
El verano se ha instalado con toda las de la ley en
Villaluenga del Rosario y el sol luce con fuerza durante el día aunque una leve
brisa suaviza algo el ambiente alejándonos del tórrido calor que se puede
percibir en otros lugares de nuestra bendita España.
Llevo un día sin salir de casa pues esta mañana,
que bien podía haberlo hecho, no tenía ganas, me apetecía pasar la misma
escribiendo o investigando aquél tema que tanto me gusta y tanto demoro a
veces.
Ayer en la Venta Mesa Jardín, en Las Abiertas, a
la salida de Arcos de la Frontera donde Irene, sus hermanos y Familia nos
tratan como un miembro más de la misma sirvió de encuentro para que
compartiéramos unos minutos Miguel Ángel Pacheco, Antonio Benítez Román y su
hija Berta. La casualidades de la vida o la causalidades de Dios.
Por la tarde vinieron a casa en corta visita pues
tenía que volver a poner rumbo a Jerez otros dos enamorados de Villaluenga como
son Beltrán Castell López y su mujer Maya de Alba. Los cuatro nos sentamos en
el patio conversando y proyectando ideas muy interesantes que se nos vienen a
la cabeza con el único denominador común: Nuestro querido pueblo.
Fue a las nueve de la noche cuando esta querida
pareja partieron dejando más que el corazón a las faldas del Caíllo y yo me
quedé completamente solo cuando el día se tornaba en su ocaso con cierto
frescor leyendo plácidamente mientras apuraba el resto de la copa de brandy que
había compartido con mi querido amigo.
Esta mañana lo pensaba pues era de esos días en los
que me sentía con ganas de escribir. Me levanto escritor y me acuesto lector.
Últimamente publico poco “desde Villaluenga”
aunque escribo todos los días para Villaluenga y eso me hace estar recordando
siempre este bendito rincón bendecido por la Virgen del Rosario que siempre nos
cubre bajo su manto aunque nosotros con nuestras terquedad creamos ciertamente
que no es así.
Villaluenga del Rosario es Paz además de sosiego,
tranquilidad de espíritu, alegría desbordante y también mesurada. Es un cúmulo
de sentimientos que se tornan ciertos cuando estás aquí y que se vuelven en
verde esperanza, como sus prados, cuando te encuentras lejos de atisbar
siquiera con la mirada la sombra del Caíllo.
Villaluenga del Rosario no solamente es un pueblo
sino que es un lugar donde la vida es más vida aunque los que están las
veinticuatro horas que tiene el día no se aperciban de ello.
Comprendo que muchos y sobre todo los jóvenes
quieran salir a conocer otros lugares, disfrutar de otros ambientes, conocer
mundo pues eso siempre es bueno y también recomendable para su desarrollo
personal aunque después tienen la inmensa fortuna de volver a casa que te recibe
con los brazos abiertos y te sientes siempre en Familia.
Siempre he dicho y lo reitero que en Villaluenga
nunca te encuentras solo, no sientes sensación de soledad que puedes percibir
en una gran ciudad donde todos miran a sus alforjas y ni se fijan en la cara
que tiene el vecino. En este bendito pueblo todos se conocen, todos se respetan
su intimidad, todos se ayudan, todos se quieren y todos se lloran cuando la
muerte siega el campo de la vida.
Aquí no hace falta el mejor reloj pues las horas
pasan a su hora y además el plácido sonido de las campanadas que cada sesenta
minutos te recuerda con su melodía medida a la vez que armónica que es la hora
que es.
Aquí se valora una buena conversación se hable de
lo que se hable pues siempre se mantendrá un respeto casi irreconocible en los
poblados lugares que nos circundan pues en Villaluenga todavía se sabe de buena
tinta que significa respeto hacia los demás.
Villaluenga del Rosario es un todo que completa mi
vida aunque os pueda parecer difícil de creer. Soy de los que opinan, y en
estos sentimientos también me acompaña mi mujer, de que vivir aquí todos los
días que tiene el año disfrutando de cada hora que parecen iguales aunque son
diferentes, ver y sentir como cambia el tiempo, disfrutar del verano, del mar
de mi pueblo que es la inmensa piscina de agua fría y que parece que cobijan
las montañas, disfrutar de un paseo plácido a la atardecida o de la buena
lectura cuando el sol es un recuerdo mientras sientes el frescor se deposita en
tu cuerpo haciéndote pensar que no estás en esta época del año es un inmenso privilegio.
O disfrutar de un otoño que se divide en dos:
Fresco y frío siendo este último cuando las chimeneas empiezan a exhalar el
blanco humo como diciendo que pronto llega el invierno con sus fríos, sus
lluvias, su aire gélido y también sus nieves mientras el crepitar de la
chimenea nos indica que estamos en casa, que estamos en Villaluenga.
O gozar de una primavera única donde hay tiempo
para todo y todo esta medido por la mesura y la tranquilidad.
Villaluenga del Rosario es así y así la quiero en
toda su extensión.
Y Villaluenga es encontrarse con Dios en la inmensa y majestuosa soledad...
Y Villaluenga es encontrarse con Dios en la inmensa y majestuosa soledad...
Comprendo, porque a me pasa lo mismo, cuando
queridos payoyos que viven fuera y vienen a disfrutar de cada fin de semana,
cada vacaciones y fiestas se les queda parte del alma en los brazos del Caíllo
cada vez que el coche se encamina hacia la manga. Es una sensación que no se
puede explicar con palabras pero si con sentimientos. Creo que en ese momento
todos ponemos el kilometraje a cero y solo cuentan las horas que van faltando
para volver a volver a Villaluenga.
Cuando escribo este artículo a modo de confesión
personal me encuentro sentado en mi patio mirando a soslayo al horizonte que
termina donde empieza la montaña y la oquedad de la sima todavía se percibe
clara a la vez que imponente mientras el Caíllo hace unos minutos ha acogido al
sol para decirle: ¡Descansa que ya hoy has brillado demasiado!
Son muchos los amigos que han ido visitando este
privilegiado rincón en los años que llevamos viviendo aquí y otros que esperan
hacerlo ya sean porque leen cuanto escribo, cuantas fotos publico o el ardor
que pongo cada vez que hablo de este lugar que siento tan mío porque me habéis
ofrecido el inmenso honor de sentirme de aquí, de adoptarme, porque aunque mis
ojos se abrieran en otro lugar rodeado de mar quiera Dios que los cierre en
este bendito pueblo rodeado entre montañas.
Pues eso, espero algún día poderme quedar para
siempre y que mis ojos se extasíen al contemplar cada día tanta y tanta belleza.
A todos os doy un abrazo desde Villaluenga del
Rosario donde se vive a diario “La Pureza de lo Auténtico”.
Jesús Rodríguez Arias




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