Villaluenga es siempre volver con la intención de quedarse hasta acabar los días que me queden entre gente buena, perdiendo la mirada donde acaba el Caíllo o ensimismado viendo amanecer por el puerto de las viñas o esos claroscuros impresionantes que cuando la anochecida camina se producen allá en la Manga. Sí, creo que Villaluenga del Rosario es siempre volver para quedarse.
Aunque a nadie sorprenderá cuando os escribo que mi alma y gran parte del corazón se ha quedado prendido para siempre en este bendito lugar donde el día dura 24 horas aunque es distinto, es tocar la eternidad con la punta de los dedos.
Llegamos a Villaluenga el viernes, antes habíamos almorzado en un lugar que también nos encontramos en Familia como es la Venta Mesa Jardín en Las Abiertas, Arcos de la Frontera. Allí no somos clientes porque a base de cariño y amistad nos han hemos integrado tanto que nos consideran y nos consideramos parte de la gran familia de Irene Real que junto a su hermano logran hacer el milagro diario de convertir una venta en tu propia casa.
Cuando ya nos habíamos instalado en casa después de subir, sobre todo Hetepheres que es una campeona, todos los bultos que traíamos el cansancio que nos acompañaba hizo que nos sentáramos en casa donde el frescor era un hecho y nos pusiéramos a leer o en mi caso actualizar el blog así como publicar el tradicional artículo desde mi ventana dirigido a esa "Casa-Cuartel" digital que es "Quiero a la Guardia Civil".
Al final, sobre las nueve de la noche, me senté en la Atalaya para tomar una buena copa de brandy y fumar un puro mientras leía aunque mis cansados ojos hacían que fuese imposible este último deseo. No importó, me conformo con ver al belleza en estado puro que es mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario.
El viernes acabó para nosotros antes de que terminara el mismo viernes y dormimos plácidamente hasta las nueve de la mañana de un sábado que se presentía pletórico en emociones y sentimientos.
Desde hace dos años para acá el 25 de julio, día del Apóstol Santiago, es un día gris en medio del inmenso sol que nos alumbra en pleno verano porque es justamente el día que murió mi querido hermano en la eternidad Ignacio Bustamante Morejón.
La tristeza por su ausencia, la melancolía por sus recuerdos, se hacen presentes de forma viva justamente ese preciso día y yo, como todos los que lo queríamos, tengo el cuerpo cortado y mi ánimo dista mucho de lo que en lo ordinario soy.
Desayunamos en "La Posada" donde el extraordinario trabajo de Amalia, Julio y María Jesús se notaba. ¡Qué buenas personas y que pedazo de profesionales tiene este hotel que es santo y seña en muchos lugares!
Mientras yo desayunaba me acompañaba Hetepheres y mi querido hermano en tantas cosas Miguel Ángel Pacheco Benítez con el que me entiendo con solo una mirada. Risas, buen ambiente y amistad de la buena, de la de certificado de calidad es lo que se condensaba por metro cuadrado en "La Posada".
Serían la una de la tarde cuando nos encaminamos hacia "La Covacha" donde Diego Barragán me dio a probar uno de sus quesos, de elaboración propia, y que están verdaderamente buenos. Nos llevamos unas cuñitas para disfrutarlas más tarde.
Hetepheres y yo nos despedimos porque mientras ella se iba para casa, yo aprovechaba que había cierto frescor por el viento que soplaba mesuradamente para dar un paseo camino de la glorieta pues necesitaba estar solo en mis pensamientos y oraciones que tenían especial dedicatoria: A mi hermano Ignacio Bustamante Morejón así como a Pepa, su viuda, sus hijas Gracia y Macarena, sus hermanos, familia y amigos que él quiso y lo quisimos. Os puedo decir que ni sentí el calor que se presuponía y al sentarme en el último banco antes de llegar al puerto "Pedro Ruiz" una fresca sombra se convirtió en un verdadero oasis que intensificó la oración, la reflexión y los recuerdos.
