El Amor es lo que hace que nos levantemos cada
mañana, pongamos nuestros pies nuevamente en el suelo y empecemos a caminar. El
despertar de cada día es una muestra innegable del Amor de Dios para con
nosotros.
El Amor, como la fe, puede mover montañas y
cambiar el giro de la historia porque no olvidemos que mucho de lo que nos sucede suele pasar por falta de Amor.
El Señor nos dice que nos amemos unos a otros como
Él nos ama. ¿Somos capaces de hacerlo? ¡Piénsalo!
La vida sería mucho más sencilla si nos guiáramos
por los preceptos que marca el corazón. El mundo es como una casa para todos
nosotros y siendo tan inmensamente grande también es pequeña. En su interior debería
primar la bondad, el espíritu de servir, la generosidad, el velar porque todos
los integrantes de la misma vivan bien, donde la paz, la concordia, la
tranquilidad sea el perfume que destile. En esta casa todos deberíamos ser
iguales porque así nos creo Dios.
Pero la casa que habitamos reina el odio, el
rencor, los torcidos intereses que nos
llevan a las guerras, el exterminio, el dolor, la impiedad. En la casa que
habitamos algunos derrochan riqueza y otros pobreza aunque suele pasar que los
primeros tienen más de lo segundos y a la inversa. Conozco a ciertos “ricos”
que su ilusión más inmediata es tener ese coche último modelo que vale tantos
mil y a muchos “pobres” que su necesidad más inmediata, más perentoria, es
comer o tener un techo donde cobijarse o intentar por todos los medios que los
niños puedan cenar aunque sea un poco de pan. En muchos de los primeros prima
un concepto material de la vida y en los segundos existe un sentimiento de
compartir lo poco que puedan tener. Esa es la diferencia entre el amor a las
cosas y el Amor a las personas.
Mucho nos quejamos de cómo está el mundo, la
maldad que pulula por todos los lados, los dimes y diretes constantes, críticas
enardecidas, injurias por doquier, maledicencia por maledicencia. ¿Ese que se
ha creído? ¿Cuántas veces lo hemos dicho nosotros o lo hemos escuchado a los
demás sin hacer nada por defender la reputación de aquél que está siendo puesto
en duda? “Es muy buena persona, pero...” La falsedad se puede tocar en el
ambiente que vivimos y también, por qué no decirlo claramente, fomentamos. ¿Ha
cuantos “asesinamos” al día criticándolos o inventándonos algo que deteriora o
destruye su prestigio? Esa también es una forma de “matar” con la peor daga que
existe: La lengua que sirve de instrumento de un emponzoñado corazón. ¿Seremos
capaces de asumir las “víctimas” que tenemos en nuestro haber? ¿Y sabes por qué
nos sucede? ¡Por falta de Amor!
A lo mejor es el momento oportuno de pedir al
Señor que nos de capacidad de amar como Él nos Ama. Tan simple como eso.
El Amor lo puede todo si nos dejamos arrastra e
impregnar por él.
Amor es esa mujer que ha tenido cogida la mano de
su marido horas y días mientras se iba muriendo dedicada en cuerpo y alma a su vida, su otro corazón, la otra
mitad de su ser.
Amor es esa madre que se desvela por sus hijos y
hace cuanto tenga que hacer para que estén bien.
Amor es esa mujer que a pesar de todos los
contratiempos, problemas, necesidades e incluso riesgo de perder la vida sigue
adelante con su embarazo porque sabe que el que está en su vientre es su hijo.
Amor es ver a tantas personas dedicadas a otros,
sirviendo a su prójimo que también es el nuestro, sin importar nada.
Amor es alegrarte con las alegrías de los demás,
llorar con sus tristezas, rebelarte contra las injusticias vengan de donde
vengan.
Amor es Paz porque esta no puede existir si no
amamos de corazón.
Amor es...
Y Amor es el Amor que nos tiene Dios que una vez
que lo vives, lo notas, lo sientes, siempre te acompaña porque es un Amor
entregado y recibido.
Hoy he permitido que hablara mi corazón y este
artículo está dedicado a todos los que viven y testimonian lo que es el Amor en
este mundo tan “interesado” en alejarse de él.
Recibid un cálido y fraternal abrazo,
Jesús Rodríguez Arias
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