Este domingo, en el cerro de los Ángeles, se renueva la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, «un acto de piedad» alejado de cualquier manifestación política o nostálgica, pero que tiene consecuencias a nivel pastoral, evangelizador y social. Y en estas se fundamenta su actualidad
La renovación de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, ha escrito el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, no es un acto de reivindicación de una situación sociopolítica del pasado ni una manifestación política o nostálgica de épocas pasadas. «Es un acto de piedad», apunta el prelado en la carta pastoral sobre el sentido de la renovación de la consagración titulada Mirar al que traspasaron. Un acto de piedad que tiene consecuencias a nivel pastoral, evangelizador y social. Dice en este sentido García Beltrán que la renovación de la consagración al Sagrado Corazón es «una oportunidad magnífica para impulsar la nueva etapa evangelizadora que nuestro mundo está esperanzado» y también «una invitación a mirar las heridas de la humanidad».
Como reconoce la misma carta pastoral, no pocos hoy se preguntan por el sentido de renovar la consagración, vista la realidad social y religiosa de nuestro país en comparación con la que se vivía hace 100 años. Una pregunta que también se planteó en el 50 aniversario, cuando el cardenal Marcelo González Martín, entonces arzobispo de Barcelona, cuestionaba si seguía teniendo valor después del Concilio Vaticano II. Decía que «pueden darse expresiones sensibleras, realmente anticuadas o inconsistentemente fundadas en la verdad católica», pero que, eliminado cuanto de eso pudiera haber, las devociones ayudan al espíritu de entrega, según detalla el sacerdote diocesano de Toledo Luis Fernando de Prada.
Don Marcelo seguía la línea que ya habían manifestado los Papas. León XIII, el Papa de la doctrina social, fue el que consagró el mundo al Corazón de Jesús; Pío XI dijo que «en la devoción está encerrada la síntesis de toda la religión»; Pío XII apuntó que «se puede considerar como la profesión más completa de la religión cristiana»; Pablo VI afirmó que «exhorta en gran manera a los ejercicios de piedad». Para el que sería luego arzobispo de Toledo y primado de España, esta devoción aporta también remedio a los males sociales del momento, uniendo el amor de caridad a la lucha por la verdad y la justicia.
Luis Fernando Prada recoge, precisamente, en una de sus conferencias, la aportación de Marcelo González sobre la dimensión social de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: «Una de sus primeras reflexiones al hilo del Sagrado Corazón, cuando era obispo de Astorga, aborda esta cuestión. Decía que esta devoción es una síntesis del Evangelio y compendio de la redención, por lo que necesariamente tiene una gran dimensión social».
Y añadía el cardenal Marcelo González: «Los que dicen con una sonrisa sarcástica que qué influencia puede tener el culto al Sagrado Corazón de Jesús para arreglar el problema social, deberán reflexionar en lo que significan estos miles y millones de almas consagradas a Dios en el mundo seglar o en el mundo sacerdotal y religioso que, frente al enfermo y el desheredado, frente al hombre más humilde y abandonado de la sociedad, le han regalado amor, cultura, cariño maternal... sin pensar nunca jamás ni en razas ni en diversidad política, ni cultural, ni geográfica, ni siquiera religiosa».
Los actos más significativos de esta conmemoración se concentrarán en este fin de semana. Sobresalen la exposición del Santísimo y la vigilia joven del sábado por la noche, y la Eucaristía (10:00 horas) y el acto de renovación de la consagración (11:30 horas) del domingo.
F. Otero
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