domingo, 1 de junio de 2014

MONS. FELIPE BACARREZA DEMANDA "COHERENCIA" CON LA FE Y ADVIERTE "ENGAÑO" DEL GOBIERNO CHILENO.

INFOCATÓLICA.COM

LA VOZ PROFÉTICA DE LA IGLESIA


El obispo de la diócesis chilena «Santa María de Los Ángeles», Monseñor Felipe Bacarreza Rodríguez, quien también es un laureado Ingeniero Civil y Licenciado en Sagrada Escritura, con la misma convicción profética que promueve la Adoración Eucarística y la devoción a la Santísima Virgen María, enfrenta en extensa entrevista concedida al periódico Portaluz, el debate sobre el aborto, legalización de la unión civil entre personas del mismo sexo y adopción legalmente permitida para parejas del mismo sexo. Se trata nos dice, de «anunciar la Verdad».
1/06/14 9:54 AM | Imprimir | Enviar
(Portaluz/InfoCatólica) Hoy, cuando en occidente muchos intentan que la fe sea una cuestión relegada al ámbito de lo privado e incluso no pocos fieles consideran poco estratégico mostrar en determinadas circunstancias la propia identidad religiosa, monseñor Bacarreza no esconde la verdad. La proclama, desafiando sin rodeos a creyentes y emplazando al gobierno de Michelle Bachelet.
Su mensaje afirma la esperanza de que en nuestro tiempo brille con fuerza la Luz de Cristo.

El último censo indica que entre católicos y evangélicos en Chile suman más de doce millones de personas. La presidenta Bachelet obtuvo la presidencia con poco más de tres millones de votos. ¿Qué medidas ejercerá la iglesia para que la presidenta Bachelet efectivamente escuche la voz de esa mayoría cristiana respecto de temas que afectan los valores del evangelio?

La Iglesia está llamada a predicar y anunciar la Verdad, como lo está haciendo. Pero quienes tienen que decidir sobre los valores que nos regirán son los ciudadanos, que en su gran mayoría son cristianos. Bajo esta denominación se incluye a todos los católicos y también a todos nuestros hermanos evangélicos. Son ellos quienes tienen que manifestarse de manera coherente con su fe. Es lo que espera la Iglesia. La Iglesia no tiene medios coercitivos.

¿Los obispos tienen pensado convocar oficialmente a los fieles para alguna actividad u otra manifestación pública concreta en torno a la defensa de la vida y la familia?

En el momento oportuno la Iglesia ciertamente tomará alguna acción que permita a los católicos manifestar públicamente su convicción respecto a los valores. En este momento tiene que pronunciarse sobre el carácter inviolable de la vida humana, desde la concepción de un nuevo ser humano hasta su muerte natural.

¿Proyectos de ley como el aborto o la legalización de las uniones de personas del mismo sexo importan un daño espiritual? ¿Se ofende a Dios con ellos?

Ciertamente. Profesamos que es Dios quien creó el mundo de una cierta manera. Dios creó al ser humano hombre y mujer, para que uniéndose en el amor, colaboren en la transmisión de la vida. La vida humana es creación exclusiva de Dios, pero el ser humano está llamado a colaborar en ese milagro que es la generación de nuevas vidas humanas. Cuando el hombre, prescindiendo del plan de Dios, pretende decidir qué sexo, cuál vida sí y cuál vida no, eso obviamente es ir contra la voluntad de Dios. Todos los que rezan el Padre Nuestro diciendo «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» deberían tratar de ser coherentes con esa petición que dirigen a Dios y ellos mismos esforzarse por cumplir la voluntad de Dios en la tierra. El alto porcentaje de cristianos que hay en Chile dicen, tal vez diariamente, «Hágase tu voluntad». Pero después actúan -también algunos que ocupan cargos de gobierno, que son cristianos-, contra la voluntad de Dios. Incoherencia que la Iglesia denuncia como lo hicieron todos los profetas desde el Antiguo Testamento. ¡Llamamos al pueblo fiel a la coherencia!

¿Cómo interpreta que el gobierno invite a dialogar pero al mismo tiempo afirme que después igual presentará o apoyará un proyecto de ley que despenaliza el aborto?

Lo interpreto como un engaño. En buen chileno se dice ‘una tomadura de pelo’. Invitar a dialogar sobre algo que ya está decidido es lo mismo que cerrarse al diálogo. Eso no es diálogo, es una imposición. Es como decir: «Digas lo que digas, nada cambiará».

