sábado, 28 de noviembre de 2015

* HABLEMOS DEL AMOR



Resultado de imagen de upPienso que hoy, cuando la noche es simplemente noche, es un buen día para hablar del Amor.

El Amor es lo que hace que nos levantemos cada mañana, pongamos nuestros pies nuevamente en el suelo y empecemos a caminar. El despertar de cada día es una muestra innegable del Amor de Dios para con nosotros.

El Amor, como la fe, puede mover montañas y cambiar el giro de la historia porque no olvidemos que mucho de lo que  nos sucede suele pasar por falta de Amor.

El Señor nos dice que nos amemos unos a otros como Él nos ama. ¿Somos capaces de hacerlo? ¡Piénsalo!

La vida sería mucho más sencilla si nos guiáramos por los preceptos que marca el corazón. El mundo es como una casa para todos nosotros y siendo tan inmensamente grande también es pequeña. En su interior debería primar la bondad, el espíritu de servir, la generosidad, el velar porque todos los integrantes de la misma vivan bien, donde la paz, la concordia, la tranquilidad sea el perfume que destile. En esta casa todos deberíamos ser iguales porque así nos creo Dios.

Pero la casa que habitamos reina el odio, el rencor, los torcidos intereses que  nos llevan a las guerras, el exterminio, el dolor, la impiedad. En la casa que habitamos algunos derrochan riqueza y otros pobreza aunque suele pasar que los primeros tienen más de lo segundos y a la inversa. Conozco a ciertos “ricos” que su ilusión más inmediata es tener ese coche último modelo que vale tantos mil y a muchos “pobres” que su necesidad más inmediata, más perentoria, es comer o tener un techo donde cobijarse o intentar por todos los medios que los niños puedan cenar aunque sea un poco de pan. En muchos de los primeros prima un concepto material de la vida y en los segundos existe un sentimiento de compartir lo poco que puedan tener. Esa es la diferencia entre el amor a las cosas y el Amor a las personas.

Mucho nos quejamos de cómo está el mundo, la maldad que pulula por todos los lados, los dimes y diretes constantes, críticas enardecidas, injurias por doquier, maledicencia por maledicencia. ¿Ese que se ha creído? ¿Cuántas veces lo hemos dicho nosotros o lo hemos escuchado a los demás sin hacer nada por defender la reputación de aquél que está siendo puesto en duda? “Es muy buena persona, pero...” La falsedad se puede tocar en el ambiente que vivimos y también, por qué no decirlo claramente, fomentamos. ¿Ha cuantos “asesinamos” al día criticándolos o inventándonos algo que deteriora o destruye su prestigio? Esa también es una forma de “matar” con la peor daga que existe: La lengua que sirve de instrumento de un emponzoñado corazón. ¿Seremos capaces de asumir las “víctimas” que tenemos en nuestro haber? ¿Y sabes por qué nos sucede? ¡Por falta de Amor!

A lo mejor es el momento oportuno de pedir al Señor que nos de capacidad de amar como Él nos Ama. Tan simple como eso.

El Amor lo puede todo si nos dejamos arrastra e impregnar por él.

Amor es esa mujer que ha tenido cogida la mano de su marido horas y días mientras se iba muriendo dedicada en cuerpo  y alma a su vida, su otro corazón, la otra mitad de su ser.

Amor es esa madre que se desvela por sus hijos y hace cuanto tenga que hacer para que estén bien.

Amor es esa mujer que a pesar de todos los contratiempos, problemas, necesidades e incluso riesgo de perder la vida sigue adelante con su embarazo porque sabe que el que está en su vientre es su hijo.

Amor es ver a tantas personas dedicadas a otros, sirviendo a su prójimo que también es el nuestro, sin importar nada.

Amor es alegrarte con las alegrías de los demás, llorar con sus tristezas, rebelarte contra las injusticias vengan de donde vengan.

Amor es Paz porque esta no puede existir si no amamos de corazón.

Amor es...

Y Amor es el Amor que nos tiene Dios que una vez que lo vives, lo notas, lo sientes, siempre te acompaña porque es un Amor entregado y recibido.

Hoy he permitido que hablara mi corazón y este artículo está dedicado a todos los que viven y testimonian lo que es el Amor en este mundo tan “interesado” en alejarse de él.

Recibid un cálido y fraternal abrazo,

Jesús Rodríguez Arias



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