No hace mucho, una mecenas española donó al Museo del Prado, a través de los amigos americanos de la institución, una pieza de excepcional calidad realizada por Giulio Clovio, a quien el artista y biógrafo Giorgio Vasari calificó como el Miguel Ángel de las miniaturas. En 1541 se abrió al público la Capilla Sixtina, y era raro el artista que no anhelara ir a Roma a contemplar el impresionante fresco de la bóveda con las escenas del Génesis, además de las esculturas del maestro del Renacimiento. Allí llegó El Greco y, entre otros trabajos, firmó un retrato de su amigo Giulio Clovio que se conserva en el museo napolitano de Capodimonte. En este óleo, uno de los primeros retratos del cretense, vemos al miniaturista e iluminador con barba cana, mostrándonos con orgullo su obra maestra: El libro de horas de la Virgen, encargo de Farnesio.
Muy apreciado por Felipe II, quien le pidió para el emperador Carlos V la miniatura devocional de la Sagrada Familia con santa Isabel y san Juanito que posee el museo madrileño Lázaro Galdiano, Clovio, de origen croata, trabajó en Roma para el cardenal Alessandro Farnesio, y esta obra tan singular del Cristo resucitado, fechada en 1550, fue quizá una de las que pintó por deseo del mecenas. La técnica cloviana supuso un cambio hondo y una revitalización del arte de la miniatura –en declive por la competencia del grabado– al distanciarse del estilo medieval y trabajar realzando los materiales –pergamino, vitela o papel–, su tono y su textura, valiéndose del recurso de aplicar la pintura a base de puntos muy pequeños, de forma que se producía el efecto de un ligero relieve. A ello hay que añadir una innovadora concepción de la miniatura, pues el artista croata crea, en realidad, en sus ilustraciones, cuadros en formato reducido.
Para el Cristo resucitado Giulio Clovio se inspiró en un modelo escultórico, el Cristo redentor, de dos metros de altura, en mármol, de Miguel Ángel, propiedad de la iglesia romana de Santa María sopra Minerva.
De momento, la valiosa miniatura del Prado no está expuesta, y es de suponer la dificultad que entraña buscarle un sitio idóneo. Aun así confiamos en poder admirarla pronto. En cambio, sí puede verse, en la muestra temporal, el retrato de Clovio por Sofonisba Anguissola.
Concha D’Olhaberriague
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