Redacción (Lunes, 02-06-2014, Gaudium Press) La Sagrada Escritura tuvo un papel fundamental en la cultura occidental.
Cultura, en su sentido más elevado, que en Grecia correspondía a la 'paideia', en el sentido de educación, es aquello que plasma a los hombres un modo de pensar, sentir y actuar.
Es en este ámbito que se inserta el Evangelio, modelando la sociedad, o sea, el ser humano como partícipe de una comunidad. El mandamiento nuevo traído por Cristo llevó a los cristianos a la edificación de una sociedad más justa y próspera. Es innegable que encontramos estas frondosas raíces en la sociedad occidental y que debe lo que es hoy a valores indelebles ofrecidos por el catolicismo. Benedicto XVI, en la Verbum Domini, es más amplio al afirmar que "en la Sagrada Escritura, están contenidos valores antropológicos y filosóficos que influyeron positivamente sobre toda la humanidad" (n. 110).
Desasociándose la cultura hodierna del fenómeno religioso, se renueva el apelo del Vaticano II a que los fieles laicos asuman un papel preponderante y fundamental en presencia e inspiración a partir del Evangelio en los más variados campos, conforme la Christifidelis Laici:
"La Iglesia pide a los fieles laicos que estén presentes, en nombre del coraje y la creatividad intelectual, en los lugares privilegiados de la cultura, como son el mundo de la escuela y la universidad, los ambientes de la investigación científica y técnica, los lugares de la creación artística y la reflexión humanística. Tal presencia tiene como finalidad no solo el reconocimiento y la eventual purificación de los elementos de la cultura existente, críticamente evaluados, pero también su elevación, gracias a la contribución de las originales riquezas del Evangelio y de la fe cristiana" (n. 44).
El Evangelio y la tradición cristiana constituyen, en sí, una cultura que puede y debe brindar a la sociedad un enriquecimiento impar, que marque todos los campos y aspectos de la vida cotidiana. Los fieles laicos deberán, así, llevar a los hombres un testimonio de Aquel que es la Bondad, la Verdad, y la Belleza. Y en esta contribución, se empeñen para ser testigos de la original riqueza del Evangelio.
Por el P. José Victorino de Andrade, EP
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