2013-03-30 Radio Vaticana
(RV).- (Audio) El Papa Francisco grabó un breve videomensaje con ocasión de la ostensión de la Sábana Santa, este sábado, en la catedral de Turín. Mensaje que, tal como explicó nuestro Director General, el Padre Federico Lombardi, fue realizado para ser transmitido durante el programa de la Rai “A su imagen” mientras en la catedral se reúnen los enfermos con su Arzobispo Metropolitano, Monseñor Cesare Nosiglia, quien pidió este gesto al Santo Padre.
Texto del mensaje del Papa:
Queridos hermanos y hermanas:
También yo me pongo con ustedes ante la Sábana Santa, y doy gracias al Señor que nos da, con los instrumentos de hoy, esta posibilidad.
Pero aunque se haga de esta forma, no se trata simplemente de observar, sino de venerar; es una mirada de oración. Y diría aún más: es un dejarse mirar. Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que el pueblo fiel, como ustedes, quiera detenerse ante este icono de un hombre flagelado y crucificado? Porque el hombre de la Sábana Santa nos invita a contemplar a Jesús de Nazaret. Esta imagen – grabada en el lienzo – habla a nuestro corazón y nos lleva a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de la cruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor.
Así pues, dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma. A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio. Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence.
Por eso, contemplando al hombre de la Sábana Santa, hago mía la oración que san Francisco de Asís pronunció ante el Crucifijo:
Sumo, glorioso Dios,ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta, esperanza cierta
y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento. Amén.
(MFB – ER– RV).
2013-03-29 Radio Vaticana
(RV).- (audio) Francisco celebró la Misa en la Cena del Señor, que conmemora la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, en la cárcel de menores de Casal del Marmo, en las afueras de Roma. Una misa que normalmente presidía el Pontífice en la basílica de san Juan de Letrán, catedral de Roma.
Sobre la misa y en particular sobre el lavatorio de los pies oigamos la crónica del padre Lombardi que estaba presente en la ceremonia.
Fue uno de estos momentos que no se olvidan, llenos de gran emoción y caridad. Asistieron a la ceremonia litúrgica unas 120 personas, por supuesto, sobre todo jóvenes del Instituto, que eran unos cincuenta muchachos, y con ellos representantes de las distintas categorías del personal del reformatorio que los siguen de diversas maneras.
Por lo que se refiere a la liturgia de la Cena del Señor, después de las lecturas, hubo una breve homilía del Santo Padre. Una homilía que fue prácticamente una introducción al gesto del lavatorio de los pies, como modelo de amor y de servicio.
El momento del lavatorio de los pies fue realmente muy impresionante. El Papa se acercó a la primera fila de los jóvenes. Había 12 jóvenes, entre ellos un par de los musulmanes y entre ellos también dos chicas y, por lo tanto, representaban en cierto modo las distintas nacionalidades y confesiones de los jóvenes que viven en el Instituto.
El Papa se arrodilló con ambas rodillas en el suelo, seis veces porque cada vez lavó los pies de los dos jóvenes que estaban cerca. Y el Papa les lavó los pies vertiendo el agua, luego secándolos y finalmente besando uno de los pies de cada uno de los doce jóvenes a los que hizo este maravilloso acto de servicio. Fue un acto y un momento muy conmovedor... y también muy comprometido porque el Papa estaba de rodillas, con ambas rodillas en el suelo.
Fue una ceremonia muy sencilla, por el deseo y voluntad expresada por el mismo Pontífice, que concelebró la misa junto al Cardenal Vicario Agostino Vallini y al padre Gaetano Greco, capellán del reformatorio. Ayudaron en la celebración eucarística dos diáconos, y dos jóvenes del Seminario Romano.
(ER - RV)
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