martes, 7 de enero de 2020

* ¿CATÓLICOS?






El mundo y España está cambiando a peor, parece que todo vale, que todo está permitido, que todo se puede permitir menos el profesar la Fe Católica pues eso está perseguido, mal visto, y no se puede consentir...

Vienen tiempos recios en todos los sentidos, que nadie se lleve a engaño, pero más para los católicos y por supuesto también para el apostolado cofrade.

En mi primer artículo de este 2020 en Información San Fernando escribo de este tema, sin más...

Jesús Rodríguez Arias




¿CATÓLICOS?


Hoy  comienza el año real después de celebrar todo lo habido y por haber según mandan las tradiciones porque en verdad entre unos y con el consentimiento del resto la Navidad se ha convertido en una tradición más en vez de la celebración del Nacimiento de Jesús. Es lo que podemos llamar la desacralización de las fiestas eminentemente cristianas así como del mundo en general.

Sí, pienso que los que manejan los hilos, que no son los políticos, quieren desacralizar todo porque no hay nada más molesto para ellos que Dios, las creencias en general y sobre todo la religión católica y por eso vivimos una Navidad que no es Navidad sino la fiesta de Papa Noel al que damos un protagonismo exacerbado arrinconando, en el mejor de los casos, el Portal con la Sagrada Familia en sitio público pero escasamente visible y todo esto pasa con el permiso, también anuencia, de los que nos decimos cristianos, católicos.

Todo lo que huela a sagrado es pernicioso, todo lo que sea laicista debe ser no solo respetado sino protegido por las leyes. Lo religioso y más lo católico no basta con ser escondido en las sacristías sino eliminado de la faz de este mundo tan banal, donde el gnosticismo y el sincretismo campan a sus anchas promovido por los poderosos que tienen vendidas sus almas y no a cualquier precio.

Esto que escribo está pasando, está a la orden del día, y se distingue con suma facilidad si uno es capaz de discernir, para eso hay que procurar tener una esmerada formación, y pararse a mirar en la gran y globalizada ventana de un mundo que nos quiere en continuo movimiento, deslumbrados por los flashes del consumismo, del interés, del tener más y más aunque acabemos endeudados de por vida.

Pero de esta desacralización general también tenemos culpa los cristianos, los católicos, porque de alguna u otra manera hemos dejado de serlo ante la sociedad. Se puede, se debe, ir a celebrar la Eucaristía, tener una vida conforme a nuestra Fe pero si eso no va acompañado con nuestro testimonio de poco sirve. ¿Cuántos nos santiguamos cuando pasamos por una Iglesia? ¿Cuántos le dicen a ese que le ha contado un problema que rezará por él? ¿Cuántos vamos rezando con el rosario en la mano por la calle? ¿Cuántos hablamos de Dios en la esfera pública? ¿Cuántos defendemos nuestra Fe ante los ataques de nuestros gobernantes? ¿Cuántos alzamos la voz para decir que por ahí no, que a nosotros no nos van a callar por más que nos aíslen y nos manden al mayor de los ostracismos? ¿Tanto le debemos al césar que somos capaces de anular a Dios de nuestras vidas?

Esta es una tarea de todos los que profesamos la misma Fe y ese dar la cara, ese ser valiente por ser de Dios y no del mundo la debemos realizar cada uno según nuestras circunstancias, según los dones que hayamos sido bendecidos, desde los más íntimos a niveles más generales el que pueda. No nos quejemos de que si los gobernantes quieren eliminar la asignatura de religión católica, quieren cerrar el grifo a los colegios concertados de educación diferenciada, quieren imponer la laicidad de un Estado que es aconfesional constitucionalmente hablando, quiere promover leyes que atenten no solo con la religión sino contra la ley natural, quiere introducir la cultura de la muerte como opción preferente a la vida. No nos quejemos  de que atentan contra los insondables fundamentos de nuestra Fe cuando preferimos quedarnos callados, mirar para otro lado, pensar que eso no nos corresponde a nosotros, decirnos para acallar nuestras conciencias que al final todo quedará en agua de borrajas. Tenemos que rezar, y mucho, pero sobre todo tenemos que actuar desde el respeto, la valentía y sobre todo la coherencia, esa que nos hace Libres porque no nos defendemos a nosotros mismos sino a la Verdad que es Dios.

Mirad, los cofrades lo tenemos fácil porque nos dan oportunidades de oro para defender nuestra Fe ante los desmanes de la persecución que está siendo sometida cada vez que nos subamos a un atril,  escribamos en medios o en nuestros cuaresmales boletines. Lo tenemos fácil pero os pregunto: ¿Queremos hacerlo? He ahí la cuestión…




Jesús Rodríguez Arias  

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