domingo, 5 de enero de 2020

UNA CABALGATA CON SEIS SIGLOS DE HISTORIA



En Santiago de Compostela se han publicado los primeros vestigios documentales conocidos de la Cabalgata de los Reyes Magos, que se celebraba en la ciudad ya en el siglo XV
En Santiago de Compostela, el investigador Xosé Sánchez Sánchez acaba de publicar cómo la Cabalgata de Reyes ya se celebraba en la ciudad en el siglo XV: «Desde una de las puertas de la ciudad, que sería la puerta del Camino, acompañados de un gran séquito y lujosamente ataviados, los Reyes Magos se dirigían a la catedral, y en la plazuela del Paraíso o de los Cambios sentaban sus tiendas de viaje. Entraban después con toda solemnidad en la Iglesia, se subían a un tablado y allí tenía lugar un auto de los Reyes Magos, una representación litúrgica y teatral que era muy común en la Edad Media». Sánchez, técnico medievalista de la catedral y profesor de Historia Medieval en la Universidad de Vigo, afirma que «debía de ser magnifico y maravilloso ver a los Reyes en esta procesión, tanto como hoy en día, sobre todo por los niños. En realidad no han cambiado tanto las cosas».
Del grado de importancia que se le daba a esta cabalgata da cuenta un artefacto que recorría toda la nave central de la catedral trasladando una estrella que emulaba a la de Belén: el argadelo. «Debía de ser algo espectacular, que daba un colofón de oro a la procesión». Sánchez ha seguido la pista a este mecanismo en los archivos de la catedral hasta el año 1506, en un documento que dice: «En este cabildo los sennores mandaron que la persona a quien copiere echar el argadelo lo eche e lo haga muy honrradamente conmo se suele fazer. E sy non lo cumpliere que a su costa lo fagan los procuradores del cabildo. E aquel aquien cupiere goze del cuanto que se suele dar a los que fasta aqui han echado el dicho argadelo». Y no mucho después, en el acta del 7 de enero de 1511, queda registrado haber sido echado de nuevo «ell argadillo, segund antigua costumbre de la dicha yglesia».
«Con todo esto se daba una nota festiva a la Epifanía –afirma el medievalista–. La imagen de por sí es magnífica y evocadora: la población expectante, en los márgenes de las calles, observando festiva el transcurrir de la cabalgata en que sus Majestades visitan la ciudad, incluso con sus tiendas de viaje. Y la entrada en la catedral sería muy esperada, por el espectáculo de la estrella que cruzaba el templo. Era una puesta en escena fabulosa».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

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