Se necesita mucho conocimiento sobre uno mismo y mucha confianza en uno mismo para dar la espalda a una posición de prestigio. Cuando esperamos el honor y la gloria, estamos inclinados a decir que sí demasiado ávidamente. Si entonces nos encontramos superados por la situación, podemos empezar a lamentar nuestra decisión.
Conocer nuestros puntos fuertes así como nuestras debilidades nos permite hacer elecciones que son las mejores no sólo para nuestro crecimiento espiritual, sino también para el crecimiento de quienes nos rodean.
Muchas veces nos hacemos esta reflexión: Si alguien me pide que cuente mis características, ¿Estoy más inclinado a considerar mis debilidades en vez de mis capacidades?
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