Irene Montero, compañera de Pablo Iglesias en todos los sentidos, acaba de anunciar que van a ser padres de dos compañeritos más. No suelen hacerme gracia las cosas de Irene y Pablo, tanto montan, montan tanto, con perdón, pero soy tan totalmente natalista, que estoy contentísimo. Y deberíamos estarlo todos, pues dos nuevos hombres (personas humanas) van a nacerle al mundo.
He escuchado críticas a la declaración que ha hecho ella en las redes sociales y a la respuesta poética (cantando por Goytisolo y el lobito bueno) de él. Las ven cursis. A mí me entra la risa floja, sí, pero de felicidad. Disfruten a Irene: "Quiero compartir algo con vosotras y vosotros. Pablo y yo hemos emprendido un camino que en los próximos meses revolverá nuestras emociones, transformará mi cuerpo y llenará nuestras vidas de belleza y algunas noches sin dormir. (…) dentro de mí crecen dos criaturas que, si todo va bien, nacerán entre septiembre y octubre. […] Poco a poco aprendo que la maternidad es un proceso tan hermoso como intrincado, lleno de situaciones, emociones y preguntas […] Pablo es el mejor compañero para todos y cada uno de los días que vienen".
Con la dicha, recuerdo un chiste de Los Morancos, con perdón. Unos padres bien macarras tienen una hija fatalmente pija. Cuando llega Borja a recogerla y se la lleva en su BMW, los padres se quitan el disfraz y suspiran: "¡Lo que hay que hacer por los hijos!" Se basa en la tendencia de los niños a salir en contra de sus padres. ¿Tendrán Irene y Pablo dos criaturas reaccionarias? Sería lo mejor que podría pasarles, pequeños carcas responsables y respetuosos de la autoridad paterna… Unos adolescentes rebeldes y contestarios, valga la tribundancia, debe de ser tremendo.
Más importancia tendrá cuando esto transforme, no sólo al cuerpo de Irene, sino la visión política de ambos. Aunque van a ser mellizos, ya se han olvidado desear la preceptiva paridad. E irá a más. Vivir el proceso lleno de situaciones de dos criaturas que crecen dentro de una y que nacerán, si todo va bien, ¿no hace vacilar un poco las creencias abortistas? Y la indiferencia de Podemos por la ingente deuda pública que recaerá sobre las nuevas generaciones, ¿ahora qué? ¿Y la incesante actividad anti-sistema contra un marco de convivencia que permite y ampara el futuro de los españoles? El proceso, en efecto, estará lleno de preguntas. Y nos alegramos también por ello.
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