Este domingo 2 de junio, en la ciudad rumana de Blaj, el Santo Padre beatificará a siete obispos greco-católicos asesinados durante la dictadura comunista en los años 50. Rendirles homenaje es uno de los objetivos de Francisco en este viaje, el tercero consecutivo a países ortodoxos de Europa, donde también tratará de mejorar las relaciones con la Iglesia mayoritaria y dar ánimos a la minoría católica –7,5 % de la población–.
La situación política y las dificultades de apertura de la Iglesia Ortodoxa Rumana limitaron a Bucarest la histórica visita de Juan Pablo II en 1999, la primera a un país de Europa del Este después de su patria, Polonia, donde no podían impedirle la entrada.
Para «completar» aquel viaje de hace veinte años, Francisco ha dedicado la primera jornada a encuentros con las autoridades y la Iglesia ortodoxa en Bucarest, pero se traslada el sábado y el domingo a lugares dispersos donde vive la minoría católica: el santuario de Sumuleu Ciuc, Iasi y Blaj. Su programa es agotador, pues son ciudades sin aeropuerto, lo cual requiere bastantes desplazamientos en helicóptero y automóvil.
Aunque el gobierno pasa por momentos de inestabilidad debido a casos de corrupción, el Papa abordará claramente los problemas del país, al tiempo que intentará apoyar la concordia nacional en un país bastante dividido y el esfuerzo por la construcción de Europa.
El deseo de unidad de los cristianos no es tan intenso como en 1999, cuando los fieles ortodoxos y católicos gritaban al unísono ¡Unitate! en una gran concentración.
Se negaron a obedecer a Stalin
Los organizadores del viaje esperan un cuarto de millón de fieles el sábado en el santuario mariano de Sumuleu Ciuc y también una gran afluencia el domingo a la ceremonia de beatificación de los siete obispos mártires en Blaj. Se trata de obispos de rito greco-católico que se negaron a obedecer las órdenes de Stalin de unirse a la Iglesia Ortodoxa de Rumanía, controlada por los comunistas. Fueron arrestados en 1948 y maltratados, torturados e incluso mutilados hasta que murieron en prisión, excepto algunos que pusieron en libertad para que murieran fuera. Uno de ellos había sido nombrado cardenal «in pectore» (en secreto) por Pablo VI, quien no lo revelaría hasta 1973.
En cambio, el obispo Alexandru Todea logró sobrevivir a la prisión y llegar a ver la caída del comunismo. Juan Pablo II le nombró cardenal, y fue considerado un héroe nacional hasta su fallecimiento en 2002.
Estos son los obispos que beatificará Francisco:
Iuliu Hossu
Nació el 30 de enero de 1885 en Milas. El 1 de diciembre de 1918, siendo ya obispo, proclamó la Declaración de la Unidad de Rumanía en la llanura de Blaj, que sancionaba la separación de Transilvania del Imperio Austro-Húngaro y la unificación con Moldavia y Valaquia en el naciente Estado rumano. El 28 de octubre de 1948, el obispo Hossu fue arrestado por el gobierno comunista y llevado a Dragoslavele. Posteriormente fue trasladado al monasterio ortodoxo de Caldarusani, transformado en un campo de concentración, y en 1950 a la penitenciaría de Sighetul Marmatiei. En 1955 llegó a Curtea de Arges, en 1956 al monasterio de Ciorogarla y finalmente de nuevo a Caldarusani.
Así escribía en agosto de 1961, mientras estaba encerrado a la fuerza, en las primeras páginas de sus memorias: «Tu amor, Señor, no he podido quitármelo; él me basta: te pido perdón por todos mis pecados y te doy gracias con todo mi ser por todo lo que me has dado, tu siervo indigno«. Iuliu Hossu fue privado de toda libertad hasta su muerte el 28 de mayo de 1970 en el Hospital Colentina de Bucarest, donde sus últimas palabras fueron: «Mi batalla ha terminado, la vuestra continúa». El Papa Pablo VI le creó cardenal in pectore en 1969, el primero de nacionalidad rumana, y luego hizo público su nombramiento en 1973, tres años después de la muerte del pastor.
Vasile Aftenie
Nació el 14 de junio de 1899, En abril de 1940 fue elegido obispo titular de Ulpiana. Tras varios intentos frustrados de comprometerlo, fue finalmente arrestado el 28 de octubre de 1948 por el régimen comunista. Junto con otros cinco obispos greco-católicos fue llevado a Dragoslavele y luego al monasterio de Caldarusani, transformado en un campo de concentración. En mayo de 1949 fue trasladado y aislado en el Ministerio del Interior, donde sufrió terribles torturas. Mutilado y con la barba arrancada, fue encerrado en la prisión de Vacaresti, donde murió el 10 de mayo de 1950.
