viernes, 24 de febrero de 2017

HEMOS ENTRONIZADO NUESTRO YO


Todos llevamos dentro de nosotros mismos un altar en el que hemos entronizado a nuestro YO y al que le rendimos culto con excesiva frecuencia e intensidad. 

La conquista del propio YO es la mayor victoria que se puede lograr; conseguir que la vida no sea dominada por el ego, sino por la razón y el corazón. 
Cuanto más perfectos seamos nosotros en nuestra vida, más comprensivos nos mostraremos con las imperfecciones de los demás; por el contrario, cuanto menos perfectos seamos nosotros, más exigentes nos mostraremos con los otros. 
Siempre estaremos inclinados a reprobar y criticar los defectos de los demás, sobre todo aquellos defectos que nosotros también tenemos y que no nos atrevemos a confesárnoslos. Otras veces criticamos los defectos que nosotros no tenemos, como una evasión para no reconocer y recordar los defectos que tenemos y nos dominan. 

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