Cualquiera que estos días se dé una vuelta por una facultad verá cómo las bibliotecas y cafeterías universitarias comienzan a poblarse de estudiantes, que, merced al plan Bolonia, encaran los exámenes parciales previos a la Navidad. También por ambos recintos se pasea Enrique Rueda (45 años), ingeniero industrial…, y sacerdote, capellán de la Facultad de Caminos, Canales y Puertos de la Politécnica de Madrid, para «que vean que el cura no es un bicho raro, y poder llevarles a Cristo». Aunque le ha tocado lidiar con anticlericales, dice que en la universidad «mucha gente que busca y encuentra a Dios»
¿Una capilla en la Politécnica? ¿Qué pinta Dios entre las ciencias?
Pinta que al final la ciencia se hace por científicos, que son seres humanos con su dimensión trascendente, que buscan a Dios, y pueden encontrarlo en la capilla. Pinta, porque la ciencia no tiene respuestas últimas, que son las que da Dios. Dios es creador de todo, y al final el conocimiento de la ciencia acerca a Él.
Las capillas universitarias, ¿son herencia del pasado, o tienen futuro?
Ambas cosas. Son herencia, gracias a Dios, y tienen futuro porque el hombre no puede negar su dimensión trascendente. La pastoral universitaria ayuda mucho a la formación humana completa que debe dar la universidad, y que no solo es intelectual.
¿Y qué es eso que ofrece?
En el ámbito del culto, la cercanía del Señor en el sagrario, los sacramentos y la liturgia, la posibilidad de acercarse al sacramento del perdón, la iniciación cristiana, la celebración de la Eucaristía. En lo cultural, le da a la universidad la presencia del humanismo cristiano: la visión cristiana del hombre y del mundo. Y en el ámbito caritativo, las capillas son vía que facilitan los voluntariados, que ayudan a ejercer la caridad y a hacer el bien.
¿Hay más afluencia en época de exámenes?
Puntualmente, sí. Hay más gente que pasa antes de los exámenes a rezar y a pedir ayuda y luz para que el examen vaya bien. La gente se acuerda de santa Bárbara cuando truena.
¿Dios ayuda a aprobar?
Dios ayuda a desarrollar nuestra vida humana en plenitud. Lógicamente, eso implica una vida ordenada, hacer del estudio una ofrenda al Señor… No hace el milagro, pero premia los esfuerzos. De todos modos, Dios se vale de otras cosas, sobre todo en las ingenierías, para llevarnos a Él. Por ejemplo, los resultados de los primeros parciales suelen ser una cura forzosa de humildad, que te coloca en tu lugar. Un suspenso ayuda a acercarse a Dios, porque los problemas son lecciones de crecimiento humano y espiritual, que nos hacen vernos y ver a Dios de una forma más realista.
Usted ha sido capellán en Geografía e Historia de la Complutense, cuya capilla a punto estuvo de cerrarse, y que ha quedado muy reducida. ¿De dónde sale tanto anticlericalismo en la universidad?
Eso daría para una tesis doctoral. Surge de una visión muy distorsionada de la fe, la religión y la pastoral universitaria. Muy sesgada por ideologías en contra de lo cristiano, del hecho religioso, y de la existencia de la verdad. El anticlericalismo universitario actual nace de una lucha por implantar la dictadura del relativismo, de la que hablaba Benedicto XVI. De un modo más puro, en la universidad se vive lo que la sociedad vive más diluido, porque este es lugar de creación de cultura, y hay muchas fuerzas ideológicas luchando por cambiar la cultura. Cuando se presenta la verdad del hombre y del mundo, hay muchas ideologías a las que no les hace ninguna gracia. Y esas corrientes no son etéreas: están organizadas por grupos de presión. Las masas no se mueven sin más, siempre están dirigidas.
Quien suscribe pasó muchas horas de sus años universitarios en la cafetería. ¿Va usted también por allí?
¡Claro! Hacemos mucha pastoral de pasillos. Hay que salir al encuentro de la gente, de toda la comunidad universitaria. Saludas, haces preguntas, te hacen preguntas, se rompen prejuicios cuando ves que no eres un tipo raro… Hacerse ver y salir al encuentro de la gente es una gran labor de la pastoral universitaria, pero no para que le vean a uno, sino para que vean a Cristo.
José Antonio Méndez
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