Cuando caiga sobre la ti la noche cerrada, piensa que hay quien, humildemente, se atreve a ser estrella en tu camino; cuando te arrecien la tempestad y la tormenta, piensa que hay quien, humildemente, se atreve a ser albergue para acogerte, paraguas bajo el que cobijarte, toalla con la que secar tu rostro. Cuando todo se te convierte en tedio, en desesperanza, en sufrimiento, es cuando más debes confiar y tener fe en que Alguien, humildemente, te acompaña siempre.
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