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Frases en negritas
Como no leo y apenas escribo lo indispensable, estoy hiperestésico. Me arañan la sensibilidad cuestiones lingüísticas que me resbalaban ayer no más. ¿Ejemplos? Van.
Borro de la pizarra el lema: "No hay enfermedad, sino enfermos". Lo borro con saña. Disfrutando el borrado. No me había dado cuenta de lo que me revienta esta frase. Para cuando esté malo, quiero que haya enfermedad, ahí dentro, qué remedio, pero extraña; y yo quiero seguir siendo yo, no un enfermo, y menos aún un enfermo especializado o único, pasto de tópicos y psicólogos, valga la redundancia. Que haya enfermedad y que, de pronto, voilà, no la haya.
"Eso está muy interesante", dice alguien. Mi instinto se me desboca: si solamente lo está, no me interesa. Yo busco la esencia, la ontología: o es interesante o me importa un bledo como esté.
Noto cierta vacilación en el género de la ETCP. Es el equipo técnico de coordinación pedagógica. Los que preferimos (como yo) el femenino será que estamos pensando en la (reunión del) ETCP. Es lo que pasa con el fanta. O sea el (refresco) Fanta. Yo también prefiero la fanta. Será que no me refresca nada y que, más que en el equipo y en la coordinación y en la pedagogía y en la técnica, valoro la reunión en sí, que es lo que cumplimos sin género de dudas.
Ya, uf, por la tarde. Mi padre parte piñones con mis niños, mientras yo tomo aire. Escucho que les dice: "Ése no, que está feo", y me parece precioso. No, no porque sea mi padre. Podía decir, más exactamente, que está malo, pero eso tiene una resonancia moral de la que es inocente el pobre piñón. "Feo" es más simpático.
Y el día acaba en apoteosis. Carmen no tiene pesadillas. Me cuenta que a veces "tiene pesaditas".
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