Obama, a quien no se le discute la elegancia, ha dicho algo muy burdo. Él, según él, le hubiese ganado las elecciones a Trump, a diferencia de Hilary Clinton. A toro pasado, todos somos Manolete.
Lo difícil de tomar decisiones es tomarlas sobre la marcha. Después, es muy sencillo ver cuáles fueron equivocadas y opinar que uno hubiese tomado otras, naturalmente. Con el agravante de que, si se hubiesen tomado esas otras medidas, habrían dado la cara otros defectos u otras consecuencias, y entonces otro o el mismo, desde la barrera, habría dictaminado que él habría hecho lo contrario, sin duda, y que entonces sí que habría ganado las elecciones. Ya. Esto pasa igual en una comunidad de vecinos y en la presidencia de Estados Unidos, por lo visto. Claro que en Obama, tan exquisito, sorprende más, y más aún cuando se le entienden las razones del comentario.
Porque, en realidad, está tratando de sacudirse la responsabilidad de que su gestión sea la que haya hecho que los demócratas se desinflasen frente a un candidato tan peculiar. Esto de sacudirse de encima la responsabilidad es otra constante universal. Pero ha sido tan fuerte su sacudirse que ha sacudido a más personas de la cuenta.
Incurre de nuevo en despreciar a Trump, como si el trompazo hubiese sido menudo. Si Obama hubiese sido el candidato, Trump habría apuntado contra él sus cañones dialécticos. Habría placado con vigor sus movimientos. Habría reaccionado a sus estrategias. Me da la sensación de que, en su autocomplaciente futurible, Obama no cuenta con que el rival lo hubiese sido de él y no de Hilary.
Con ella no es muy caballeroso, tampoco. La tacha de torpe. Es lo que tiene la vanidad: hace de los que rodean al orgulloso o víctimas o pedestales del alto concepto de uno mismo. A Obama le ha perdido el yo, mi, me, conmigo, esto es, el egocentrismo. Lo elegante hubiese sido lo contrario: reconocer ante Hillary que muchas de las medidas de su administración se lo pusieron un poco más difícil.
Más al fondo, es quizá aún peor. Obama, con su comentario, se instala en un patio de colegio. Al sugerir "si hubiese sido contra mí, Trump no habría ganado, pero fue contra ella" deja caer la sensación de que Trump fue un abusón. Lo que, por la inevitable cadena de los pensamientos asociados, transmite la idea de que las chicas, Hilary Clinton, en este caso, no son rivales tan temibles. Barack Obama no tuvo su mejor día.
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