Hoy Domingo de Resurrección,
día más importante para el cristiano, acaban estos días de profundo
recogimiento y conversión de la Cuaresma que desembocó en la Semana Santa.
Tengo que decir que esta
Semana Santa ha sido muy diferente para mí. Ya sea por mi enfermedad o por mi
búsqueda del Bien y la Libertad que me ha llevado el haber vivido el tiempo
Cuaresmal desde el alejamiento, desde la plena interiorización y meditación que
puedo decir, sin temor a engaño, que después de estos días de profunda
conversión soy otro. Le pedía al Señor ser otro y que mi vida fuera por esos
derroteros donde la lucha por el Bien, por la Verdad, por la Fe, por Anunciar
el Evangelio fuera primordial en mi vida.
Esto conlleva muchas
incomprensiones, ataques, insultos, menosprecios, hasta de las personas que tú
podía creer que más te estimaban, pero todo ello no será ni un rasguño por lo
que tuvo que sufrir Jesucristo para darnos los que nos ha dado: Vida Eterna,
Libertad Absoluta.
En eso radica en ser Hijos de
Dios: En la Libertad que nos lleva a la Vida.
Por suerte, más que por
desgracia, soy de esas personas que estoy invitado a diversos actos, algunos se
solapan, y tengo que decir que me siento dichoso por contar con tantas personas
que me estiman. Las que no me quieren, incluso me desprecian, les diré que rezo
todos los días por ellas y que mi corazón, a estas alturas, no alberga ningún
resentimiento ni rencor. El odio solo trae amargura y me niego a vivir así.
Pido perdón por no asistir a
todos los actos a los que he sido invitado en esta Cuaresma y en esta Semana
Santa. Sólo he asistido a dos o tres por razones profundamente sentimentales y
porque a los que considero mi familia no puedo negarles nada. Mis dolencias que
han hecho que mi ánimo no esté muy alto así como mi promesa de alejarme de
todo, de “quitarme del medio” han hecho que no pueda haber estado en los sitios
donde, amablemente, he sido invitado.
Tras culminar la Estación de
Penitencia de mi Hermandad de los Afligidos, donde este año he podido gozar de
una verdadera penitencia, nos fuimos a nuestro pueblo que es el sitio donde
Dios me ha dado, con plena generosidad, la paz, el sosiego, la paz…
A mi querido hermano José
Carlos le sorprendió mi decisión cuando le dije que me iría a partir del
Miércoles Santo a Villaluenga del Rosario. Comprendo que no es fácil de
comprender esta decisión.
YO SOY COFRADE. Para bien o
para mal. Soy un auténtico entusiasta de este necesario, e imprescindible,
Apostolado. Me gustan los Cortejos, los Pasos de Misterio, de Palio, la Música,
el incienso, los detalles cuidados al extremo, su barroquismo, su identidad…
Pero este año, será por mis
circunstancias espirituales, por mi peregrinación a Tierra Santa que cambió al
cien por cien mi vida como cristiano, o por lo que sea necesitaba alejarme de
todo y de todos. Para eso que mejor sitio que un lugar perdido en las montañas
donde se vive la fe de otra forma, con más pureza, con más devoción, con una
pasión distinta a la conocida hasta ahora.
Os puedo decir que he podido
experimentar cuatro días extraordinarios de fe sencilla y pura.
Mis ratos de oración ante
el Santísimo, mis rezos en medio de la
naturaleza agreste y pura, las procesiones del Viernes Santo que tanto me han
dado, la fe de mis paisanos payoyos, los ratos de agradable tertulia con Juan
de Dios, con Rubi y Fernando así con los momentos que he podido experimentar en
mi casa con mi mujer no pueden ser sustituidos por nada.
Dios me ha dado la oportunidad
de conocer otra forma de devoción, más pura, más original, dando importancia a lo que verdaderamente lo tiene, dejando lo
superfluo, lo innecesario fuera de todos nosotros.
Estos han sido unos días que
pueden equipararse a un Retiro Espiritual. Cosa que necesitaba y anhelaba mi
atribulada alma.
Os deseo, a todos mis queridos
hermanos, una Feliz y Santa Pascua de Resurrección y que Dios siempre os
bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
Dios te bendiga, hermano Jesús...
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