El 29 de julio, día de la fiesta de santa Marta, es siempre ocasión para la Custodia de acercarse en peregrinación al santuario de Betania. Llamado en árabe Al Azariye, «el lugar de Lázaro», comprende la tumba del que fue resucitado por Jesús y también un convento franciscano.
A primera hora del día, algunas religiosas se acercaron hasta la tumba para asistir a la misa. Después, fray Stèphane Milovitch celebró una segunda misa en la iglesia del convento para parroquianos y peregrinos. «En esta casa de la amistad, adonde Cristo se acercaba para visitar a los que amaba, festejamos a Lázaro, Marta y María, que nos recuerdan la amistad que debemos tener con Jesús, especialmente nosotros, los religiosos, en este año de la vida consagrada», ha subrayado el franciscano. El guardián del convento, fray Michael Sarquah, ha añadido: «Santa Marta nos recuerda la importancia de la Palabra de Dios. No debemos estar solo en la acción, sino también en la contemplación».
En el convento residen hoy tres frailes que gestionan el santuario y acogen a los parroquianos. «Aquí hay alrededor de 50 familias cristianas que dependen de la parroquia de Jerusalén», explica fray Michael Sarquah. «Acogemos también a los peregrinos, sobre todo en primavera y en otoño, porque en verano vienen menos».
Fieles a la hospitalidad de Marta y María, los frailes han ofrecido a la asamblea un buen desayuno. La peregrinación continuó haciendo un parada en la tumba de Lázaro para después, como exige la tradición, volver a parar dos veces en el monte de los Olivos: en la Ascensión y el Pater Noster.
Hélène Morlet
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