¿Ha sido informada la iglesia sobre el objeto de este entre comillas «diálogo» que el gobierno propone?

Yo no tengo información sobre eso. A mí me consta que el presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Ezzati, se ha manifestado muy contrario a esa iniciativa de abrir una puerta a la posibilidad de eliminar una vida humana, cualquiera que sea. Porque la vida humana es creación de Dios y sólo Él puede decretar su fin. En la Escritura, en el Deuteronomio Dios dice claramente «Yo doy la muerte, yo doy la vida» (Deut 32,39). Y en realidad eso se interpreta como: «Yo doy la muerte, porque yo soy quien da la vida». Es Dios quien habla. Una ley de aborto niega a Dios como creador y afirma que la vida humana puede ser eliminada porque es una creación humana. Y con ese mismo criterio que se defiende el aborto un padre o una madre podría decir en cualquier etapa de la vida de sus hijos, este hijo es creatura mía y puedo disponer de su vida. ¡Pero no es creatura de él, es creatura de Dios y por eso no puede disponer de su vida en ninguna etapa! Pero en nuestra sociedad se intenta negar a Dios y ahí reside la base de todos los males. Se ha difundido el error, la mentira, al punto que parece casi de buen gusto ser ateo, agnóstico o defensor de la ideología de género.

Habla de que estas leyes niegan la verdad revelada…

Nosotros creemos que el bienestar para el ser humano está en Cristo, en Dios. De eso estamos convencidos y por eso lo anunciamos. Hemos consagrado la vida a esto. Es nuestra convicción lo que Jesucristo nos dijo… Que él nos ha revelado la verdad para que tengamos el gozo suyo, pleno. Entonces la alegría del ser humano, el bienestar, consiste en conocer a Jesucristo y cumplir la voluntad de Dios.

En su discurso del 21 de mayo la presidenta Bachelet ha dicho que: «Cuando se produce un aborto es porque la sociedad está llegando tarde» y luego comentó que el aborto es un «drama social». Posteriormente el ministro Elizalde la ha parafraseado con el mismo concepto. Pero frente a este drama social que la presidenta menciona, propone el aborto como solución. ¿Qué responde la Iglesia?

Su teoría busca evitar todo embarazo, recurriendo a métodos anticonceptivos artificiales que hagan infecunda la relación sexual, incluyendo la píldora del día después que en algunos casos es también abortiva. Se parte de la base que las relaciones sexuales entre jóvenes, y también entre adultos, dentro y fuera del matrimonio, son inevitables. Lo que hay que evitar son sus efectos. De esta manera se banaliza la relación sexual y se la reduce a elegir el medio para evitar un embarazo. El Gobierno toma nota de la promiscuidad sexual y la considera inevitable, porque considera a los seres humanos incapaces de controlar sus impulsos. Es una teoría errada, porque la relación sexual entre un hombre y una mujer, para que sea verdaderamente humana, debe ser una expresión de amor. Y el amor, por esencia, busca el bien del otro. El amor se opone al egoísmo, que busca al otro como objeto de mi propio placer. No puede haber amor verdadero donde se rechaza la vida, donde se pone un obstáculo a la vida, mucho menos aun donde se está dispuesto a eliminar la vida. La educación sexual que enseña sólo a evitar el embarazo -con todo respeto- considera a los seres humanos como animalitos que es inevitable que se apareen. Se trata entonces de que lo hagan sin consecuencias. Tratar así al ser humano es un error. De todas maneras, según las palabras de la Presidenta, se llega tarde y los embarazos se producen. Entonces, -es lo que parece insinuar- el último recurso es el aborto. Pero el aborto es la muerte de un ser humano inocente que tiene derecho a la vida. Considerarlo como aceptable es atropellar el derecho a la vida de otro y consolidar la muerte en nuestra sociedad. Lo que se debería tratar es de consolidar en la sociedad una moral más alta, de manera que la relación sexual entre un hombre y una mujer sea realmente la expresión de un amor fiel, único, indisoluble y abierto a la vida y en que la vida concebida se acoja con amor en el seno de una familia.

Se habla de que es aborto, pero terapéutico...

