El mundo no está bien y todas la plataformas
comunicativas, de información así como las redes sociales son un reflejo de la
situación que estamos viviendo. Si hace algunos años nada más que se leía y
veía pobreza y situaciones injustas ahora se ha pasado a la guerra, los
crímenes y aunque de otra manera o prisma también seguimos con las situaciones
injustas. Eso hace que las calles digitales donde nos solemos mover no tengan
demasiado color, ni alegría y menos esperanza.
Desde hace más de tres años me propuse dar luz a
base de la sencillez y la belleza de un pequeño pueblo enclavado entre montañas
que permanece por los siglos de los siglos cobijado por el Caíllo y donde se
puede gozar de lo extraordinario tanto en lo visual como en el tratamiento
humano. Sí, acostumbrado a un mundo demasiado frío el Señor me ofreció la
oportunidad de conocer un pueblo y a sus gentes que me recibieron desde el
primer día con los brazos abiertos y con el pasar del tiempo también me
abrieron para siempre el corazón porque eso tienen los payoyos que cuando te
ofrecen su alma es para es para toda la eternidad.
E inundé el mundo digital, las redes sociales, de
fotografías en las que no hay ni trampas ni cartón de la belleza majestuosa de
la inmensidad natural que nos rodea así
como la íntima, personal, cálida y cercana de los vecinos de un pequeño pueblo
radicado en medio de la montaña, que es una forma de decir que lo está en medio
del mundo, donde todos los días se levantan con las fuerzas que Dios les da
para sacar sus vidas que son las de sus Familias así como a Villaluenga del
Rosario hacia adelante.
Sí, en esos tiempos fue un contraste que rompía
todos los esquemas y que ahora son muchos los que gracias a todo eso, que es
una mínima parte de lo que me habéis aportado, se han enamorado de este lugar
al que no paran hasta llegar a conocerlo.
Villaluenga del Rosario es ahora inmensamente
conocido y no solo en nuestras fronteras, sino en multitud de lugares de
nuestra querida España así como en los más insospechados lugares del mundo.
Y es que hay que vivir, embriagarse, de un
amanecer de esos únicos e irrepetibles como los del puerto de las viñas, ese
majestuoso y cercano cielo azul solo teñido por una vaporosa nubecilla blanca
que da la sensación de poderla coger con solo alzar la mano, esas atardecidas
por la manga o cuando el sol se oculta impertérrito tras el Caíllo, o esa
niebla que aquí es tan densa que entra hasta en tu casa, o sentir llover de la
forma y manera que aquí se siente o perder la mirada en los blancos prados y
montañas cuando nieva en la que Villaluenga aparece como la más bella e
inimaginable postal donde en las primeras horas solo existen el azul y el
blanco.
¡Sí, así es Villaluenga del Rosario! ¡Sí, así es
como todos vosotros, mis queridos vecinos, me la habéis mostrado hasta hacerla
también un poco mía!
Y de la calidez, sencillez, humildad, generosidad
por los cuatros costados, alegría, sonrisa siempre en los labios, mirada
sincera, de las que no hay engaño, corazones de auténtico diamante que es la
mayor riqueza que uno puede ostentar en esta vida, voy a escribir porque en
estos valores, estas virtudes, quedan reflejados las personas a las que dedico
hoy mi artículo en SED VALIENTES que se escribe “desde y para Villaluenga”.
Ciertamente me es muy difícil hablar de mis
vecinos José Antonio, María así como sus hijos Antonio y Francisco porque no tengo vocabulario para expresar mis
sentimientos y profunda admiración hacia ellos. Es tanto su nivel de generosidad,
de servir a todos, de entrega, su gran corazón que este precioso cofre que es
la literatura es demasiado pequeño para albergar tanto.
Cuando digo mis vecinos los son en el sentido
literal del término pues estamos separados por tan solo una pared.
Es José Antonio un hombre bueno, de gran corazón
aunque lo tenga algo pachucho y conociéndolo no me extraña que en su día le
estallara porque albergar tanta bondad en el mismo tenía que explotar por algún
lado.
Hombre trabajador hasta el extremo para llevar esos
cuartos tan necesarios para su Famillia. Hoy, y desde hace ya un tiempo, ha
tenido que separarse de todo lo relativo a lo profesional pues su corazón le
dijo basta.
Ahora lo puedes ver dando impresionantes paseos,
haga el tiempo que haga, pues no puede ni debe permanecer en casa. Con su
caminar pausado, tranquilo, con ese gesto de vencer a cada paso a la misma
muerte, pienso que también es un superviviente, un aguerrido luchador que ha
cambiado de campo de batalla tras muchos años, o también lo puedes ver
partiendo frutos secos en tu terraza, haciendo sus recomendados ejercicios en
el “gimnasio” al aire libre que tenemos en el pueblo o apoyado en su balcón
perdiendo la mirada de sus recuerdos más allá de la montaña.
