Me ha costado escribir este artículo pues admiraba y admiro a Rafael González Serna al que tuve el privilegio de conocer en una Tarde de Toros en Villaluenga del Rosario allá por 2014.
Por eso con un prudencial tiempo después de su fallecimiento he querido dejar por escrito mi sentimientos hacia un hombre de Fe auténtica que amaba la Vida y que ahora, junto Jesús de la Sentencia y la Virgen del Rocío que era y es su Esperanza, ya descansa en Paz.
Jesús Rodríguez Arias
RAFA
SERNA
Lo conocí en Villaluenga del
Rosario, más concretamente en su original e histórica Plaza de Toros, un
soleado 28 de junio de 2014. Estaba allí apoyando a su hijo Rafa en una clase
práctica donde compartió cartel con Ignacio Bonmati, Emilio Silvera, Carlos Corradini,
Miguel Pacheco y Pablo Mora que torearon astados de la prestigiosa ganadería
“Torrealta”.
Iba acompañado junto a algunos
amigos y por las causalidades de Dios nos sentamos casi juntos. Allí en medio
de una Tarde de Toros según Villaluenga del Rosario surgió una amena
conversación en la que me fue desgranando parte de sus querencias que hay que
confesar algunas eran compartidas. Fueron unas horas, que pasaron volando, pero
que pude comprobar la grandeza y la hondura de Rafael González Serna. Horas que
nos hablamos de tú a tú, sin hacer atisbo por mi parte de su fama consolidada
durante años. Simplemente dos aficionados que estaban superando unas dolencias
pues se da el caso que ese primer y único encuentro se produjo tan solo dos
meses después de mi intervención quirúrgica en Madrid. Nos despedimos con un
abrazo y con intercambio de teléfonos con la lógica correspondencia de vernos
cuando visitáramos tanto la capital hispalense como Villaluenga…
Sé que su enfermedad fue a
más, que la sentencia casi estaba escrita aunque él se resistiera. Por eso me impresionó
tanto su magnífico Pregón de la Semana Santa de Sevilla en 2016, al que escuché
en reiteradas ocasiones y con el que me emocioné profundamente hasta hacer que
las lágrimas recorrieran mis mejillas y bien saben los que me conocen lo duro
que soy a la hora de llorar. Me emocionó su sensibilidad, su amor a Sevilla, su
profunda Fe que queda más demostrada cuando el dolor, los padecimientos, la
enfermedad, se hacen presentes en tu día a día. Ese Pregón no fue un simple
Pregón fue una Exaltación a la Esperanza que quedó resumida en esa conversación
tan íntima, tan personal ante Jesús de la Sentencia, un diálogo mirándose a los
ojos del alma. El Pregón de Rafa Serna ha quedado grabado para la historia de
Sevilla como uno de los grandes y en la retina de la memoria de nuestro corazón
de todos los que lo escuchamos en la lejanía y nos hizo sentir su mensaje tan
cercano.
Siempre he ido informándome de
cómo le iba y os debo confesar que me llegó y de qué manera su Pregón a la
Virgen del Rocío en la conmemoración del centenario de su coronación canónica.
Ya se percibían los rasgos de una enfermedad que paulatinamente iba a más pero
eso no fue óbice para que abriera las puertas de la gloria y ofreciera una completa
y detallada exaltación a la Virgen del Rocío y a la Peregrinación que la rodea
días antes a Pentecostés. Nuevamente la emoción se hizo presente a base de
profundos sentimientos declamados a viva voz en medio de un profundo silencio.
Sí, puedo decir que conocí en
persona a Rafa González Serna, que estuvimos horas hablando de nuestras cosas,
que quedamos en vernos aunque Dios quiso que ese encuentro, por uno o por otro,
no se produjera aunque os confesaré que lo he tenido muy presente en sus
momentos de gloria, cuando su Sevilla le devolvió parte de lo que él le entregó
a corazón lleno, así he seguido con interés y preocupación su estado de salud
que me llegaba por amigos en común. El día que murió lo sentí en el alma porque
se fue un bético universal, cofrade de los de Fe, un rociero que amaba a la
Virgen, un taurino que se embelesaba al ver a su hijo torear, un padre
dedicado, un marido enamorado, un hermano de sus hermanos y amigos de sus
amigos, un sevillano por siempre entregado, macareno en los cinco sentidos, que
hizo de la Esperanza su refugio, su norte, su destino, dejándonos un testimonio
de vida de los que quitan el sentío y dan razones para seguir sus pasos,
recorrer como él hizo este luengo camino de la mano de Dios que es Padre y
también Hijo.
Descansa en Paz Rafa, descansa
que ya dejaste los arenales de la vida, ya disfrutas como nadie de tu Virgen
que es Rocío de la mañana.
Jesús Rodríguez Arias
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