Se llama Edna Maribel Morales Martínez y es de nacionalidad guatemalteca. Suelen describirla como una mujer de baja estatura, delgada, con mirada tranquila y voz modulada. Pertenece a la congregación de la Divina Providencia de Jesús y María. Tal y como informa Pablo Cesio en Aleteia, la Hermana Edna ha cobrado notoriedad cuando trascendió que con el dinero que obtuvo de la venta de la herencia de sus padres construyó un Centro de Recuperación Nutricional en la localidad El Progreso, en Guatemala.
El motivo de este emprendimiento tuvo que ver con salvar vidas de niños, niñas y mujeres que padecen distintos grados de desnutrición, producto de la pobreza extrema, el cambio climático, el desempleo y las grandes distancias para acudir a un centro de atención pública.
La religiosa contó que califica de “Cristos sufrientes” a esos niños y niñas que padecen por causa de la pobreza y el abandono de los servicios de salud.
Además, explicó que esta realidad ya la conocía desde que había prestado servicios en otros centros públicos y veía a padres que dejaban a sus hijos por recomendación médica para que se recuperen. “Estas separaciones fueron momentos de mucho dolor”, indicó.
Un amplio respaldo popular y de las autoridades
La religiosa encontró un rápido apoyo a su iniciativa sobre este centro, entre ellos el de varias organizaciones.
Poro otro lado, El Consejo Departamental de Desarrollo (CODEDE) de Guatemala pidió a la Comisión de Salud que se le diera el visto bueno a la legalización jurídica y registros sanitarios, aspectos fundamentales debido al tipo de paciente que se atiende en el lugar.
Además se le pidió al alcalde local, Mario Castro, que gestionara ante las autoridades la extensión al centro del servicio de agua entubada y de energía eléctrica.
Según el delegado departamental de la Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan), Carlos Humberto Valdéz, el personal que trabaja en el centro maneja los criterios que establece el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de Guatemala para recuperar los distintos tipos de desnutrición.
Pero también hay un continuo monitoreo a las familias y los niños que regresan a sus hogares. Hasta mayo se daba seguimiento a 93 casos, de los cuales 34 se recuperaron.
El centro cuenta también con seis niñeras, dos cocineras, una enfermera, una médica y una nutricionista. Los sueldos los puede pagar gracias al apoyo de diversas instituciones.
“Hago un llamado a las personas de buen corazón para que nos apoyen con donaciones, ya que necesitamos pañales, leche de fórmula, alimentos, jabón, ropa, juguetes y artículos de primera necesidad”, expresó la religiosa al portal local Guastatoya.org.
En el lugar preciso
Las autoridades también coinciden en que la puesta en marcha de este centro en la localidad El Progreso, ubicada a más de 70 kilómetros de la capital de Guatemala, es totalmente necesaria debido a las condiciones de pobreza extrema e inconvenientes climáticos que repercuten para que haya inseguridad alimentaria que lleva incluso hasta la mortalidad infantil.
En ese sentido, uno de los principales daños está ocasionado por la sequía que afecta a los cultivos, siendo una de las regiones más golpeadas por la desnutrición.
En tanto, el trabajo que se realiza en este centro también se ve afectado por la carencia de algunos servicios básicos y por ahí va la gestión que se está haciendo para extender el agua entubada y energía eléctrica.
En invierno, el lodo se acumula en las calles y también genera inconvenientes, algo que termina generando la proliferación de insectos que propagan enfermedades.
“Necesitamos que las autoridades colaboren con la reparación de las calles, pues debido al lodo los niños se pueden enfermar”, concluyó la religiosa.
De momento, el trabajo de esta religiosa y su gesto de servicio recibió el visto bueno de las autoridades, el apoyo necesario, y significa un aporte muy significativo para una comunidad muy necesitada de este tipo de servicios.
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