miércoles, 6 de marzo de 2013

¡FUERON TAN SOLO DIEZ MINUTOS!


(Artículo publicado en el Boletín "SIEMBRA" de la Hermandad de los Afligidos
 de San Fernando -Cuaresma 2013- )

No os podéis imaginar la ilusión que ha supuesto para mí escribir este artículo en nuestro Boletín “SIEMBRA” porque es volver a casa, es retornar a esta prestigiosa tribuna donde me estrené como articulista de opinión.

Cómo todos los que me conocéis sabéis que no soy un cofrade los llamados “típicos”, este artículo no va a versar sobre un tema de nuestra Semana Santa, de la religiosidad popular, propiamente dicha, de todo cuanto rodea a nuestras Hermandades y Cofradías.

Me retrotraigo a finales de junio del pasado año, cuando iniciamos una peregrinación, un camino de ida sin vuelta atrás, hacia los Lugares Santos donde estuvo Nuestro Señor Jesucristo. Vivimos y experimentamos, en carne propia, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en pleno mes de Junio allá en Tierra Santa.

Decir, para poneros en antecedentes, que el día anterior de partir para Madrid  con destino Israel estaba en cama con bastante fiebre y una aguda faringitis que, en casos normales, se hubiera suspendido todo. Cómo no era un viaje al uso sino una invitación del Señor a visitar los lugares, la tierra y los sitios donde Él Nació, Vivió, Predicó, fue Sacrificado hasta la Muerte, Resucitó y Ascendió a los Cielos. Cómo para Jesús no hay Nada imposible, al otro día estaba mucho mejor aunque  las molestias persistentes de mi afección de garganta me hizo enmudecer gran parte del camino y del viaje. No era yo el que tenía que hablar sino el Señor que quería hacernos llegar nítidamente Todo Su Mensaje a nuestros corazones y oídos.

Fueron siete días intensos donde visitamos Nazaret, Cafarnaún, Monte Tabor, Monte de las Bienaventuranzas, el Lago de Galilea, el Río Jordán y Caná de Galilea, donde renovamos las promesas del Bautismo y Matrimonio respectivamente, diversos lugares donde Jesús Predicó un nuevo estilo de vida, donde el Amor y el servicio a los demás es prioritario a todo. Después llegamos a Jerusalén, visitamos Belén, el Cenáculo donde se instituyó la Eucaristía, el Getsemaní, y el huerto de los olivos milenarios,  para después realizar el Vía-Crucis por la Vía Dolorosa.

Y fue allí, precisamente,  donde se enmarca y tiene fundamento estas letras que hoy están en vuestras manos.  Una cruz grande, limpia, pesada, como nuestras respectivas cruces que vivimos y nos gloriamos a diario en ella, fue la que cogió un peregrino para iniciar el Camino que realizó el Señor hacia el Monte Calvario. Ver esas empinadas, y dificultosas, calles serpenteantes y laberínticas me hizo ponerme en esa situación porque lo que Jesús soportó por salvarnos, los padecimientos más lacerantes y desgarradores que sufrió, se hacen más visibles y palpables en aquél Santo Lugar.

Se procedía a rezar la Cuarta Estación: Jesús se encuentra con Su Madre y, a pesar del desgaste físico que sobrellevaba por el ritmo de la peregrinación y las secuelas de la, todavía molesta, faringitis le pedí a uno de mis hermanos peregrinos que me cediera la Cruz, que necesitaba portarla, precisamente, en esa Estación que es la resume mi vida como cristiano, como cofrade. Ese encuentro con la Madre es la que me enamoró hace ya tantos años y ese Misterio Pasional es el que representa la Hermandad de mis amores: La Hermandad de los Afligidos. Rezamos la Estación delante de una Iglesia católica armenia y después todos, excepto yo y mi cruz, entraron para visitarla.

¡Y fueron tan solo diez minutos! Este breve tiempo, bajo el peso de la cruz en mis hombros y en la extrema soledad, recé, medité y el Señor habló en el interior de mi alma y espíritu. Puedo decir que han sido los diez minutos mejores de mi vida espiritual.

Terminamos el Vía-Crucis por la Vía Dolorosa con la visita a la Basílica del Santo Sepulcro donde pudimos ver y tocar el Monte Calvario, donde fue depositada “esa” cruz con Cristo clavado en ella y el Santo Sepulcro donde reposó, por tres días, Su Bendito Cuerpo y donde Resucitó de entre los muertos para darnos Vida Plena y Eterna.

En la posterior Eucaristía, celebrada en la Capilla de la Resurrección, dicha Basílica, nuestro director espiritual, el Padre D. Manuel Orta, nos conminó a proclamar el Mensaje de Dios, a evangelizar, pase lo que pase y pese a quien pese, por estos mundos de Dios porque nosotros, como aquellos primeros discípulos, habíamos visto con nuestros propios ojos que la tumba estaba vacía y que Jesús ha Resucitado.

Después de esta peregrinación, de este viaje al interior del corazón de Dios que ha llenado e iluminado mi alma y mi camino,  no he vuelto a ser el mismo, ni creo que ya pueda serlo jamás, porque  ha supuesto un antes y un después en mi vida de fe. Ahora me entrego en la Misión que Dios me tiene encomendada por medio de sedvalientes.blogspot.com y lo hago plenamente entregado a la causa de anunciar el Reinado del Señor aquí en la Tierra. Misión a la que dedico muchas horas del día y que se ve plenamente recompensada. Supone un honor pertenecer a una Asociación Internacional de blogueros católicos: “Blogueros con el Papa” así como a una red internacional para defensa de los cristianos perseguidos que lleva por nombre: “Salvar la vida de Asia Bibi”. Y, puedo decir sin temor a engaño, que me entrego con pasión desbordante a la Misión, a la evangelización esté donde esté, desde   que regresé de Tierra Santa, de la Tierra de Jesús.

¡Fueron tan solo diez minutos que cambiaron mi vida por completo!


Jesús Rodríguez Arias

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