miércoles, 4 de enero de 2012

PEREGRINO DEL CAMINO DE SANTIAGO.

Me imagino que todas las peregrinaciones se viven con grandes dosis de fe, religiosidad popular y rodeándolo todo la indiosincracia de cada pueblo, cada región. 

Pero, creo que ninguna es comparable, las comparaciones son y deben ser siempre odiosas, como el Camino de Santiago.

Ser peregrino del Camino de Santiago da carácter, es otra cosa, otra dimensión. Aquí no vamos en peregrinación popular hacia una Ermita o Iglesia con cánticos y en unión de muchos, sino que cada uno hace su "camino" particular. Son cientos de kilómetros metidos de lleno en medio de una belleza natural, donde vemos la obra creadora de Dios, pasando por bellas y coquetas aldeas y pueblos, casi desiertos, enclaves de ensueño para el espíritu. Miramos para un lado vemos una Iglesia románica, un cementerio a pie de carretera, caserones, algún lugareño y seguimos caminando, por nuestro particular camino, hacia la meta y el fin que es Santiago de Compostela.

Cuando uno se convierte en peregrino pierde toda condición social, entendida como lo solemos hacer en nuestro mundo, en el Camino de Santiago TODOS somos iguales. Somos peregrinos. Aquí no hay médicos, abogados, funcionarios, albañiles, amas de casa, estudiantes, parados, etc. Ser peregrino implica que la igualdad, tan demandada por mediocres politiquillos, sea una realidad aplastante hecha a base de tradición y siglos. Todos los que caminamos hacia el Apóstol lo hacemos con lo básico: Una mochila y nuestros bastones que nos ayudan en las, pronunciadas, subidas y bajadas. El saludo universal entre peregrinos: ¡BUEN CAMINO! y todos nos guiamos por el símbolo, por autonomasia, del Camino: Las flechas amarillas que nos indican por donde coger. Dicen, los viejos peregrinos, que el Camino te lleva al Camino y es verdad. 

Entre los peregrinos los hay creyentes, en su mayoría, y no creyentes. Todos hacen su particular "Camino" todos llevan su fe o los ideales por los que se mueven en pos de un encuentro: Con Santiago de Compostela y con el Apóstol Santiago. Para conseguirlo hace falta mucha fe, el que tenga ese preciado don, y mucha fuerza de voluntad en todos los casos. Es impresionante ver personas caminando con sus pies sangrantes y llenos de llagas, con dolores musculares, con contracturas, con miles de penalidades y todo por fe, en Dios o en si mismo, aunque creo que los peregrinos que no creen en Dios acaban cautivados por todo la atmósfera  que envuelve a la peregrinación.

Cuando digo, y defiendo, que esta peregrinación es diferente al resto lo hago desde un convencimiento: La dureza y la gran austeridad que supone el Camino de Santiago. Por climatología, por horas y horas, desde el amanecer con niebla penetrante que se puede hasta "tocar" hasta bien entrada la tarde que se llega al lugar de destino de esa jornada significan horas de duro camino, con lluvia, frío, y algunas veces, penetrante calor. Puede llover y a las pocas horas hacer un sol reluciente. 

Mi experiencia personal es la siguiente: Para mí, esta opinión la comparto con hermanos-peregrinos, es que ha existido un antes y un después de realizar el Camino de Santiago. Cuando se hace esta peregrinación con marcado clima espiritual, ayudado por Sacerdotes-peregrinos, cuando asistes cada tarde a la Eucaristía en el pueblo o aldea que estés, recibes la bendición del peregrino, cuando ante la inmensidad natural de los caminos que conforman el Camino te encuentras durante minutos, que pasan tan rápido que casi no puedes degustar la experiencia en ese momento, a solas con Dios. Sí, te encuentras Tú y Él, a solas en un paraje natural inmenso en unos caminos perdidos allá donde estemos. Ese encuentro es único y lo sientes tan cerca, tan íntimo, tan cercano, como lo que es un Buen Padre que cuida de cada una de sus  ovejas. En este caso las ovejas de su rebaño son los peregrinos del Camino de Santiago que van penando con heridas físicas o espirituales al encuentro del Apóstol Santiago, al encuentro, en definitiva, con Jesús, que se ha hecho presente en el Camino tal y como hizo con los primeros apóstoles tras su Resurrección.

Prometo volver sobre este tema, porque me tiene enganchado, enamorado y porque, desde hace ya dos años, soy peregrino. Nuestra meta más próxima, si Dios así lo quiere, es hacer el Camino Francés por tramos. Espero que este año podamos hacer el primero que va desde Roncesvalles a Logroño. Dios quiera concedernos que este deseo de peregrinar en su Nombre se pueda hacer una feliz realidad.

A todos los peregrinos les deseo: ¡BUEN CAMINO!

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