Foto de José Carlos Fernández Moscoso.
Y amaneció un nuevo Lunes Santo, lo hizo creando
cierta incertidumbre porque nubes amenazadoras advertían del riesgo de que la
lluvia apareciera de nuevo.
Llovió parte de la mañana, los malos presagios se
hacían realidad y envolvía el ánimo en tristeza porque otro año más no
podríamos realizar la Salida Penitencial. Daba la impresión de que el Lunes
Santo estaba castigado cuando, antaño, siempre ha sido un día de sol
esplendoroso.
A las doce del mediodía, nosotros llegamos
apurados de tiempo, el Templo del Santo Cristo presentaba un lleno total. La
Misa preparatoria de nuestra Hermandad ante la Estación de Penitencia que se
iba a celebrar por la tarde, si el tiempo no lo impedía, estaba muy concurrida
entre hermanos y familiares. Yo divisé que la Capilla del Sagrario estaba casi
vacía y me dije: ¡Qué mejor sitio para celebrar la Eucaristía!
Enseguida me di cuenta de que al final de la misma
un Sacerdote esta confesando y me alegró, sobremanera, que fuera el Padre
Pedro, que ejerce su Ministerio como Vicario de la Iglesia Mayor de San Pedro y
San Pablo, el que estuviera administrando el Sacramento del Perdón.
Si os digo la verdad soy algo reacio a confesarme
con otro Cura que no sea mi director espiritual, el Padre D. Manuel Orta,
porque él mejor que nadie me conoce, sabe de mis inquietudes y mis
tribulaciones. Al ver al Padre Pedro, un Cura lleno de humildad, sencillez,
paciencia, espiritualidad, entrega a los demás, ví que el Señor había actuado
de nuevo en mi vida y acrecentó la necesidad de confesarme. Necesitaba recibir
el perdón de Dios ante los desasosiegos que acompañan mi alma.
Me alegré de hacerlo. Fue una profunda confesión
guiada llena de cercanía, de humanidad. Dos hermanos hospitalarios frente a
frente y Dios en el medio otorgando su Amor, Su Perdón.
La homilía del director espiritual de nuestra
Hermandad estuvo magnífica. El Padre D. Rafael Pinto sabe lo que dice y por qué
lo dice. Es una garantía el tenerlo como Párroco del Santo Cristo y como
Director Espiritual de las Hermandades que allí radican porque ejerce como tal
y eso era absolutamente necesario. El rebaño sin pastor se disgrega y se
pierde.
Avanzaba la Santa Misa con la imposición de
medallas a los nuevos hermanos y para culminar la entrega de los diplomas de
las Bodas de Oro y Plata a los hermanos que este año la cumplían.
Las voces angelicales de la Coral “El Logar de la
Puente” cautivó los corazones y los dispuso en el camino de lo trascendental.
Impresionante el “Ave María” interpretada a los pies de María Santísima de la
Amargura que nos puso a todos la carne de gallina y los ojos nublados en
lágrimas de emoción.
Al terminar saludar a ingente cantidad de hermanos
de todas las edades que nos reunimos cada Lunes Santo en torno a la Mesa
Eucarística. Gran alegría me dio saludar a José Carlos Fernández y su esposa
así como a, mi querido hermano, José Carlos Fernández Moscoso. Los dos
compartimos momentos de intensa emoción que siempre llevaremos en lo más
profundo de nuestro ser.
Salumos de la Iglesia cerca de las dos de la tarde,
el tiempo de aparcar lo más cercano a la Iglesia e irnos para almorzar. Lo
hicimos en el restaurante “Real de Vélez” en plena Plaza de la Iglesia donde
fuimos atendidos con verdadero primor y nos ofrecieron una comida muy buena a
mejor precio. Aquí se puede otorgar el dicho ese de las tres “B”: Bueno, bonito
y barato.
Sobre las cinco menos cuarto nos encaminamos para
el Templo. Muchos buenos hermanos y verdaderos amigos con los que me entretuve
charlando amigablemente en un profundo sentido de comunión.
Me sentía raro porque después de 28 años no
vestiría la túnica. Mi enfermedad digestiva me lo impedía esta vez. Ver a los
nazarenos de hábito blanco y antifaz rojo desde fuera y no a través de los
mismos crea una sensación de emoción, incontestable, de verdadera penitencia.
Las palabras del Hermano Mayor y las preces del
Director Espiritual fueron los que dieron el aldabonazo para abrir las puertas
de la Iglesia y salir la Hermandad ante una tarde soleada, sin atisbo de
viento, como las de siempre, como las de antes.
Nos situamos detrás del Preste y empezamos nuestro
peregrinar por las calles de La Isla. A los pocos minutos mi cuerpo se había
hecho a las circunstancias y cogí con alegría, como una oportunidad única, mi
particular penitencia y con mi promesa de silencio, rezando el Santo Rosario,
el cual me acompaña cada día de mi vida, con los ojos puestos en el hombro
maltrecho de Jesús que sobrelleva la Cruz mientras se apoya en Su Madre en el Camino de la
Amargura.
