Cuando me preguntan cómo me encuentro siempre respondo lo mismo: ¡Vamos caminando!
Y es cierto, en la vida tenemos que ir poco a poco caminando a nuestro ritmo, tomándonos nuestro tiempo, haciendo las paradas necesarias porque desde que te levantas hasta que te acuestas tienes que andar el camino que puede ser tortuoso o más transitable aunque, en muchas ocasiones, la dificultad la ponemos nosotros mismos con nuestras propias limitaciones, nuestros miedos, nuestras inseguridades...
Reconozco que ya a falta de unos meses para cumplir mis cuarenta y cinco años las goteras empiezan aparecer. ¿Dolores? Algunas veces me pregunto que no me duele aunque si no te olvidas de ellos, si le das más importancia de lo que en realidad se merece no llegaremos a vivir. La vida no es mirarte el ombligo y compadecerte sino levantarte todos los días, aunque para ponerte de pie tengas que hacer encaje de bolillos, y empezar a caminar pese lo que nos pese y pase lo que nos pase.
El otro día hablando con un buen amigo me decía que teníamos que aprender a convivir con nuestra enfermedad. Él también ha pasado por una situación difícil y además de contarlo puede aconsejar mucho y bien. Convivir con la enfermedad no es encerrarte con la enfermedad sino todo lo contrario, es echártela a la espalda cual mochila y paso tras paso transitar por el camino de nuestra propia vida.
Todos tenemos padecimientos de salud o emocional, todos necesitamos esa mano amiga que nos sostenga más a menudo de lo que los demás se puedan imaginar, todos necesitamos ser comprendidos en nuestras incomprensiones, todos necesitamos ser escuchados, todos necesitamos ser importante para alguien porque somos humanos y tenemos nuestro pequeño corazoncito.
En este mundo, en esta sociedad, vale muy poco el sentimiento, la mansa humildad, la verdadera amistad, los valores, la dignidad del ser humano y el valor de la Vida porque todo queda en esa nebulosa del "ser, estar o parecer". Los que ambicionan el poder por el poder pueden que lo tengan aunque este será efímero como la vida también lo es.
No olvidemos que el poder puede durar lo que dura la vida porque después si no hemos sido capaces de ostentarlo como un servicio a los demás por encima de todo no nos servirá de nada para quien tiene el verdadero y supremo Poder: ¡Dios!
¡Vamos caminando! ¿Y cómo lo hacemos?
Cada uno tiene su vida y su propio camino, cada uno debe caminarlo en conciencia, en consecuencia, en coherencia y en libertad. Todos escogemos por donde y para donde ir, todos escogemos lo que creemos lo mejor para nosotros y los nuestros aunque estemos soberanamente equivocados, a todos se nos ofrece la oportunidad de cambiar de dirección aunque pocas veces lo hagamos, todos somos libres, únicos aunque también iguales.
...Y todos nosotros hemos sido creado a la imagen y semejanza de Dios.
Nuestro Padre Celestial que nos Ama más que el Amor, entrega a Su Hijo al escarnio para que todos nos salvemos. ¿Qué padre entrega a su hijo a la muerte para salvar a los demás? Eso solo lo puede hacer Dios que es Amor ante todo y sobre todo.
Dios, nuestro Creador, al igual que nos salva y da la vida, por eso el deber de defenderla aunque te vaya la misma en ello, nos otorga plena libertad para que nosotros actuemos con nuestras conciencias. Dios nos da la libertad de Amar y entregarnos a todos por medio de la misión, del servicio, de nuestra vida o hacer lo que nos venga en gana. ¡Él nos Ama por igual!
Somos nosotros con nuestro propio orgullo regado de soberbia y aderezado por la insana maldad los que hacemos que nuestras inseguridades, nuestros miedos, nuestras propias limitaciones influyan donde no deben aflorando la oscuridad del odio y el rencor en nuestros corazones. El que actúa desde el odio y el rencor no hace bien a los demás y sobre todo así mismo.
No olvidemos que el que actúa bajo el influjo del odio y rencor hace un daño gratuito que daña a muchos aunque verdaderamente el maltratado sea el poseedor de tan enmohecido tesoro. Debemos rezar mucho por las personas que llevan anidado el corazón bajo el rencor y el odio porque están sufriendo más de lo que nosotros pensamos o podamos creer.
En el camino de mi vida, con sus llanuras y sus escarpadas subidas, ha habido de todo y le doy gracia a Dios por ello porque seguro que no sería el hombre que hoy en día soy sin las experiencias, sin las vivencias, que he tenido que afrontar.
Ahora vivo gozoso entregado a Dios, a mi mujer, a mi Familia, a mis hermanos del alma y mis amigos y lo hago desde la pureza de vivir la fe sin aditivos porque he tenido la inmensa posibilidad de comprobar que la vida es más Vida desde que he experimentado en primera persona la pureza del Amor de Dios sin artilugios que la puedan distorsionar. Ahora vivo apasionadamente la misión que el Señor me ha encomendado, dedicándole el tiempo que haga falta sin mirar para nada el reloj que supedita y ata nuestro tiempo, ahora vivo entregado a los demás haciéndole la vida más fácil, más sencilla, más cercana a la mayor Libertad que existe que es vivir en Dios. Estoy agradecido que el Señor haya escogido tan pobre herramienta para a través hacer de ella Su Bendita Voluntad.
Ahora vivo en Cristo y para Cristo al cual me encuentro a diario frente a frente en el Sagrario donde los minutos, las horas no existen pues Él es el dueño del tiempo y también de nuestras vidas. Conversar con Jesús en la intimidad, la soledad y la desnudez así como escucharlo es hacer que tu corazón empiece a latir de otra forma, de otra manera, para seguir caminando, para seguir con nuestro día a día, con nuestras vidas y hacer siempre Su Voluntad.
Oración y Eucaristía son la base de mi vida de fe, como cristiano, como apóstol, como persona. Es la Fuerza en la que mi propia debilidad cae porque con Cristo Todo se consigue.
¡Sigo caminando! Y como nos dijo San Pablo: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta!
Abandonemos nuestras vidas en los Brazos Redentores del Señor y gozaremos de la Felicidad de ser y sentirnos hijos amados de Dios.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
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