Se insiste en usar la expresión falsa de «aborto terapéutico», para confundir. Un aborto es la eliminación de un ser humano inocente e indefenso, cuando aún está en el vientre materno. Esta es una acción de muerte. En ninguna forma es una acción terapéutica. En esa acción no se quiere sanar a nadie –que sería terapéutico− sino sólo matar a alguien, que es lo contrario de lo terapéutico. El médico, que es fiel a su misión de salvar la vida enferma, cuando se enfrenta a un caso de enfermedad de la madre o del hijo durante el embarazo, debe considerar que tiene delante dos pacientes, no sólo uno, y que su misión es salvar a ambos. Hoy día la medicina en la mayoría de los casos lo logra. En todo caso, si haciendo todo lo posible por salvar a ambos, muere el niño, eso no es un aborto; eso es el efecto no deseado, desgraciado, del intento de salvar a la madre y al niño.

Además de las morales y religiosas, de una antropología que mira al hombre como creatura según lo ha señalado ¿Qué otras razones tiene la iglesia para oponerse al aborto, al matrimonio o legalizar la unión civil de personas del mismo sexo, a la adopción permitida a parejas del mismo sexo?

Respecto del aborto...

Desde el punto de vista natural, toda persona pasa por la etapa de concepción, implantación en el útero materno, desarrollo y nacimiento. De manera que hay una incoherencia muy grande en quien defiende el derecho que–según se dice- tiene la mujer a decidir sobre su cuerpo y cometer así aborto. Se dice que el Estado no tiene injerencia en la libertad que tiene la mujer de disponer de su cuerpo. Nadie quiere poner ese límite al derecho a esa libertad de la mujer. Pero todo derecho personal tiene límite; ese límite es el respeto al derecho del otro. En el caso que nos ocupa el derecho de la mujer tiene el límite de respetar el derecho a la vida que tiene el hijo de sus entrañas. El derecho a la vida que tiene ese niño no se lo da la madre ni el Estado; lo tiene él como propio por el hecho de haber sido creado y ser persona.
Si las madres de la presidenta Bachelet o de parlamentarias jóvenes como Camila Vallejo o Karol Cariola, que también apoyan plenamente el aborto, hubieran pensado como ellas, quizás no estarían en la escena pues las podrían haber abortado. Ellas pasaron por todas las etapas desde la concepción y llegaron a su desarrollo porque sus padres fueron generosos y las llevaron adelante. Con la teoría que defienden quizás no habrían nacido nunca. ¡Qué incoherencia!...hoy hablan a favor del aborto cuando gracias a que sus padres no estuvieron a favor del aborto, ellas están hoy día vivas y opinando. Nunca se puede establecer que en alguna de las etapas de la vida humana se pueda eliminar a alguien, aunque sea muy luego después de la concepción, pues podría estar decretando mi propia muerte.
Si da lo mismo -según nos dicen- eliminar un ser humano en su etapa inicial, entonces da lo mismo que ese ser humano exista. Y si da lo mismo, tal vez el día de mañana se dirá que da lo mismo matar a una persona… al fin si la hubiesen eliminado en la etapa inicial igual no habría existido. Se van creando estas incoherencias.
Estoy convencido de que afecta mucho a la juventud saber o suponer que en la etapa en que ellos dependían completamente de otra persona, que es su propia madre, ellas pudieren haber contemplado la posibilidad de haberlos abortado. Esa certeza -cuando la madre se declara favorable al aborto- o duda puede crear entre el hijo y la madre una situación muy complicada de desconfianza, de inseguridad y de amargura. Que la persona llamada a amarlo más, protegerlo más, que lo tiene completamente en su mano… pudiere haberse planteado eliminarlo, crea grave daño y desconfianza. ¿Qué pasará por la mente de un niño de cinco o seis años, cuando empiece a comprender que su madre, en cuyo amor confiaba, en realidad reivindica su derecho a haberlo eliminado, si ella durante el embarazo hubiera tenido alguna dificultad o si él hubiera tenido alguna malformación? ¿El estado, los legisladores nos ofrecen esto como bien común?
El aborto, el sólo hecho que se lo difunda, daña a la sociedad, genera en muchos desconfianza, frustración. Lo hemos visto en países como España que incluso están dando marcha atrás. Al respecto si ya se sabe que se daña el bien común y a las personas individuales… ¿Para qué ir adelante con una ley como ésta?

Respecto de unión civil o matrimonio para personas del mismo sexo...

