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“Imaginaros
que Julio Cesar aterrizara en el aeropuerto de Roma y en seguida vería que nada
de lo que él había vivido y conocido era igual. El idioma, la religión y Roma que
ya no es la capital cultural del mundo. Él ya no tiene nada en común con los
habitantes de su tierra. En cambio en el
aeropuerto de Ben Gurión en Tel Aviv para un anciano Moisés la escena que se
desarrolla es totalmente diferente. Una gran emoción le embarga cuando sus pies
tocan por primera vez la tierra prometida de Israel. Un joven maletero
emigrante judío ruso le saluda “Shalom” a lo que contesta de la misma forma el
anciano asombrado de que después del paso del tiempo se hable el mismo idioma.
Cerca de él un grupo de hombres viste Tefilin y Talit y después de terminar de
orar Moisés se acerca a ellos y examina sus artículos religiosos y son los
mismos que él ordenó usar tras su bajada del monte Sinaí. Y será feliz cuando
vea que el 15 de Nisan, dentro de unos días, el 11 de Abril, todos los judíos
se sentarán juntos a un Seder de Pesaj. Comerán la misma Matzá. Algunos
recitaran la Hagada entera. Una herencia que ha sobrevivido indestructible al
paso del tiempo. Tres mil trescientos veintisiete años guardando el mismo menú”.
Me
hubiera encantado este año haber celebrado de nuevo el Seder de Pesaj, pero hay
veces que cuando las cosas no se pueden también es por algo. Nosotros hemos
tenido el gusto y el privilegio de prepararlo durante varios años y aunque este
año no ha podido ser, no me ha impedido
que ayer, precisamente aprovechando el rato de silencio y vela delante del
Monumento me llevara mi tablet donde tengo guardado el amplio texto y con
tranquilidad lo he releído.
He conectado mi yo presente con
esas 132 generaciones que desde Moisés hasta nuestros días han realizado la
Pascua año tras año y sobre todo porque dentro de esas generaciones estaba
Jesús, pero no pensemos solo en el Jesús de la noche de Pascua antes de ser
traicionado, pensemos en ese Jesús niño que va descubriendo todo el significado
de la Pascua porque se reuniría con su familia y amigos para celebrarla. Que al
ser el más pequeño de la familia haría las cuatro preguntas para saber que se
celebraba esa noche y por qué se celebraba de esa forma y no como un Sabbat
normal al que ya estaba acostumbrado. ¿Se reuniría con su primo Juan Bautista?
¿Estaría Isabel la prima de María? ¿Se juntarían con Joaquín y Ana, los
abuelos? Porque estamos hablando de que el Seder de Pesaj se celebraba en
familia ¿os imagináis a María buscando con
Jesús el Jametz? Que para que lo entendamos, es retirar de nuestra casa
todas aquellas comidas que se hayan hecho con fermento y que según la ley debe
de ser quemada o vendida.
Es una forma real de que todas
las masas descansen y un sentido simbólico de que reduzcamos nuestra necesidad, convertir la masa en el símbolo de
aquello que debemos considerar nulo y sin valor, anular o destruir aquellas
cosas que nos puedan desviar nuestra atención de la celebración del Seder de
Pesaj.
Hay
que hacer una limpieza a fondo de la casa retirando todos aquellos alimentos
que puedan ser Jametz, y muchas personas si leen el ritual que hay que seguir
pueden considerar que preparar la casa para el Seder es un trabajo duro e
inútil, pero si pensamos a fondo realmente es una limpieza general como las que
de toda la vida se han hecho en nuestros hogares en primavera, para tenerlo
todo listo para el resto del año. Lo que ocurre es que nos hemos vuelto
comodones, hay personas que mandan a otras a limpiar, y no es lo mismo, o vamos
dejando las cosas para “mañana” y nunca acabamos bien nuestro trabajo. Si
leemos el orden que tenemos que llevar para organizar un buen Seder de Pesaj,
posiblemente nos veremos desbordados, pero pensemos en nuestras abuelas hace
años, cuantas veces nos habrán dicho como doblar las sabanas adecuadamente, o
como guardar la ropa de invierno para que no le entre la polilla, o como hacer
una buena limpieza a fondo de los útiles de la cocina, no hay nada nuevo en la
limpieza y organización de los hogares judíos para celebrar la Pascua que ya no
hayamos visto y conocido en nuestras casas y que las abuelas sabían tan bien
organizar, pero lo dicho, nos hemos vuelto comodones y aunque es bueno
simplificar muchas cosas de la vida, hay que tener en cuenta que no todo se
puede o debe simplificar, porque perdemos la verdadera esencia de la
celebración. Todo tiene su ritual, es como un parto. No podemos simplificarlo y
querer parir antes de los 9 meses, porque así esta reglado por la naturaleza.
Así
es el inicio del Seder de Pesaj, y este año releerlo de nuevo y buscar información,
me ha llevado a comprender que aunque en ciertos aspectos no tenemos que
complicarnos la vida, si queremos mantener nuestras tradiciones no podemos
pretender que mantengan su significado borrando parte del ritual por comodidad.
Si queremos que nuestros hijos disfruten de las tradiciones familiares y
religiosas tenemos que cumplir las cosas tal como han sido escritas, no podemos
hacer resúmenes ni esquemas. Y para mantener esas tradiciones los adultos somos
los que nos tenemos que esforzar por dejar
el legado a nuestros hijos y así si
hacemos un viaje en el tiempo como la anécdota que he contado el principio de
Moisés, que cuando lleguemos al futuro veamos que aquello que enseñamos a
nuestros hijos ha pasado de generación en generación y es comprensible aunque
haya pasado el tiempo.
Leshana
Habá Birushal’aim “El año que viene en Jerusalem”
Mara Herrera
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