La basílica de Santa María del Mar de Barcelona acogió el funeral de Teresa Cardona, fallecida en Costa de Marfil. Al finalizar el mismo, se leyeron dos mensajes: uno del Papa Francisco y otro del prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz
«Dios ha querido llevarse un alma bien preparada, que ha ofrecido su vida por un ideal grande: transformar el mundo desde dentro a través del ejercicio de su profesión, hacerlo más humano y más divino. Esa era la razón de su entrega a Dios, de su celibato vivido dentro del Opus Dei: una disponibilidad total para dedicarse plenamente a llevar el mensaje de Cristo a los demás hombres y mujeres». Son las palabras que pronunció Ignasi Font, vicario del Opus Dei en Cataluña, en la homilía del funeral de Teresa Cardona en la basílica de Santa María del Mar de Barcelona, una ceremonia en la que concelebraron una veintena de sacerdotes, entre ellos, su hermano Manuel Cardona. También se hicieron presentes muchas familias del colegio Canigó, estudiantes universitarios, antiguos alumnos de Teresa, las voluntarias que habían ido con ella a Costa de Marfil o personas con las que había compartido algunos proyectos.
Fue un funeral íntimo, sin presencia de los medios de comunicación, donde se puso de manifiesto la fecundidad de la vida de Teresa y, sobre todo, su humildad. «Teresa no se consideraba particularmente dotada para tareas administrativas, de despacho, y sí disfrutaba con el trato directo con las personas. Por eso había cesado como subdirectora de Canigó; así podría atender con mayor dedicación a sus alumnas, a sus familias y a las universitarias del Colegio Mayor. Se la veía feliz por esa decisión. Y tan extrovertida y comunicativa como siempre, iba anunciando a quien se cruzaba con ella que empezaba una nueva vida. No sabía hasta qué punto fueron certeras esas palabras. En efecto, ha empezado una nueva vida, que ya no tendrá fin», dijo Ignasi Font.
Durante el oficio religioso, se dio lectura de dos cartas enviadas por el Papa Francisco y por el prelado de Opus Dei, Fernando Ocáriz, respectivamente. El primero, a través de su secretario de Estado, el cardenal Parolin, trasladó su pésame a la familia y su oración por Teresa y pidió por intercesión de san Josemaría Escrivá «la pronta recuperación de todas las personas que están heridas». Ocáriz, por su parte, apuntó: «Dios vino a buscar a Teresa un día en que la encontró poniendo en juego su ilusión, su alegría, su amistad y su afán por ayudar a los demás, en un lugar lejano pero que, a la vez, se ha hecho cercano por el cariño y la atención de tantas personas».
Durante la eucaristía se hizo una colecta que se destinará a iniciativas y sanitarias en África, precisamente lo mismo que ella había propuesto con sus campos de trabajo. Finalmente, se cantó el Virolai, el himno dedicado a la Virgen de Montserrat.
F. O.
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