“Tras los pasos de Jesús”. Así me sentí y lo viví
desde el primer momento. Mi pensamiento se retrotraía cuando el Hijo de Dios
caminaba con el madero sobre sus hombros y poco eran los que lo acompañaban por
la Vía Dolorosa camino del Calvario. Me sentí un afortunado por experimentar lo
mismo que sintieron los discípulos suyos que a pesar de los insultos,
persecuciones, mofas y humillaciones seguían al único que les había dado Vida
Eterna y en Plenitud. ¡Y la sigue dando a diario!
Mis pasos sobre Sus Pasos, mi mirada buscando Su
Mirada, mis manos intentando ser apoyo para Sus Manos, mis hombros deseando
soportar el peso de la Cruz para que Cristo no fuera tan afligido ni sufriera
tanto. En medio de profundas meditaciones, y sin perder de vista la lejana
mirada de Jesús, devotos rezos, profundas reflexiones, Rosarios rezados y
meditados, plegarias sentidas, conversaciones con quien esTodo Amor. Os puedo
decir que desde la Penitencia, desde detrás del Paso de Misterio, desde la
ausencia total del anonimato he podido vivir y disfrutar de una auténtica
experiencia de Fe. Ayer tarde-noche me vacié rezando y ¡Qué bien me sentí y me
siento ahora!
Cuando miraba el bello retablo andante que portan
a mis Titulares podía observar la elegancia y el mimo con el que lo llevaban
los cargadores. Mi enhorabuena a Dominico Guillén y a José Martín Perez así
como a toda la Cuadrilla de Pepe “El Mellao” porque ayer demostraron el gran
amor a Cristo y María así como muchas cosas para La Isla Cofrade.
Las calles atestadas de público. ¡Hacía tantos
años que no veía a tanta gente junta presenciando el discurrir de mi Hermandad!
Como he dicho en otro post, he podido estar ocupando varios sitios en el
Cortejo Procesional desde que empecé a salir con mi Cofradía y, os puedo decir
sin temor a engaño, que hacía muchos años que no contemplaba, con gozo y
emoción, tantas personas en torno al Misterio Pasional que representa mi
Hermandad.
No sé de donde se saca un determinado periodista
cuando dice que la “asignatura pendiente”
de Afligidos era la falta de público. ¡No sé donde estaba ni con que
ojos miró! Muchas veces se ve lo que se quiere aunque esta percepción no se
acerque a la realidad.
Desde la Salida, pasando por una calle Ancha
abarrotada, a pesar de lo temprano de la hora, así como todo el itinerario
estuvo colapsado de personas presenciando Afligidos en la calle. La gente, mi
gente de San Fernando, vuelve a estar con Afligidos, vuelve a darle su apoyo
con su presencia.
No sé que dirán algunos destacados cofrades que
cuestionaban la decisión adoptada por la Junta de Gobierno al realizar la
Estación de Penitencia en los términos que se ha realizado y con los horarios
que se han llevado a cabo. Los que dudaban puedo decirles los que les decía
Jesús a muchos de los que le escuchaban: ¡Hombres de poca fe!
Por primera vez en mi vida he gozado al cien por
cien de una verdadera Estación de Penitencia, siempre la he sentido como una
Salida Penitencial, porque el recogimiento, el saber estar, la solemnidad que
se le daba a todo el Cortejo que ha sido mimado desde la Cruz de Guía hasta el
último de los detalles por el verdadero “alma mater”: Domingo Muñoz Benzo,
Mayordomo de mi Hermandad de los Estudiantes. Domingo es un hombre con corazón
de oro y con una pasión desmedida hacia todo lo que tenga que ver con Jesús y
María bajo las advocaciones de Afligidos
y Amargura.
Penitencia, sí. ¡Gozosa penitencia! Y el poderla
hacer junto a mi mujer y a muchos de mis queridos amigos y hermanos como son
Puri Franco, David González, Pepe Mena, Paco Ruiz Brenes así como Loli , paciente y entrañable mujer de nuestro
siempre querido y añorado, hermano Juan Macias como su hija, también llamada que
su madre. Madre e hija haciendo con su ejemplo que su padre estuviera presente.
Gozar de esas horas con Jesús y María en el Camino de la Cruz con tan buenas
personas que te transmiten su fe por donde van hace que conviertas momentos de
tristezas por la alegría desbordante que es ser y sentirte un hijo amado del
Buen Dios.
Mi felicitación, sincera y llena de gratitud,
hacia la Junta de Gobierno con su Hermano Mayor a la cabeza, D. Manuel Muñoz
Rivero, por trabajar tanto y amar tanto a nuestros Benditos Titulares.
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
Que Dios os bendiga mis queridos hermanos.
Jesús Rodríguez Arias
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