La hermandad de la Soledad es la primera que
desfila por la Carrera Oficial el Viernes Santo. Y como tal hermandad es la más
antigua de la hermandades isleñas, si no se considera la antigüedad de la
Archicofradía de Medinaceli después de su fusión.
Al parecer hay datos que acreditan que la
hermandad se fundó en el año 1747. Dado que la citada imagen de la Virgen
ya existía presumiblemente en la Capilla de Santa María del Castillo de San
Romualdo. Y se sabe que en la segunda mitad del siglo XVII, concretamente en el
año 1699. Se sometió a una investigación
el inventario de dicha Capilla.
Y como resultado de dicha investigación, al
parecer se acreditó años más tarde (en 1713 es decir 14 años después) la
existencia de dicha hermandad. Sin embargo siempre se ha considerado como fecha
de su fundación -el 30 de abril de 1947-
pero no se sabe con exactitud el tiempo íntegro que permaneció en la citada
Capilla.
Lo que sí se sabe con certeza es que fue
trasladada a la Iglesia de San Pedro y San Pablo y de los Desagravios (Iglesia
Mayor) en el año 1764. Y desde entonces permanece al culto en dicho templo, en
su altar que ocupa el centro de una de las capillas de los altares de la nave
de la Epístola. Capilla que costó 165 reales de vellón de la época, que se abonó
por años durante varios que duró este pago aplazado; después no obstante de
salvar varios procedimientos relacionados con el Consejo de Castilla entonces,
en el reinado de Alfonso XII. Siendo a la sazón su hija la infanta Isabel de
Borbón -princesa de Asturias- una gran protectora de la Santísima Virgen de la
Soledad.
Por tanto su historia es larga, compleja y
profunda como larga es su dilatada existencia, lo que significa que no resulta
fácil ni breve narrar en tan poco espacio,
las numerosas vicisitudes que se
encontraron sus fieles y devotos al principio de su andadura cofrade para
ponerla en marcha. Pero sí cabe destacar que fue D. Gaspar Molina y Saldivar,
marqués de Ureña, prioste entonces de la hermandad, quien la impulsó durante
los diez años de su mandato, que fueron
los comprendidos entre los años 1780 a 1800.
Después surgieron varias etapas que
cronológicamente, se podrían establecer por decenios tales como los
comprendidos entre los decenios de los
años: 40, 60, 70. Así como en los años 80, 90 y tal vez en los últimos más
recientes del decenio de los 2000 que fueron marcando el devenir de la
hermandad consolidándola hasta nuestros días.
La Venerable Hermandad y Antigua Cofradía de
Penitencia de Nuestra Señora de la Soledad, Santísimo Cristo de la Redención Descendido de la Cruz en su
Traslado al Sepulcro y San Juan Evangelista, tiene como lema “Stabat Mater
Luxta Crucem” o “Mater Dolorosa” es decir: estaba la ‘Madre’ sufriendo durante
la crucifixión de su ‘Hijo’…
Nuestra Señora de la Soledad, su primera y
única titular en principio (después llegó el Cristo Yacente de la
Redención que siempre estuvo en la mente de sus hermanos), es una imagen de autoría
desconocida, mide 1 metro con 50 a 55 centímetros de altura
aproximadamente, si bien su estilo obedece al barroco granadino y su antigüedad
se sitúa en los últimos años del siglo XVII. Tiene una característica muy
especial que se aprecia en -la blancura de la policromía- de su bello rostro,
añadida a otra particularidad como la
-separación de sus manos- que al principio las mantenía juntas y se
separaron en el año 1939 para su adaptación a la procesión, llevando ahora
entre ellas una corona de espinas, siendo el autor de las nuevas manos ya
separadas, el escultor gaditano, Miguel Láinez Capote.
No obstante ha sido sometida a otras
restauraciones en la distancia como las realizadas durante los años 1883, 1939
y 1981 por los escultores, Miguel García, que le hizo un nuevo candelero, el
citado Miguel Láinez, que realizó además de la separación de las manos, la
reposición de las pestañas y las lágrimas y Alfonso Berraquero, la reparación de unas gritas del cuello y
parte izquierda de su rostro así como la
sustitución del pelo natural por otro tallado, elaboradas todas estas
intervenciones por los citados escultores en el mismo orden que se citan las
referidas modificaciones y los artistas nombrados que las ejecutaron.
El Paso actual de la Santísima Virgen (aunque tuvo
otros y uno de ellos fue de Temple) es de estilo barroco, hecho en madera de
caoba tallada alrededor de los respiraderos y en su frente lleva: el escudo de
la hermandad; en su trasera el escudo pontificio y en ambos laterales; lucen
las pequeñas tallas policromadas de San Pedro y San Pablo, destacando en sus
cuatro esquinas, las figuras de los doctores de la Santa Iglesia Católica;
San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo y San Gregorio. Así como los preciosos
candelabros que les acompañan, obra de
la orfebrería cordobesa de Lucena realizados en los talleres de Pedro Angulo
López, y -la preciosa diadema de plata- que posa sobre la cabeza de la Virgen,
que le imprime una personalidad propia y muy especial a la que ciertamente
estamos acostumbrados a disfrutarla contemplándola y a su vez junto a las
anteriores son de las pocas piezas que hay en la Isla procedentes de Lucena,
mientras la magnífica candelería, que también lleva el Paso delante de la
Virgen, fue encargada a los prestigiosos talleres sevillanos de los Hijos de Juan Fernández… Continuará…
José María Vieytes Beira. San Fernando. 23.06.16.
Artículo publicado en el blog SED VALIENTES, por gentileza de Jesús Rodríguez
Arias. Y en el semanario local INFORMACIÓN.
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