan y te preguntan muchas cosas porque en la trinchera todo el mundo cree. Ves la muerte tan de cerca que es imposible que no te hagas preguntas trascendentes”, cuenta a ACI Prensa.
Este joven sacerdote de 36 años acompañó a las tropas españolas en un campamento de instrucción para las tropas iraquíes en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS), pero a pesar de haber estado en un país en guerra aseguró a ACI Prensa no tener miedo a la muerte, “porque yo creo en la Resurrección de la carne y en la vida eterna y eso es lo que tenemos que predicar los capellanes castrenses y no otra cosa”.
Entre sus cosas llevó una imagen de la Virgen de los Desamparados, Patrona de Valencia y otra de la Virgen del Pilar, Patrona de Zaragoza, porque la mayoría de los militares de ese destacamento procedía de esas dos ciudades españolas.
Según explica, las palabras de San Vicente Ferrer: “Timete deum”, (Temed a Dios) siempre le han hecho pensar que lo único de lo que hay que tener realmente miedo no es a la muerte sino a “no hacer la voluntad de Dios”.
“Lo que está pasando ahora no es nada nuevo, es la actualización del mal que va cambiando según las épocas. Pero nuestros primeros mártires murieron de la misma manera”, por eso insiste en que es indispensable “rezar, confiar y no rendirse nunca ante el mal”.
En un país en guerra, conviviendo con las tropas que plantan cara al ISIS, el P. Briz asegura que tan solo tiene un arma. “El rosario es mi arma. Este me lo trajeron de Tierra Santa y lo tengo ya gastado, pero con él voy a todos los lados”, asegura con humor.
Bautismos y funerales
Además de celebrar dos Misas diarias para todos los militares que desearan asistir, algunos domingos incluso tres, bajo el calor de 57 grados celsius que marcaba el termómetro de la base, el Páter Ángel Briz exponía todos los jueves el Santísimo Sacramento para rezar ante Él y ha vivido momentos realmente impactantes.
“Se han confesado personas que llevaban toda la vida sin hacerlo, tan solo en la Primera Comunión. Han sido confesiones buenas, preparadas… También un militar decidió bautizarse, hizo las clases de preparación conmigo y tiene una fe que ya quisiéramos muchos. Sin duda es la gracia del Espíritu”.
Precisamente la preparación de ese bautizo coincidió con la muerte de uno de los militares españoles en un accidente durante las maniobras.
“Fue un momento muy duro, especialmente porque ellos eran muy amigos. Celebramos el bautizo el día que terminamos las Misas gregorianas por el fallecido. Recuerdo que le dije, ‘sé que él está en el Cielo y que como amigo tuyo cuidará de ti y de tu fe’”.
Con las tropas
Según explica, lo más importante es estar con su unidad. “El capellán tiene que estar con ellos, en lo bueno y en lo malo. Muchas veces voy a correr con ellos para compartir esos momentos. Intento conocer el nombre de cada uno y también paseo por las zonas comunes y me paran y me preguntan”, relata.
El sacerdote destaca la generosidad de la unidad que acompañaba porque han conseguido recaudar 1.500 euros para destinarlo a obras sociales de reconstrucción de Oriente Medio. “Es dinero que cada uno de los militares se ha quitado de su bolsillo, de sus caprichos. En principio pensábamos dejarlo en Irak, pero después, viendo la situación tan complicada que afrontaba Alepo decidimos enviárselo a los franciscanos que viven allí y que ayudan a todo el que lo necesita”.
Durante los seis meses de instrucción de las tropas españolas a la iraquíes, la ciudad cristiana de Qaraqosh fue liberada del grupo terrorista Estado Islámico.
“La brigada iraquí que consiguió liberar la ciudad había sido entrenada por los españoles, por eso los iraquíes vinieron a nuestra base a darnos las gracias por la ayuda. Fue algo muy bonito”, recuerda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario