¿Cómo os puedo explicar que son “dos semanas en
cuatro días”?
Estas dos últimas semanas en la que toda España ha
vivido el tramo final de una carrera electoral, que ya ha durado demasiado
tiempo, para nosotros, para los que hemos podido disfrutar de la compañía de
Enrique Montiel y de su Macamen en nuestro bendito pueblo de Villaluenga del
Rosario, el tiempo ha pasado demasiado deprisa pues hemos agotado el mismo a
fuerza de vivirlo con total intensidad.
Con Enrique Montiel no hay medias tintas porque él
es simplemente él.
Después del almuerzo en Cádiz donde Alfonso
Moscoso González, alcalde de nuestro querido pueblo, le propusiera el inmenso
honor de ser el pregonero de las Fiestas para este 2016 quedaron en el
compromiso de que Enrique y su mujer visitaran Villaluenga con el fin de
impregnarse de este bendito rincón que está acunado desde siempre por el eterno
Caíllo. Las fechas eran muy significativas pues quería conocer en primera mano
la tradicional romería de la Divina Pastora y a la siguiente semana asistir a
la corrida de toros.
Cuando llegó el sábado18 de junio nosotros
estábamos en la Atalaya esperando su llamada que se produjo a mediodía. Hetepheres se
fue veloz para allá mientras yo, que tengo un paso más pausado, también me
encaminaba para el lugar. Antes un grupo de visitantes me preguntaron, bajo un
sol de justicia, donde estaba la quesería de Charo Oliva ya que venían
expresamente a la misma. Los acompañé hasta el inicio de la calle Balmes
mientras me preguntaban por el pueblo y les indicaba sitios y lugares que no
debían perderse. Por la tarde me los volví a encontrar y me dijeron que les
había maravillado este lugar y que volverían para estar más tiempo. ¡Misión
cumplida!
Esperé la llegada de Enrique en la puerta de “La
Posada” donde estaban en una mesa a la “fresquita” Beli, Modesto, Cristóbal
mientras Ana, Berna y María Jesús estaban dentro.
Cuando al final aparecieron junto a Hetepheres nos
fundimos en uno de nuestros abrazos, de esos que se siente tanto y se llega a
parar el mismo mundo. Les presentamos a estos queridos vecinos y nos fuimos
para adentro pues hacía mucho calor y allí en una de las mesas de tan
significativo sitio tomamos algo para refrescarnos mientras subían a la
habitación.
Iniciamos el proceso de impregnación porque le
íbamos enseñar nuestro querido pueblo de
una forma distinta, más personal, más familiar, con más sentimientos. Sí, mi
querido Enrique Montiel junto a Macamen, iban a conocer a “Villaluenga y sus
gentes” que no tiene nada que ver con conocer simplemente Villaluenga.
Dimos un paseo por coqueta Calle Real, parándonos
en todos los sitios, pasamos por la Alameda, Mártires, Sevadilla, Plaza de
Toros y mientras tanto les íbamos presentando a los vecinos que nos encontrábamos.
Disfrutaron, y de qué manera, cuando se encontraron dentro del histórico Coso de Villaluenga
El calor achuchaba y nos fuimos directo a la Atalaya que dentro de la casa se está fresquito al máximo sin necesidad de acondicionar el aire. Nos sentamos en el salón, delante de la sempiterna chimenea ahora muda y sin cenizas que la adorne, mientras nos tomábamos un refresco en la paz de un lugar que de por sí la encuentras con solo posar la mirada en la montaña mientras hablábamos de su último libro “El tamaño del corazón” así como de otros que había escrito y que Hetepheres se interesó por muchos de ellos haciendo mención al que lleva por título “Mal de piedras” que hace referencia al tema de la tesis doctoral de mi mujer.
Disfrutaron, y de qué manera, cuando se encontraron dentro del histórico Coso de Villaluenga
El calor achuchaba y nos fuimos directo a la Atalaya que dentro de la casa se está fresquito al máximo sin necesidad de acondicionar el aire. Nos sentamos en el salón, delante de la sempiterna chimenea ahora muda y sin cenizas que la adorne, mientras nos tomábamos un refresco en la paz de un lugar que de por sí la encuentras con solo posar la mirada en la montaña mientras hablábamos de su último libro “El tamaño del corazón” así como de otros que había escrito y que Hetepheres se interesó por muchos de ellos haciendo mención al que lleva por título “Mal de piedras” que hace referencia al tema de la tesis doctoral de mi mujer.
Para almorzar decidí enseñarles lo que considero desde
siempre el “Templo gastronómico de Villaluenga”: “Fonda Ana Mari" cuya cocina
es reconocida por cuantos vienen porque las comidas que ofrece son las que
cuando se degustan puedes cerrar los ojos y recordar...
Allí le presentamos a Diego Franco, patriarca de
esta querida Familia, y Ana Mari que desde que entramos nos acogió y nos hizo
sentir como siempre: ¡En Casa!
Un buen almuerzo con extraordinaria materia prima, mucho
cariño por parte de Diego y Ana Mari y también de mucha e intensa complicidad
entre nosotros que se nos pasó las horas volando entre la amena conversación y
desternillante risa.
Al finalizar, no os puedo decir ni la hora que
era, nos sentamos a fresca sombra en La Alameda para tomar algo y seguir en
“nuestras” conversaciones. Tuve el honor de presentarle a Antonio Barea, dueño
del bar y pastor, que fue hace ya tiempo alcalde de Villaluenga. Enrique se
interesó de inmediato por esos años en los que estuvo de mandatario y los
logros que trajo para el desarrollo y el bienestar de nuestro querido pueblo.
Aparecieron nombres reconocidos ya que también comparten conocidos y amigos.
De vez en cuando Enrique se me quedaba mirando y
me decía: ¡Jesús, estamos en el paraíso!
También quiso conocer en persona y sentarse a
departir con el Pregonero de las Fiestas de este año el conocido periodista
jerezano Esteban Fernández. Conversación de amigos en común en torno a los
medios y por supuesto al flamenco donde Enrique Montiel además de un apasionado
es un verdadero experto en tan prolijo y complicado tema.
Las horas iban transcurriendo entre charla y
charla, saludos y más saludos, anécdotas y risas que se prologaban en ese
tiempo donde las horas no están ni se le esperan.
Paseo de nuevo por las calles del pueblo hasta
llegar al cementerio que está cobijada en las paredes de la antigua Iglesia del
Salvador donde la paz se consigue con solo entrar por sus puertas.
Parada obligada para comprar el buen queso de
Charo Oliva.
Ya el sol bajaba mientras nos dábamos un paseo por
la parte alta del pueblo donde nos encontramos con Rocío Olmos y su marido
César Gómez y su encantadora María. Enrique, apasionado como él solo al mundo
de la fotografía, les tomó unas instantáneas que en los próximos días les haré
llegar pues son verdaderamente bonitas.
Proseguimos paseando, enseñándole las casas,
hablando de sus gentes, hasta que llegamos nuevamente a la Atalaya donde nos
sentamos afuera con el frescor de la tarde mientras seguíamos con nuestras
conversaciones que lo mismo tocaban los libros, la música, ocurrencias vividas,
contadas o se hablaba de un personaje que ha hecho historia en Cádiz por ser
como era: Luis Benítez Carrasco, abogado, escritor y tío de Hetepheres. ¡Qué
pequeño es el mundo!
Al poco también se incorporó a esta preciosa
tertulia nuestro querido Antonio Benítez Román que además de ser el Policía
Municipal, es un buen pintor, estudioso y defensor de todo lo que tenga que ver
con Villaluenga del Rosario. Atesora uno de mejores archivos de las cosas de
nuestro pueblo y el que quiera saber un poco de aquí tiene que pasar por fuerza
por Antonio.
Terminamos este intenso sábado en “La Posada” en
una cena al calor de la buena amistad, de los buenos consejos, de la mejor de
las conversaciones y de las espontáneas risas que embriagan todo.
Al día siguiente, domingo de romería, quedamos
para desayunar aunque al final solo pudo ir Hetepheres pues yo, por las
secuelas de mi enfermedad, tengo mis tiempos. Desayuno junto con Alfonso
Moscoso y su mujer Eli Sánchez Girón.
A las once de la mañana ya empezaba a moverse todo
en torno a la ermita de San Gregorio y cuando me disponía a salir llegaron ellos.
Enrique no paraba de hacer fotos, de hablar con uno y con otro, de saborear
cada instante.
Cuando la Divina Pastora salió él con el alcalde
junto a Macamen caminaban en pos de la carreta que llevaba a María, la Divina
Pastora de nuestras vidas, mientras yo iba a mi aire retratando aquellos
detalles que tanto me gustan que queden plasmados para toda la vida.
Llegar al puerto de Pedro Ruiz, al lugar donde
tradicionalmente se reza el Ángelus, bajar al lugar llamado “Los Baños” y que
está situado en la Finca “Mata Ruiz”, romeros a pie, a caballo, en coche. Casi
todo el pueblo en la romería, casi todo el pueblo en la Misa y en cada encina
centenaria donde cada año las familias tienen su casa.
Después de celebrar la Eucaristía que estuvo
presidida por el Padre D. Sergio Moreno, Párroco de Villaluenga del Rosario, y
tras saludar a unos y otros nos despedimos del alcalde y su esposa pues el
calor había hecho mella y necesitábamos descansar un poco.
Antes almorzamos en otro de los sitios que nos
sentimos en Casa: “Los Alamillos”. Si alguien nos pregunta que recuerdo de las
comidas, cenas y momentos que hemos compartido en estos días con Enrique y
Macamen ha sido el sentirnos en Familia en todo momento y el reírnos a
carcajadas de todo lo que se nos podía pasar por la mente. ¡Es bueno reírse
porque alarga la salud!
Cómo siempre Jaime, Jesús, Víctor y todo el equipo
humano que trabaja en “Los Alamillos” estuvieron sobresalientes y nos ofrecieron
lo mejor de lo mejor.
Serían las cinco y media de la tarde cuando
llegamos a Villluenga y nos retiramos a nuestros aposentos. Debo reconocer que
a mí, será por el calor o por mi enfermedad, el trayecto de la romería me mató
y me dejó, literalmente, fuera de juego por lo cual no pude estar con tan
queridos amigos a la hora de la cena situación que sentí mucho porque cada
minuto que se está con personas tan grandes en todos los sentidos es oro puro.
Hetepheres, que ha congeniado con Enrique y
Macamen de forma extraordinaria y también natural, tuvo el privilegio de
compartir con ellos una cena muy casera en el Bar “Alameda” para después tomar
una copa en “La Espuela” con Mateo Venegas Bazán.
Mateo y Enrique comparten una historia muy bonita
por medio de la escritura y los recuerdos de la propia memoria. Así por el arte de los genios, que en ellos dos
brota a borbotones, ya que tienen tantos amigos en común que parece mentira que
no se hayan conocido antes en persona. Rafael de Paula, Curro Romero,
Rancapino, Camarón de La Isla... Según me han contado respectivamente
Hetepheres, Mateo y Enrique fue una velada extraordinaria en el sentido más
amplio que se le puede dar al término.
Al día siguiente lunes marcharon pronto pues
tenían que estar en Cádiz para asunto a mediodía.
Se fue para volver pronto a este pequeño paraíso
que ha vivido de otra manera y donde ya hay lazos afectivos pues conocer a
tantas buenas personas como Miguel Ángel Pacheco, Ignacio Bonmati, Carmelo,
Berna, María Jesús, Amalia, Salvador España, José Manuel Moscoso, Delia, Laura,
Ana, Carlos Pérez, Ramón Villanueva, Juani Moreno y tantos vecinos y convecinos
de este bendito pueblo hace que cuando piensas en él también lo hagas en ellos.
La semana pasó demasiado rápido con muchas
obligaciones que atender y del “golpe y porrazo” nos encontramos con un nuevo
viernes. Enrique, Macamen junto a Adela Fernández, concejal del PP en
Villaluenga, llegaron a nuestro pueblo a mediodía mientras nosotros lo hicimos horas
más tarde ya que almorzamos en el camino. También pudieron conocer de primera mano la exquisitez de la comida salida de las manos de Juana de "La Velada".
Una vez preparado todo en la Atalaya Hetepheres se
fue para “La Posada” para tomar un té con nuestros queridos amigos mientras yo
permanecía en casa descansando un rato.
Sobre las nueve de la noche me recogieron y nos
fuimos a cenar a Grazalema, lugar también muy querido por todos nosotros, en el
famoso restaurante “Torreón”. Nos sentamos en una mesa que ya habíamos
reservado en la terraza en medio de una coqueta calle y empezó lo que sería una
velada inolvidable. ¡Qué pronto se nos hizo tarde a base de emociones,
sentimientos, anécdotas y carcajadas!
La comida como siempre exquisita, el sitio
fantástico y la compañía inmejorable. Hubo momentos en los que nos faltaba el
mismo aire de lo que nos estábamos riéndonos. Cuando nos quisimos dar cuenta
eran cerca de la una de la madrugada y nos dispusimos para volver a nuestro
pueblo no si antes saludar a mi querido amigo Jaime Sellez que estaba con
buenos amigos descansando un poco de tanto trabajar.
El sábado amaneció pronto y se notaba que aun
habiendo descansado poco estábamos felices por tener el privilegio de compartir
tan buenos momentos junto a personas tan queridas. Sobre las diez menos cuarto
nos desplazamos hasta el apartamento de Enrique donde Macamen junto a Adela
Fernández ayudaron a Hetepheres a colocarse la mantilla. Poco después partíamos
para Cádiz pues en el Oratorio de San Felipe Neri a las doce del mediodía se
celebraba el Capítulo de San Juan Bautista de la Real y Benemérita Institución
de los Caballeros Hospitalarios Españoles de San Juan Bautista a la cual ambos
pertenecemos y de la que hablaré en otro artículo dedicado expresamente.
Fue terminar el mismo, hacer la foto de familia,
dar la enhorabuena a los nuevos Caballeros Hospitalarios que habían jurado ese
día y salir hacia Villaluenga ya que a las tres habíamos quedado para almorzar
con nuestros queridos amigos. Cuando llegamos a la Atalaya tiempo justo para
ducha y cambiarse de ropa antes de irnos para “La Posada” donde se había
preparado el almuerzo. Allí estaban Enrique Montiel, Macamen, Adela Fernández, junto
a Familia de Pérez-Clotet, Alfonso Moscoso, Elisa Sánchez Girón, su mujer y Salvador.
¡Qué buenos ratos, qué de vivencias se compartieron en un almuerzo que podría
presuponerse muy serio y donde el buen ambiente y las risas lo envolvía todo.
Al final se incorporó nuestro querido amigo Agustín Piña, propietario junto a
su mujer de la Quesería “El Saltillo”, y gran conocedor del mundo de los toros.
En medio del almuerzo Enrique se cambió de sitio y
se puso a mi lado para decirme lo bien que lo había pasado en la mañana del
sábado. Después de desayunar estuvieron junto al alcalde en el
desencajonamiento de los toros, para después visitar la Fundación de los Pérez
Clotet, el Ayuntamiento y palpar Villaluenga desde otra perspectiva.
En medio de la conversación de conversaciones tocó
el turno para irnos a la Plaza de Toros donde teníamos un sitio, por
disposición y amabilidad del alcalde, en la misma presidencia. Sé que Enrique,
Macamen y sobre todo Hetepheres se lo pasaron genial junto a Alfonso y Eli
mientras yo me senté lo más arriba del todo junto a Juani y Cándida pues me
daba algo más de fresco y así podía tomar algunas fotografías y grabar pequeños
vídeos que iba colgando en la red de forma inmediata. Antes de terminar la
corrida me fui a casa para descansar un poco.
Y lo hice al frescor de la Atalaya mientras me
terminaba el puro que paulatinamente me estaba fumando en los toros.
Sé por Hetepheres que después de acabada la
corrida se fueron a tomar una copa en “La Espuela” donde también compartieron
charla y conversación con el Maestro Ruiz Miguel, amigo de la infancia de
Enrique Montiel, y con grandes aficionados a los toros.
En un primer momento había proyectado un plan más
familiar aunque este no salió al final y por tanto decimos irnos a cenar a
Benaocaz que es una preciosa localidad la cual no conocían y allí en medio de
ese inmenso paraje saciamos los estómagos y nos llenamos de risas, anécdotas,
vivencias compartidas, amistad y cariño verdadero. Allí en “El Refugio” donde
nos atendieron, como siempre, de maravilla hablamos de tanto y tanto que pienso
que nuestras sonoras carcajadas se escucharon allende las montañas. ¡Qué buena
noche también de sábado pasamos junto a Enrique, Macamen y Adela! La verdad es
que ni nos acordábamos que al día siguiente España se la jugaba en las
elecciones.
Cuando llegamos a Villaluenga serían de la una de
madrugada, nos despedimos hasta el día siguiente, y nos fuimos a casa. Pienso
que a los cinco nos costó coger el sueño de lo bien que nos lo habíamos pasado.
Algunas veces el cansancio no afecta para nada cuando se está realmente bien
con las personas que quieres y te quieren.
Al día siguiente Hetepheres fue a desayunar con
ellos pues a mí me costó más el levantarme. Sé que después se fueron a tomar
algo a la Alameda y que estuvieron conversando con unos y otros, como unos
payoyos más, así como con mi querido Antonio Benítez que como siempre digo es
una de las personas que más sabe de Villaluenga del Rosario.
Antes de emprender viaje de vuelta bajaron a
saludar a Mateo Venegas Bazán y su mujer Isabel. Qué abrazo lleno de profundo
cariño, de intensa y mutua admiración, propia de dos genios, se dieron Enrique
y Mateo. Allí hablaron de “sus” cosas y se emplazaron para verse este verano
pues tienen tantos amigos, tantas vivencias, tanto mundo en común que unos
minutos no es bastante para compartir nada.
Y a las doce del mediodía marcharon de Villaluenga
del Rosario con regusto y sabor de Hogar porque tanto Enrique como Macamen
saben que este bendito lugar cobijado por el Caíllo, que es sí una casita en
medio de la montaña, uno se va para después volver a volver.
El compartir estos cuatro días con ellos además de
un privilegio ha sido y es una auténtica Gracia de Dios porque personas así,
aunque todavía las hay, van quedando pocas aunque muchas de ellas están
congregadas en el pueblo más pequeño y bonito de la Provincia de Cádiz y que se
llama como todos sabéis: Vilalluenga del Rosario.
No se pueden condensar cuatro días tan
profundamente intensos, tan prolijo en vivencias, anécdotas, recuerdos y
también en sonoras carcajadas. No, se puede explicar lo que llevamos en
nuestras almas aunque si he querido dejar constancia en “Desde Villaluenga” que
en dos semanas nuestro Pregonero de las Fiestas de este 2016 se ha impregnado
en todos sentidos de lo que es este bendito rincón y que ahora viene lo más
difícil: ¡Escribir el Pregón!
Jesús Rodríguez Arias
Fotos: Jesús Rodríguez Arias, Enrique Montiel, Alfonso Moscoso González.
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