«Termina el Jubileo y se cierra la Puerta Santa. Pero la puerta de la misericordia de nuestro corazón permanece siempre abierta de par en par», decía el Papa en la carta apostólica al concluir el año jubilar de la Misericordia.
Al igual que no termina la misericordia, con el cierre del año jubilar tampoco desaparece la posibilidad de ganar indulgencia plenaria, opción siempre disponible en la vida de la Iglesia.
Hay dos tipos de indulgencia, la plenaria, que borra todas las penas debidas a nuestros pecados, y la parcial, que lo hace solo en parte. Y para obtenerlas tan solo debemos realizar algunos actos concretos –descritos en el decreto vaticano Enchiridium Indulgentiarum- y tener las debidas disposiciones: desapego total del pecado; confesar sacramentalmente los pecados; recibir la sagrada Eucaristía; y orar según las intenciones del Papa.
A continuación ofrecemos una lista con los actos concretos con los que un fiel puede ganar indulgencia plenaria:
• Rezar la oración Te Deum el 1 de enero o en la solemnidad de Pentecostés.
• Rezar la oración Tantum ergo el Jueves Santo después de la Misa In Coena Domini o en la acción litúrgica del Corpus Christi.
• Rezar públicamente la oración de acto de desagravio del Papa Pío el día del Sagrado Corazón.
• Rezar la oración «Oh mi amado y buen Jesús…» los viernes de Cuaresma ante Jesucristo Crucificado.
• Reza la oración Veni Creator el 1 de enero o en la Solemnidad de Pentecostés.
• Rezar el Vía Crucis: ante las estaciones, pasando de una a otra por lo menos quien lo dirige, meditando las escenas si se desea, con alguna oración vocal.
• Rezar del Santo Rosario en una iglesia, en un oratorio, en familia, o en comunidad.
• Adorar al Santísimo durante media hora o más.
• Adorar la Cruz en la acción litúrgica del Viernes Santo.
• Realizar Ejercicios al menos de tres días de duración.
• Recibir la bendición papal Urbi et Orbi de modo presencial, por radio o televisión.
• Asistir al rito con que se clausura un Congreso Eucarístico.
• Al sacerdote que celebra los 25, 50, 60 años de su ordenación (extensiva a quienes le acompañen en la Santa Misa).
• Lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora.
• Visitar la iglesia parroquial en la fiesta titular y el 2 de agosto (indulgencia de la Porciúncula). Lo mismo vale para la Iglesia catedral o con-catedral o para las iglesias cuasi-parroquiales.
• Recibir la bendición apostólica en peligro de muerte inminente.
• Visitar una iglesia u oratorio el día de su fundador, rezando un padrenuestro y un credo.
• Visitar las Basílicas Patriarcales o Mayores de Roma el día de la fiesta titular, rezando el padrenuestro y un credo.
• Visitar una iglesia u oratorio el día de Todos los difuntos. (Esta indulgencia sólo es aplicable a las almas del purgatorio).
• Visitar una iglesia o altar en el día de su dedicación, rezando un padrenuestro y un credo.
• Usar el día de los Santos Pedro y Pablo (29 de junio) algún objeto piadoso bendecido por el Papa o un obispo, rezando un credo.
• Al nuevo sacerdote en su primera Misa solemne y a quienes asistan a ella.
• Renovación de las promesas del bautismo: en la Vigilia pascual o en el aniversario del bautismo.
• Visitar la iglesia en que se celebra el Sínodo diocesano mientras éste dura, rezando el padrenuestro y el credo.
• Visitar las iglesias estacionales en su día propio, asistiendo a las funciones de la mañana o de la tarde.
• Al quien hace la Primera Comunión y a quienes le acompañan.
• Visita al cementerio en los primeros ocho días del mes de noviembre, orando por los fieles difuntos.
José Calderero @jcalderero
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