Ioan Balan
Nació en Teius el 11 de febrero de 1880. En 1929 fue nombrado miembro de la Comisión Vaticana que debía redactar el nuevo Código de Derecho Canónico de las Iglesias Orientales. En noviembre de 1936 fue consagrado obispo de Lugoj. Se negó a trasladarse a la ortodoxia, compartió la suerte de otros obispos greco-católicos y fue detenido el 28 de octubre de 1948 a las 15 horas. Fue llevado al Palacio Patriarcal de Dragoslavele y luego al monasterio de Caldarusani en febrero de 1949. De allí fue trasladado de nuevo a la penitenciaría de Sighetul Marmatiei en mayo de 1950. Cinco años más tarde se vio obligado a vivir en el monasterio de Curtea de Arges. En 1956 fue trasladado al monasterio de Ciorogarla, cerca de Bucarest, donde permaneció aislado hasta el final de su vida terrenal. Estaba gravemente enfermo, murió en un hospital de Bucarest el 4 de agosto de 1959 y fue enterrado en el cementerio católico de Belu. Nunca fue juzgado y, en consecuencia, nunca fue condenado.
Valeriu Traian Frentiu
Nació el 25 de abril de 1875 en Resita. Trabajó en la Eparquía de Lugoj como canciller, párroco y vicario, hasta el 4 de noviembre de 1912, a la edad de 37 años, cuando fue nombrado obispo. Fue detenido el 28 de octubre de 1948 y llevado primero al campo de concentración de Dragoslavele y luego, en febrero de 1949, al monasterio de Caldarusani.
En 1950 terminó en la penitenciaría de Sighetul Marmatiei, donde no pudo soportar la crueldad perpetrada por el régimen y murió el 11 de julio de 1952. Al igual que otros obispos que murieron en Sighet, Valeriu Traian Frentiu también fue enterrado de noche, sin ataúd, en la fosa común del cementerio de los pobres, para evitar peregrinaciones a las tumbas de los mártires asesinados.
Ioan Suciu
Nació el 4 de diciembre de 1907 en Blaj en el seno de una familia de sacerdotes greco-católicos. El 6 de mayo de 1940 fue nombrado obispo auxiliar de Oradea Mare. Dio una serie de conferencias en las principales ciudades del país, declarando la imposibilidad de un acuerdo entre el cristianismo y el materialismo ateo. Arrestado el 28 de octubre de 1948, fue llevado a Dragoslavele y luego al monasterio de Caldarusani. En mayo de 1950 fue llevado al Ministerio del Interior y en octubre del mismo año a la prisión de Sighetul Marmatiei, donde sufrió hambre, frío, enfermedades y numerosas torturas. Allí murió el 27 de junio de 1953 en la celda número 44. Fue enterrado en el cementerio de los pobres, y hasta la fecha no se sabe el lugar exacto donde descansan sus restos mortales.
En dos cartas dirigidas a sus fieles en octubre de 1948 decía: «Para la Iglesia Rumana Unida llegó el Viernes Santo. Ahora, queridos fieles, tenemos la oportunidad de mostrar si pertenecemos a Cristo o si estamos del lado de Judas, el traidor… No os dejéis engañar por palabras vanas, por comités, por promesas, por mentiras, sino que permanezcáis firmes en la fe por la que vuestros padres y vuestros antepasados han derramado su sangre… No podemos vender a Cristo ni a la Iglesia…. Si toman sus Iglesias, oren al Señor, como lo hicieron los primeros cristianos, cuando los emperadores paganos destruyeron sus lugares de oración y quemaron sus libros sagrados». Estas palabras suyas también resonaron en el Coliseo el 7 de mayo de 2000 con ocasión de la Conmemoración Ecuménica de los Testigos de la Fe del siglo XX, presidida por san Juan Pablo II.
Tit Liviu Chinezu
Nació en 1904 en Huduc. El 28 de octubre de 1947 fue arrestado y llevado al Monasterio de Neamt, junto con otros 25 sacerdotes greco-católicos. Luego fue transferido a Caldarusani, donde el 3 de diciembre de 1949 recibió la ordenación episcopal de otros obispos cautivos. A pesar de todas las precauciones tomadas para que el régimen no se enterara del suceso, la noticia se difundió por igual y el nuevo obispo fue trasladado a la penitenciaría de Sighetul Marmatiei.
Debido al trabajo forzoso, el hambre y el frío, cayó gravemente enfermo. Avisados los enfermeros de la prisión de su situación para que le llevasen a la enfermería, lo que hicieron fue trasladarlo a una celda sin calefacción más grande, donde después de dos días murió literalmente congelado por el frío. Fue enterrado de noche, sin ataúd.
Alexandru Rusu
Nació el 22 de noviembre de 1884. El 30 de enero de 1931 fue consagrado obispo de Maramureș y en 1946, el Sínodo Metropolitano lo eligió como Metropolitano, elección reconocida por la Santa Sede pero no por el entonces gobierno dictatorial.
Detenido el 28 de octubre de 1948, fue llevado a Dragoslavele, en el monasterio de Caldarusani, y luego a Sighetul Marmatiei. También sobrevivió en esta última penitenciaría y fue trasladado de nuevo a Curtea de Arges y luego aislado en el monasterio de Cocos. En 1957 fue condenado a 25 años de prisión por instigación y alta traición. En 1963 enfermó y murió el 9 de mayo del mismo año en Gherla. Fue enterrado en el cementerio de la prisión sin ningún rito religioso.
Juan Vicente Boo / Vatican News
No hay comentarios:
Publicar un comentario