Resulta llamativo, pero también alarmante y hasta un poco doloroso, comprobar el foso que se va abriendo entre los ciudadanos más de a pie y los comentaristas, contertulios o columnistas que se afanan -nos afanamos- cada día en hablar o escribir para ellos. Sobre el llamado pin parental se ha dicho y escrito mucho, generalmente en contra o con indisimulado desprecio, en los medios conservadores. El argumento mayor ha sido el considerarlo una cortina de humo para ocultar otros asuntos que a los periodistas les parecen más graves, tal el inconcebible nombramiento de la calcinada Dolores Delgado como Fiscal General del Estado. Sucede, sin embargo, que el común sabe bien que por mucho que le desagrade ese asunto, poco o nada le afecta a su vida diaria. Una rayita más en el escándalo continuo de una Justicia brutalmente politizada en sus niveles superiores. A la aprobación de la susodicha por parte del CGPJ, por ejemplo, me remito. Pero lo del pin parental es otra cosa.
Según encuesta publicada por El Español, medio tan desafecto a Vox, un 57% de los interrogados son favorables al pin parental, mientras que los opuestos no llegan ni al 35%. Los votantes de Vox y PP lo apoyan en porcentajes superiores al 90%, así como el 73% de los de Ciudadanos, pero puede sorprender que hasta un 25% de los votantes socialistas y un 38% de los de Más País están en lo mismo. Resulta también significativo que la medida, planteada por un partido que tiene entre las mujeres sus mayores críticos, sea respaldada por un 60% de ellas, mientras que las que se oponen no llegan al 30%. Pero aún más notable me parece que el apoyo crezca de forma singular entre la población mayor de 30 años, justo cuando hoy se accede mayoritariamente a la paternidad. Entre los menores de esa edad sólo el 37% la juzga necesaria, pero el porcentaje se dispara hasta el 55% en el tramo de los 31 a los 45 años, para aumentar aún más en los siguientes. Los padres y los abuelos -sin capacidad sobre la educación de sus nietos, pero conscientes de lo que hay- no ven en el pin parental una cortina de humo, antes bien un as en la manga para preservar a los niños de los excesos de una escuela degradada y puesta al servicio de una ideología simplemente corruptora de la infancia. Y si alguien cree que exagero al escribir eso, que vea alguno de los muchos vídeos que al respecto circulan en estos días en la red.
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