lunes, 25 de marzo de 2013

LA SELECCIÓN DE LOS MAESTROS; POR AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA.


Sección - Marinero en tierra

      

Hace unos días apareció una noticia curiosa sobre la selección de maestros. Con toda la intencionalidad del mundo, las autoridades educativas de Madrid hicieron pública una información sobre las respuestas de los candidatos a maestros en las oposiciones. Quienes construyeron la noticia dieron a conocer algunas respuestas sorprendentes que escandalizaron a la opinión pública: el 93% de los candidatos no sabía convertir 2 Kg 30 gr en gramos, algunos localizaban las gallinas entre los mamíferos, o que casi el 40% de los candidatos no sabía ubicar en el mapa dónde están Ávila o Pamplona. ¡Menos mal que no les preguntaron por Teruel!... que también existe.

Además de esta información, también sería bueno difundir algún estudio sobre los valores educativos y culturales que se han promovido desde algunas series de televisión donde no sólo se minusvalora la figura del maestro sino que se le desprecia. Recordemos exitosas series para ESO-nautas como las de Al salir de clase o Física y Química, incluso otras más recientes como Los Serrano, donde los guionistas no dejaban bien parados a los maestros, la escuela o el estudio. Si, además, los concursos y programas de televisión idealizan figuras que presumen de no leer, estimulan el mal gusto, incentivan la envidia y promueven la cultura del pelotazo, no podemos extrañarnos de estas respuestas.

A este factor cultural podríamos añadir otros factores directamente relacionados con la administración educativa. El central, primario y más grave está relacionado con el reduccionismo administrativo de las actividades educativas. Me refiero al hecho de que el magisterio se plantea como simple función docente, como si acompañar, enseñar, formar, querer y capacitar a nuestros hijos fuera la variable mecánica de un sistema. No sólo ha desaparecido la ejemplaridad o autoridad del docente sino que la administración educativa se ha convertido en una maquinaria implacable que transforma cualquier  vocación docente en una maratoniana carrera de obstáculos.

Este peligroso cáncer burocrático se ha trasladado a la formación, docencia, dirección e inspección educativa, cuatro funciones que deberían revisarse para no penalizar a  maestros rellenando estadísticas, cumpli-mientando (de cumplo y miento) papeles y escribiendo absurdos impresos sin valor educativo. Además de hacer severa autocrítica y en lugar de mirar hacia Finlandia o neurotizarse con las evaluaciones, las administraciones educativas deberían estimular, incentivar y promover la vocación docente. La escuela que tiene un maestro con vocación tiene un tesoro.


Agustín DOMINGO MORATALLA
Para el viernes 22 de Marzo de 2013, en LAS PROVINCIAS. GRUPO VOCENTO

No hay comentarios:

Publicar un comentario