El Papa, en el encuentro con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas keniatas, les ha advertido de que existe la tentación de seguir a Dios por ambición. Y les ha dicho que la Iglesia no es una empresa o una ONG, es el misterio de la mirada de Jesús sobre cada uno
Madrid, (ZENIT.org) Iván de Vargas | 388 hits
El papa Francisco se ha dirigido este jueves por la tarde al campo de deportes de la St Mary’s School en Nairobi, donde ha mantenido un encuentro con los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas de Kenia. A su llegada, el Santo Padre ha sido recibido por el superior regional de los Espiritanos y el párroco de la iglesia de San Agustín, que se encuentra dentro del mismo recinto escolar.
La reunión ha comenzado con el saludo de Mons. Anthony Ireri Mukobo, IMC, vicario apostólico de Isiolo y presidente de la Comisión para el Clero y los Religiosos de la Conferencia de Obispos Católicos de Kenia.
Poco después, el padre Felix J. Phiri, Mafr, presidente de la Conferencia de Superiores Religiosos de Kenia (RSCK) y la hermana Michael Marie Rottinghaus, presidente de la Asociación de Comunidades de Kenia (AOSK), han compartido su testimonio con el Pontífice y todos los presentes.
En su discurso improvisado en español, el Papa ha señalado que en el seguimiento de Jesucristo, sea en el sacerdocio, sea en la vida consagrada, se entra por la puerta. "La puerta es Cristo. Él llama, Él empieza, Él va haciendo el trabajo. Hay algunos que quieren entrar por la ventana. ¡No sirve eso!", ha explicado.
"Por favor, si alguno ve que un compañero o compañera entró por la ventana, abrácenlo y explíquenle que mejor que se vaya, y que sirva a Dios en otro lado. Porque nunca va a llevar a término una obra que no empezó Jesús por la puerta", ha advertido.
"El Señor nos cambia a todos, y Él comenzó su obra el día en que nos miró en el Bautismo. Y el día que nos miró después, cuando nos dijo, si tenéis ganas, venid conmigo. Y ahí nos metimos en fila y empezamos el camino. Pero el camino lo empezó Él, no nosotros", ha recordado. "Esto nos tiene que llevar a una conciencia de elegidos. Yo fui mirado, yo fui elegido", ha añadido.
A continuación, Francisco ha apuntado que "hay algunos que no saben para qué los llama Dios, pero sienten que Dios los llamó". "Vayan tranquilos, Él les hará comprender para qué los llamó", ha asegurado.
"Hay otros que quieren seguir al Señor, pero por interés", ha lamentado. "Acordémonos de la mamá de Santiago y Juan: 'Señor, te quiero pedir que cuando partas la torta le dés la parte más grande a mis dos hijos, uno a la derecha y otra a la izquierda'. Es la tentación de seguir a Jesús por ambición. Ambición de dinero, de poder", ha indicado.
"Todos podemos decir cuándo yo empecé a seguir a Jesús ni se me ocurrió eso. Pero a otros se les ocurrió. Y poco a poco te lo sembraron en el corazón como una cizaña", ha proseguido.
"En la vida del seguimiento de Jesús no hay lugar para la ambición, ni para las riquezas, ni para ser una persona importante en el mundo. A Jesús se le sigue hasta el último paso de su vida terrena, la cruz. Después Él se encarga de resucitarte", ha enfatizado.
Así, el Santo Padre ha afirmado que "la Iglesia no es una empresa, no es una ONG. La Iglesia es un misterio, el misterio de la mirada de Jesús sobre cada uno". "El que llama es Jesús; se entra por la puerta, no por la ventana; y se sigue el camino de Jesús", ha vuelto a decir.
"Jesús cuando nos elige no nos canoniza, seguimos siendo los mismos pecadores", ha apuntado. "Todos somos pecadores. Yo el primero, después ustedes. Pero nos lleva adelante la ternura y el amor de Jesús", ha subrayado.
Tras estas palabras, el Pontífice ha pedido a los presentes que "nunca dejen de llorar". "Cuando a un sacerdote, a un religioso o religiosa se le secan las lágrimas, algo no funciona. Llorar por la propia infidelidad, por el dolor del mundo, llorar por la gente que está descartada, por los viejitos abandonados, por los niños asesinados, por las cosas que no entendemos. Llorar cuando nos preguntan por qué. Ninguno de nosotros tiene todas las respuestas a los por qué", ha reconocido.
"Hay situaciones en la vida que solo nos llevan a llorar mirando a Jesús en la cruz. Y esa es la única respuesta para ciertas injusticias, para ciertos dolores, para ciertas dificultades en la vida", ha señalado.
"Cuando un consagrado o consagrada, un sacerdote, se olvida de Cristo crucificado... pobrecito, cayó en un pecado muy feo. Un pecado que le da asco a Dios, que le hace vomitar. El pecado de la tibieza", ha advertido. "Cuiden de no caer en el pecado de la tibieza", les ha exhortado.
El Papa también ha invitado a los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas a que "nunca se alejen de Jesús". "Esto quiere decir que nunca dejen de orar", ha explicado. "Si un consagrado deja la oración, el alma se seca, como esos higos secos. Son feos, tienen una apariencia fea. El alma de un religioso o un sacerdote que no reza es un alma fea". "¿Yo le quito tiempo al sueño, le quito tiempo a la radio, a la televisión, a las revistas, para rezar ? ¿O prefiero lo otro?", les ha preguntado.
Casi al final de su intervención, Francisco ha destacado que "todo el que se dejó elegir por Jesús es para servir. Para servir al pueblo de Dios. Para servir a los más pobres, los más descartados, los más humildes. Para servir a los niños y a los ancianos. Para servir también a la gente que no es consciente de la soberbia y el pecado que llevan dentro. Para servir a Jesús". "Dejarse elegir por Jesús es dejarse elegir para servir, no para ser servido. Seguir a Jesús es servir a los demás y no servirse de los demás", ha recordado.
"¡Qué Papa más mal educado es este! Nos dio consejos, nos dio palos, ¡y no nos dice gracias! Era lo último que les quería decir. La frutilla de la torta. Quiero darles gracias a ustedes. Gracias por animarse a seguir a Jesús. Gracias por cada vez que se sienten pecadores. Gracias por cada caricia de ternura que dan a quien lo necesita. Gracias por todas las veces que ayudaron a morir en paz a tanta gente. Gracias por quemar la vida en la esperanza. Gracias por dejarse ayudar y corregir, y perdonar todos los días por Dios. Y les pido, al darles las gracias, que no se olviden de rezar por mí, porque yo lo necesito", ha asegurado el Obispo de Roma.
El encuentro ha concluido con la bendición apostólica y el canto del Salve Regina en latín. Pero antes de abandonar el campo deportivo, el Santo Padre ha vuelto sobre sus pasos para decir a los asistentes: "Les agradezco el buen rato que pasamos juntos, pero yo tengo que salir por esta puerta porque están los niños enfermos de cáncer. Y quisiera verlos a ellos, ¿eh? Y darles una caricia. A ustedes les agradezco mucho. Y ustedes los seminaristas, que no los nombré pero están incluidos, están incluidos en todo lo que dije. Y si alguno no se anima por este camino, está a tiempo, busque otro trabajo, cásese y haga una buena familia".
(26 de noviembre de 2015) © Innovative Media Inc.
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