Son 10 sacerdotes, un seminarista y 10 seglares que murieron en el 36 por defender su fe y sus creencias.
JUAN PAREJO | ACTUALIZADO 04.10.2014 - 06:55
"La empresa realizada hasta ahora y la que hoy inauguramos no tiene otro norte que la gloria de Dios y el bien de la Iglesia y muy especialmente de los fieles de nuestra Archidiócesis. Hoy más que nunca, en una época como la nuestra, de fidelidades cortas y de compromisos tenues, necesitamos del testimonio de aquellos cristianos que han vivido su fe y han encarnado el evangelio de forma heroica y radical en un tiempo y un ambiente de laicismo extremo. Nuestros mártires son referentes y modelos del amor más grande y de la fidelidad más plena para los cristianos de hoy, en las variadas condiciones en que debemos vivir nuestra vocación cristiana".
Estas palabras pronunciadas por el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, resumen la importancia que para la Archidiócesis Hispalense tiene el acto que se celebró ayer por la tarde en la Capilla Real de la Catedral: la apertura del proceso de beatificación y canonización de los mártires de la persecución religiosa de 1936. Su número, después de depurar la lista inicial durante el proceso de estudio se eleva a veintiuno: diez sacerdotes, un seminarista y diez laicos. Entre ellos, hay una mujer de Constantina, María Dolores Sobrino, asesinada en la sacristía de la parroquia y la mayor de todos los que componen la causa. La encabeza Manuel Gonzalez-Serna Rodríguez, párroco del citado pueblo de la Sierra Norte, donde fue asesinado y cuya fama de santidad era notoria antes de su martirio acaecido el 23 de junio de 1936. Entre los seglares hay dos abogados, un farmacéutico, un sacristán, un carpintero, un empleado de banca, un empleado municipal y dos propietarios. El más joven, de 19 años, era el seminarista Enrique Palacios Monrabá, que murió junto a su padre, Manuel Palacios Rodríguez, en Cazalla de la Sierra.
El prelado, en su carta pastoral del 22 de abril de 2012, anunciaba el inicio de los estudios previos y nombó al vicario general, Teodoro León, postulador diocesano de la causa. Poco después, el 7 de mayo, empezaron las investigaciones y la recopilación de toda la información. El presidente de la comisión histórica es el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, José Leonardo Ruiz Sánchez, quien ha contado con la ayuda de Nuria Casquete de Prado e Isabel Gónzalez Ferrín. Su misión ha sido la de depurar la lista y recopilar los testimonios e información en relación con el contexto histórico.
Esta iniciativa, que el arzobispo calificó como "de justicia", era un anhelo del prelado desde que llegó a Sevilla. Sí quiso dejar claro que no se pretende reabrir ninguna herida sino honrar a unas personas que murieron dando testimonio público de su fe: "La causa que hoy iniciamos es una iniciativa exclusivamente religiosa y eclesial. Que nadie vea en ella otra intención. Sólo pretendemos honrar a nuestros mártires y dar a conocer a toda la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo y mostrar a los cristianos de hoy el testimonio martirial de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias".
No hay comentarios:
Publicar un comentario