María es esa mujer fuerte, siempre tirada para
adelante, decidida y llena de vitalidad. Grande en bondad, entrega, capacidad
por servir y atender a todos con una inmensa sonrisa. Mujer enjuta de cuerpo
que siempre veo trabajando en casa, dedicada a su familia, a su gente o
sacándose los cuatro cuartos para que a los suyos no falte ni oro bendito.
De conversación agradable, sincera, amable y
siempre sonriente. Es una mujer desprendida y destaca precisamente por su
humildad, por no querer figurar en ningún sitio ni en ningún lugar. Por eso es
tan difícil de encontrar una fotografía y las que hay han sido por casualidad. Todavía
me acuerdo cuando en este verano, en unos días de vacaciones, me encontraba
regular del estómago, cosa que en mí es más que natural, y necesitaba tomar
algo que aplacara tantas molestias. Cuando salió al patio a tender la ropa y
nos saludó como siempre, le pedí si tendría una bolsita de manzanilla pues ya
era tarde y tanto Pepi como la Covacha habían cerrado. Nos dijo que no tenía en
casa pues no la usaban mucho y se metió para adentro.
No pasó ni siquiera diez minutos cuando apareció
con una bolsa de plástico en la mano que contenía varias bolsitas de manzanilla
así como algunas naturales. María había salido a buscar entre los vecinos de la
calle Curtido lo que tanta falta me hacía y que al final se lo proporcionó Ana,
querida amiga y vecina que trabaja como cocinera en La Posada. El tomar la
manzanilla supuso que mejorara mucho mi estómago.
¡Esa es María! ¡Esos son los vecinos de mi querido
pueblo!
Cuando digo que en Villaluenga del Rosario me
siento en mi Hogar es porque todos me hacen sentir así a cada momento y
circunstancia.
Aunque cuando veo a María más relajada es cuando
en el buen tiempo se sienta en su balcón a disfrutar del atardecielo mientras
mira de vez en cuando como la montaña va atenuando su color, el cielo se rasga
en mil tonalidades allá por la manga porque el sol hace horas que ya está
escondido tras el Caíllo. En ese justo momento, entre reglón y reglón del libro
que tenga entre manos, alza la mirada imaginándose ver el mar, la playa de la
cual es una verdadera enamorada y que muy de vez en cuando toca con sus manos y
pisas con sus propios pies.
Sus hijos Antonio, el mayor, y Francisco son vivos
retratos de sus padres. Jóvenes que les apasiona todo lo que tenga que ver con
su bendito pueblo. Máximos defensores de sus tradiciones y también, por qué no
decirlo, de sus devociones.
Antonio que trabaja junto a su primo Emilio,
llamados por todo Tachy, en la panadería de Benaocaz es un verdadero enamorado
de los toros y la tauromaquia. Lo mismo lo ves implicado al máximo en todos los
preparativos, organización así como ejecución en el Toro de Cuerda de
Villaluenga del Rosario que organiza cada año con el apoyo del Ayuntamiento la
asociación “José María Carrillo” así como disfrutando en los distintos toros de
cuerda de lo lugares que se celebren que puede ser Benaocaz, Grazalema,
Ubrique, El Gastor o asistiendo a cita congresual que todos se celebra en
cualquier punto de nuestra España. No es difícil el verlo en los archiconocidos
encierros que en Pamplona se organizan por San Fermín.
También es un gran apasionado a la caza y es de
los que se pierden por esos montes de Dios buscando la ansiada pieza que le ha
tocado en suerte.
Antonio es amigo de sus amigos y disfruta con
ellos en cualquier sitio y también lugar.
Francisco es el hijo pequeño aunque ya es todo un
muchacho y con sus diferencias en lo que es aficiones el mundo del toro y la
cacería también le atraen con verdadero fervor. A él lo puedes ver, por razones
de edad, disfrutando más de los preparativos pues ya habrá tiempo habrá de coger la maroma o la escopeta
porque ahora sus verdaderas prioridades deben ser las deben ser.
Sí, es verdad lo que la mayoría estáis pensando.
Es un verdadero regalo de Dios y de la Santísima Virgen del Rosario, de la que
son muy devotos, el tener como vecinos, de los de pared con pared, a José
Antonio, María, Antonio y Francisco pues no todos pueden decir que viven junto
a personas buenas y de gran corazón.
Gracias queridos amigos por ser como sois, un
verdadero ejemplo para tantos y sobre todo para mí pues con vuestra forma de
encarar y vivir la vida os habéis convertido en un referente personal.
Gracias por habernos abierto los brazos y hacernos
sentir en nuestro Hogar, gracias porque con vecinos como vosotros todos seremos
mejores personas porque vuestro testimonio de vida os precede.
Recibid un fuerte abrazo con mi cariño, admiración
y profundo respeto.
Jesús Rodríguez Arias
Las fotografías son de Tachy Barea, que también a
su manera participa en este particular regalo, así como la del perfil de María
en el WhatsApp o propias del archivo de SED VALIENTES.
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