El sólo uso de tal término encierra una absoluta incoherencia. La palabra «matrimonio» está compuesta por las palabras latinas «mater, matris» y «munus»: deber de ser madre, matriz de vida. ¡Para merecer el nombre de «matrimonio» una unión entre dos personas tiene que ser matriz de vida! Y esto es posible solamente en la unión entre hombre y mujer. Además, el término «matrimonio» en su acepción común significa la unión entre un hombre y una mujer «hasta que la muerte los separe». Hoy día existe la realidad del matrimonio solamente en el ámbito de la Iglesia Católica. En todo otro ámbito, sobre todo, en el ámbito civil, lo que existe son diversos acuerdos de vida en pareja, con más o menos condiciones. Cuando esa «pareja» son personas del mismo sexo, entonces se produce una situación contraria a la naturaleza como fue creada por Dios. Repetimos: «Hombre y mujer los creo y les dijo: Sean fecundos y multiplíquense...» (Gen 1,27.28). Las relaciones homosexuales son contrarias a la naturaleza humana, tal como Dios la creó. Por eso son intrínsecamente malas, perversas. La persona con inclinación homosexual merece todo el respeto que merece toda persona humana.

La adopción de un niño por parte de parejas homosexuales…

Sucede que sobre el futuro del niño se dispone sin consultarle nada a ese niño. Dado que al niño no se puede consultar, porque carece de discernimiento, hay que atenerse a la naturaleza y la naturaleza es que ese niño fue concebido con el concurso de un hombre y una mujer, tiene padre y madre. En el caso que sea necesario, hay que entregarlo en adopción a un hombre y una mujer unidos en matrimonio. Esto es lo natural. En Chile hay millones de niños y se pasa por encima de ellos, cuando nuestra legislación tiene en cuenta sólo el derecho del adulto. ¿Para complacer a esta pareja de homosexuales entreguémosles un niño? Bueno, ese niño crecería sin la experiencia de un hombre y una mujer, de un padre y una madre. ¿Quién lo va a resarcir del daño que pueda recibir por esa carencia? Además, parece obvio que si una pareja homosexual de varones adopta un niño, todas sus expresiones afectivas estarán afectadas por su inclinación homosexual, no podría ser de otra manera, corresponde con lo que son…. ¡Y sin consultarle nada a ese niño! Por eso creo que habría en eso un abuso muy grande. Se estaría disponiendo de la libertad y del futuro de un niño de manera anti natural y además sin procurar el bien superior del niño. En realidad, tal normativa legal sólo buscaría satisfacer el egoísmo de los adultos, el complacer a una pareja de adultos a quienes se entrega un niño como si fuera un juguete. Eso no puede ser; es de sentido común.
Ahora si me preguntan sobre el punto de vista de la fe, por cierto estaré también en contra basado en la voluntad que Dios ha establecido para su creación.

A pesar de que el pueblo cristiano es una realidad, mayoría en el país ¿Qué opina de un poder ejecutivo que señala a la opinión de la iglesia y la de obispos evangélicos sólo como una más?

La fe nos dice cuál es la verdad, nuestro origen, para qué existe el ser humano, cuál es su destino eterno. Y este es un don que debemos agradecer. Pero nosotros, conociendo esa verdad donada, argüimos también para la razón humana.
Se supone que en Chile hay un gran porcentaje, más del ochenta por ciento de chilenos que profesan tener fe cristiana. Pero también es cierto que hay una gran incoherencia. Porque si ese ochenta por ciento fueran coherentes en su vida con su fe, este tipo de temas ni siquiera se plantearían en ningún escenario público, no se le ocurriría a nadie mencionarlo. Ocurre porque hay incoherencia en los mismos cristianos.

¿Hacen falta liderazgos proféticos?

Al final la verdad se va a imponer. Ya ha ocurrido y la historia tiene muchas vueltas. La Iglesia ha pasado por muchas vicisitudes y siempre Dios la ha sacado adelante. De eso yo confío absolutamente. Confío en la palabra de Jesucristo cuando señala que el mundo, que es cambiante, que rechaza a Cristo, al final es vencido. Jesús nos asegura: «¡Ánimo, yo he vencido al mundo!». De esto estoy convencido. Ahora, que tendremos que pasar por un período complicado, de confusión, también es verdad.

¿La noche oscura una oportunidad donde brille con más fuerza la Luz de Cristo?

Exactamente. Creo que estos temas están haciendo que los mismos cristianos se interroguen sobre si cada uno está actuando conforme a lo que profesa. Confío en que más gente se fortalezca y recupere su vida cristiana.

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