martes, 21 de febrero de 2017

"MISERICORDIA ES TAMBIÉN DECIR LA VERDAD A LOS FIELES"



«El sacramento de la Penitencia no ha cambiado en nada, porque no se puede cambiar un sacramento», ha dicho el cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Santa Sede, durante un encuentro con periodistas en Alcalá de Henares, donde ha tenido dos días de encuentros de formación con el clero y con los laicos de la diócesis
El cardenal Piacenza –que ha reconocido que «para quienes no están familiarizados con la teología del matrimonio», algunos párrafos de Amoris laetitia «pueden suscitar ciertos interrogantes»– ha declarado que «el Santo Padre no ha querido hacer una revolución de los sacramentos», por lo que «la persona que se presenta a confesarse debe tener una visión objetiva clara de su situación; la lectura de su vida es subjetiva, pero de frente está ley de Dios, que es objetiva y no se puede cambiar».
Para el Penitenciario Mayor de la Santa Sede, «hay un paralelismo con respecto a la justicia civil: hay una norma objetiva y al mismo tiempo una situación subjetiva de la persona, que repercute en una mayor o menor imputabilidad». De acuerdo con esto, «el Papa quiere ayudar a las personas a leerse mejor a sí mismas; y quiere ayudar a los confesores a aproximarse mejor a las personas que viven en determinadas situaciones». Se trata de «concienciar al fiel para analizar bien su situación y comprobar si tiene todos los requisitos para poder acceder a la absolución sacramental».
En esta clave, ha alertado de que «si nos atenemos a la pureza de la doctrina y a la Palabra de Jesús pero sin tener en cuenta la situación de la gente nos encontramos al final con una Iglesia fiel pero que va en contra de las personas; esto es lo que quiere subrayar el Papa».
Al mismo tiempo, el Santo Padre «nos está animando a hacer un camino de discernimiento y de acompañamiento. Para dar la absolución hace falta que una persona se acuse de un pecado y quiera no cometerlo más. Pero hay un modo de cerrar el discurso sin más, y hay otro modo de acompañar a la persona», que el cardenal Piacenza ilustró con su propia experiencia personal a la hora de sentarse en el confesionario: «Cuando no hay manera de dar la absolución y se explican los motivos –a mí me ha pasado alguna vez–, normalmente la gente entiende, y no solo eso, sino que también aprecia la decisión, porque percibe que se toma en serio su situación personal». Pero el camino no se acaba ahí: «Se puede seguir ayudando de algunas maneras: rezando juntos, pidiendo a la persona volver a confesarse al cabo de un tiempo, dar algunos consejos, animar a ir a Misa porque la Eucaristía une a Dios, decirle que el Señor le hará comprender qué es lo mejor para él o ella…»
«Debemos ser conscientes de que hay situaciones que no se pueden cambiar de golpe –pidió–, hay cosas que no cambian inmediatamente, sino que hay que tomar a la gente de la mano para ir “piano piano”. Hay muchos recursos que pone a nuestra disposición el Señor».
La misericordia de decir la verdad
Frente a las variadas interpretaciones que se están haciendo sobre este punto, el Penitenciario Mayor de la Santa Sede apuntó que «quizá algún fiel pueda elegir la solución que más le conviene. Pero la gente suele ser más honesta de lo que pensamos; pueden ir un confesor de manga más ancha o a otro de manga más estrecha, pero al final suelen elegir la solución que quizá para ellos es la más dura».
En este sentido, «la misericordia debe cubrirlo todo, pero eso abarca también algo que los medios de comunicación habitualmente no dicen: la misericordia también es decir la verdad a las personas. Transmitir a los demás la verdad de fe y la verdad de los principios morales es también una forma exquisita de misericordia. De otra manera, si uno callase sería como ayudar a los demás a caer».
El cardenal concluyó subrayando que «la cercanía es el ADN de los sacerdotes, ponerse a disposición» de los fieles, algo que ha podido comprobar en Alcalá de Henares, donde «he visto estos días a muchos sacerdotes sentados en el confesionario, y varias iglesias en las que está expuesto el Santísimo. Donde pasa esto suceden maravillas».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

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