Cuando uno entra en una tienda a comprar una Biblia se puede sentir abrumado ante la gran cantidad de versiones que puede encontrar. ¿Cuál es la mejor traducida? ¿Cuál viene mejor para rezar? ¿Cómo se reza con un libro tan voluminoso?
«No se puede decir que haya una edición de la Biblia que sea la mejor de todas, sino que cada una se dirige a un tipo de publico, y se puede destinar a un uso u otro», afirma Francisco Pérez Sánchez, licenciado en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico, y también párroco en Madrid.
Para Pérez Sánchez, la Biblia de referencia en España hoy es la editada por la Conferencia Episcopal Española, cuya versión data de 2011: «Es el texto oficial que se usa en la liturgia y en la catequesis. Ahí puedes encontrar el mismo texto de las lecturas que se leen cada día en Misa. La principal ventaja es que tiene una traducción muy actualizada, de comprensión sencilla, a cargo de buenos biblistas. Resuelve precisamente la cuestión de la pluralidad de versiones que puedes encontrar en el mercado, y para el público en general es la más recomendable».
Además de ella, está la versión de La Casa de la Biblia, que es «muy legible»; «es de hace ya algunos años pero no resulta anticuada, y su gran virtud es que es muy comprensible».
Aparte, para quien quiere estudiar a fondo el texto bíblico y buscar paralelos entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, este biblista recomienda la Biblia de Jerusalén, «que tiene muy buena traducción y notas muy ricas de tipo exegético, con columnas en los márgenes que te permiten navegar por el texto bíblico». En contra, «la traducción no es tan fluida y accesible al lector medio» como las anteriores versiones.
Dando un paso más, está la Biblia de Cantera Iglesias, «para los más estudiosos, porque es muy literal. Está indicada para quien vaya a realizar un estudio más exegético y teológico sin acudir al texto griego o hebreo original. Al ser tan literal, no es de lectura fluida para el gran público».
En las tiendas hay otras ediciones de origen latinoamericano, como la Biblia de las Américas, «que pueden ser útiles a las personas que vienen de allí», señala el biblista, para quien «en realidad cada versión está aconsejada depende de a quien la va a utilizar, y cómo vaya a hacerlo».
Para rezar con la Escritura
A la hora de ponerse a rezar con la Biblia, Pérez Sánchez recomienda empezar la oración con el texto del Evangelio de cada día o del domingo, y seguir el método de la lectio divina, que son «pasos sencillos que brotan de manera natural». Así, primero hay que hacer una lectura atenta del texto, «una o varias veces, fijándote bien en lo que dice». Luego viene la meditación, «dar vueltas a lo que el Señor me está diciendo, qué me quiere decir Dios hoy en mi circunstancia, porque nos habla hoy con textos de hace 2.000 años». Después viene la oración, que es «responder a lo que Dios nos ha dicho, con una oración espontánea o valiéndonos de la oración de la Iglesia, lo que te salga del corazón». El siguiente paso es la contemplación, que es «un momento especial, porque no se trata de lo que yo hago, sino lo que Dios hace en mí; es una acción del Espíritu Santo en el corazón de quien reza, quedarte serenamente junto al Señor, contento de estar con Él, porque Dios me mira, me ama y me escucha. Es aquí donde Dios te cambia el corazón, sientes su fuerza y su amor, su llamada, y donde te llama a ir más lejos». Por último, «con frecuencia en la oración uno se siente llamado a hacer cosas, y aquí viene la acción, que no forma parte de la oración, pero sí es consecuencia natural de ella».
Hoy la Biblia forma parte de las herramientas del pueblo de Dios a la hora de rezar: «La gente cada vez reza más con la Biblia, de manera individual y en comunidad. Los últimos Papas han insistido mucho en ello, y se nota un interés creciente desde el Concilio Vaticano II, pero se sigue rezando menos de lo que sería necesario. Aún hay mucho que hacer».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
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