La mirada tiene que ver con nuestro mundo emocional; puede reconstruir a una persona o hundirla para siempre. Puede hacernos sentir que somos dignos de respeto y consideración; sentirnos acogidos, libres, relajados, dispuestos a exponer lo que nos agobia. Puede hundirnos cuando es amenazante, cuando la mirada del otro esta juzgando negativamente lo que ve. Quien nunca mira a los ojos o desvía su mirada algo esconde detrás. Aprender a mirar supone entrenamiento en el equilibrio consigo mismo y con los demás. Aprender a mirar a los ojos es aprender a leer en el corazón.
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