No sé cuanto tiempo estuve allí. Sólo sé que el ganado de cabras de Diego Franco pasó delante mía y conversé brevemente con Diego que es experiencia de vida, de trabajo, de lucha, en persona.
La vuelta la hice por la carretera, pasé por delante de las piscina que pude percibir que estaba atestada y llegué a casa algo sudoroso, algo cansado y muy tranquilo por haber dedicado unas horas a quién tanto quería y admiraba.
Almuerzo, siesta placentera, actualizar el blog, publicar un artículo dedicado desde mi corazón a Ignacio mientras llegaban Beltrán Castell López, mi hermano en tantas cosas, junto a su mujer May que son para nosotros parte de nuestra propia Familia por derecho propio.
A las nueve de la noche estábamos citados en casa de Esperanza Pacheco que junto a su marido Antonio Jesús así como Pepe, María Jesús y Miguel Ángel nos habían invitado a una barbacoa en Familia.
Una mesa larga delante de la puerta de su garaje y alrededor sillas donde cada uno se fue sentando. En un día especial para mí por las circunstancias personales, también alguna exterior aunque esa no vale la pena ni comentarla porque en realidad es una menudencia, me sentí acogido en los brazos familiares de una Familia que considero mía.
En torno a la mesa, mantel, buena comida y comida y mejor compañía solo se puede pasar bien. Las últimas horas del sábado y las primeras del domingo pasaron tan rápidas que casi no nos dimos cuenta. Decía el humorista, escritor y pensador Pedro Ruiz una frase con la cual no puedo estar más de acuerdo: ¡Qué pronto se nos ha hecho tarde!
Antonio Jesús se tuvo que ausentar pues lo llamaron de su trabajo ya que había un incendio en Los Barrios.
Charla, risas, anécdotas y vivencias en torno a la Familia.
Os puedo asegurar que cuando veo a Marcos y Esperanza puedo tocar lo que es el Amor entregado, absoluto y sin límites. Amor para mí es Marcos y Esperanza, Madre e Hijo.
Sobre las dos y media de la madrugada terminó la barbacoa y aunque cansados estábamos pletóricos por lo bien que lo habíamos pasado.
Después de beber lo que bebí tuve que esperar un tiempo para tomar una pastilla para mi estómago que es necesaria hacerlo todos los días. Es decir, que entre una cosa y otra me acosté a las cinco de la madrugada.
Serían más de la diez de la mañana de un luminoso y caluroso domingo cuando nos levantamos, desayunamos en casa mientras actualizaba el blog para después dirigirnos a Misa sobre las doce y media del mediodía en nuestra querida Iglesia de San Miguel Arcángel donde el Padre Francisco nos ha ofrecido una extraordinaria homilía llena de mensajes para que cada uno recogiéramos. De esas que vapulean las conciencias de los que se creen tan tranquilos que ofrecen el lado más arisco de la propia soberbia humillando a nuestra Madre la Iglesia así como a su prójimo que también es su hermano.
Al final terminamos almorzando en el Bar Alameda Beltrán, May, Hetepheres y yo en medio de charla, sueños y vivencias compartidas al cien por cien donde ya quedamos emplazados para tomarnos una buena copa al frescor de La Alameda la próxima semana.
Antes tengo una "cuenta" pendiente con mi buen amigo Carlos que intentaremos solventar también la próxima semana.
Ahora, cuando estoy a punto de finalizar este artículo son las cuatro y diez de la tarde aunque seguro saldrá publicado cuando la noche esté a punto de atisbarse y me encuentre tan lejos de mi alma y de parte de mi corazón que han quedado prendidos y se mantienen en este bendito lugar, un rincón único en el mundo, que se llama Villaluenga del Rosario que es mi pueblo de adopción y del que estoy tan orgulloso de pertenecer.
Muchos pensarán que estoy loco. Es verdad, pero loco de Amor.
Un fraternal abrazo y que la Virgen del Rosario os proteja y cuide por siempre.
Jesús Rodríguez Arias
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