jueves, 2 de julio de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados». (Evangelio del día). Había dudado tomar otro texto, pero este tiene mucho "jugo". Con este texto, a mi se me plantea dos cuestiones. Qué pecados, haberlos, "haylos" y que podríamos pensar que se perdonan fácilmente. Aunque es cierto, se necesita la presencia real de Cristo (el sacerdote) que es quién te dice: ¡ánimo...! Aquí no vale hacerse un Sacramento "a medida": "yo me confieso con Dios", (y yo me impongo las manos y la penitencia, claro), y que contento me voy a casa. Por otro lado Jesús, ¡y no es la única vez!, relaciona el pecado con la enfermedad. En la actualidad esto parece obsoleto, arcaico y poco científico. Pero, ¿porqué no puede ser así? ¿Quién conoce los mecanismos internos emocionales del hombre? ¿No decimos que todo en el ser está relacionado? ¿O es que nos da miedo que pecado y enfermedad estén vinculados? Y ahora no estoy hablando de una simple gripe o de una enfermedad provocada por el envejecimiento o contingencia del ser. ¡Qué también podría ser! Todo esto no me asusta, simplemente me ayuda a ir descubriendo ese pecado "oculto, disimulable e inconfesable" y que podría ser el que "altere" mi estado emocional, psíquico o patológico. En todo esto hay que adoptar la aptitud de Abraham, «Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo». Ir con las claras y no "reservarse" nada. Y, como dice el salmo: «Caminaré en presencia del Señor». Pues que todo esto, y sin miedos, nos ayude a "vivir" de Dios. Santa María, Madre de los hombres, ruega por nosotros.

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