sábado, 4 de abril de 2015

3327 AÑOS COMIENDO EL MISMO MENÚ; POR MARA HERRERA




Estos días buscando información para mi colaboración semanal encontré un texto que no por sencillo era menos interesante. En él narraba el siguiente supuesto:

                “Imaginaros que Julio Cesar aterrizara en el aeropuerto de Roma y en seguida vería que nada de lo que él había vivido y conocido era igual. El idioma, la religión y Roma que ya no es la capital cultural del mundo. Él ya no tiene nada en común con los habitantes de su tierra.  En cambio en el aeropuerto de Ben Gurión en Tel Aviv para un anciano Moisés la escena que se desarrolla es totalmente diferente. Una gran emoción le embarga cuando sus pies tocan por primera vez la tierra prometida de Israel. Un joven maletero emigrante judío ruso le saluda “Shalom” a lo que contesta de la misma forma el anciano asombrado de que después del paso del tiempo se hable el mismo idioma. Cerca de él un grupo de hombres viste Tefilin y Talit y después de terminar de orar Moisés se acerca a ellos y examina sus artículos religiosos y son los mismos que él ordenó usar tras su bajada del monte Sinaí. Y será feliz cuando vea que el 15 de Nisan, dentro de unos días, el 11 de Abril, todos los judíos se sentarán juntos a un Seder de Pesaj. Comerán la misma Matzá. Algunos recitaran la Hagada entera. Una herencia que ha sobrevivido indestructible al paso del tiempo. Tres mil trescientos veintisiete años guardando el mismo menú”.

                Me hubiera encantado este año haber celebrado de nuevo el Seder de Pesaj, pero hay veces que cuando las cosas no se pueden también es por algo. Nosotros hemos tenido el gusto y el privilegio de prepararlo durante varios años y aunque este año  no ha podido ser, no me ha impedido que ayer, precisamente aprovechando el rato de silencio y vela delante del Monumento me llevara mi tablet donde tengo guardado el amplio texto y con tranquilidad lo he releído.

He conectado mi yo presente con esas 132 generaciones que desde Moisés hasta nuestros días han realizado la Pascua año tras año y sobre todo porque dentro de esas generaciones estaba Jesús, pero no pensemos solo en el Jesús de la noche de Pascua antes de ser traicionado, pensemos en ese Jesús niño que va descubriendo todo el significado de la Pascua porque se reuniría con su familia y amigos para celebrarla. Que al ser el más pequeño de la familia haría las cuatro preguntas para saber que se celebraba esa noche y por qué se celebraba de esa forma y no como un Sabbat normal al que ya estaba acostumbrado. ¿Se reuniría con su primo Juan Bautista? ¿Estaría Isabel la prima de María? ¿Se juntarían con Joaquín y Ana, los abuelos? Porque estamos hablando de que el Seder de Pesaj se celebraba en familia ¿os imagináis a María buscando con  Jesús el Jametz? Que para que lo entendamos, es retirar de nuestra casa todas aquellas comidas que se hayan hecho con fermento y que según la ley debe de ser quemada o vendida.

Es una forma real de que todas las masas descansen y un sentido simbólico de que reduzcamos nuestra  necesidad, convertir la masa en el símbolo de aquello que debemos considerar nulo y sin valor, anular o destruir aquellas cosas que nos puedan desviar nuestra atención de la celebración del Seder de Pesaj.

                Hay que hacer una limpieza a fondo de la casa retirando todos aquellos alimentos que puedan ser Jametz, y muchas personas si leen el ritual que hay que seguir pueden considerar que preparar la casa para el Seder es un trabajo duro e inútil, pero si pensamos a fondo realmente es una limpieza general como las que de toda la vida se han hecho en nuestros hogares en primavera, para tenerlo todo listo para el resto del año. Lo que ocurre es que nos hemos vuelto comodones, hay personas que mandan a otras a limpiar, y no es lo mismo, o vamos dejando las cosas para “mañana” y nunca acabamos bien nuestro trabajo. Si leemos el orden que tenemos que llevar para organizar un buen Seder de Pesaj, posiblemente nos veremos desbordados, pero pensemos en nuestras abuelas hace años, cuantas veces nos habrán dicho como doblar las sabanas adecuadamente, o como guardar la ropa de invierno para que no le entre la polilla, o como hacer una buena limpieza a fondo de los útiles de la cocina, no hay nada nuevo en la limpieza y organización de los hogares judíos para celebrar la Pascua que ya no hayamos visto y conocido en nuestras casas y que las abuelas sabían tan bien organizar, pero lo dicho, nos hemos vuelto comodones y aunque es bueno simplificar muchas cosas de la vida, hay que tener en cuenta que no todo se puede o debe simplificar, porque perdemos la verdadera esencia de la celebración. Todo tiene su ritual, es como un parto. No podemos simplificarlo y querer parir antes de los 9 meses, porque así esta reglado por la naturaleza.

                Así es el inicio del Seder de Pesaj, y este año releerlo de nuevo y buscar información, me ha llevado a comprender que aunque en ciertos aspectos no tenemos que complicarnos la vida, si queremos mantener nuestras tradiciones no podemos pretender que mantengan su significado borrando parte del ritual por comodidad. Si queremos que nuestros hijos disfruten de las tradiciones familiares y religiosas tenemos que cumplir las cosas tal como han sido escritas, no podemos hacer resúmenes ni esquemas. Y para mantener esas tradiciones los adultos somos los que nos tenemos que esforzar  por dejar el legado a  nuestros hijos y así si hacemos un viaje en el tiempo como la anécdota que he contado el principio de Moisés, que cuando lleguemos al futuro veamos que aquello que enseñamos a nuestros hijos ha pasado de generación en generación y es comprensible aunque haya pasado el tiempo.


                Leshana Habá Birushal’aim “El año que viene en Jerusalem”

Mara Herrera

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